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I
Vida nacional (I)
(Del 15 de febrero al 15 de marzo)
Política internacional
La Conferencia de Chapaltepec
Las cancillerías de América y
la prensa del continente se han mos¬
trado satisfechas por los resultados
de la conferencia de Méjico, cele¬
brada en el castillo de Ghapulte-
pec. Gomo se informó en la cróni¬
ca anterior, Colombia estuvo re¬
presentada por el canciller colom¬
biano, don Alberto Lleras Gamar-
go, como jefe de la delegación, y
por los doctores Roberto Urdaneta
Arbeláez, Garlos Lleras Restrepo,
Jorge Soto del Corral, Alberto
González Fernández y don Jorge
Zalamea, embajador en Méjico. Co¬
lombia ocupó un lugar destacado en
las deliberaciones. El canciller Lle¬
ras fue designado presidente de la
comisión de relaciones interame¬
ricanas, y decano de la conferencia
por sorteo. En cuanto a proyectos
suscritos por la delegación colom¬
biana, figuró en primer término y
fue aprobado, el referente a la
proscripción de las agresiones, cu¬
yo sentido es el siguiente : toda
agresión de un estado contra la in¬
tegridad de su territorio es una
agresión contra los estados que fir¬
man la declaración; los estados sig¬
natarios de la declaración consul¬
tarán entre sí las medidas que ha¬
yan de tomar cuando sean agredi¬
dos o se prepare una agresión o
se lleven a efecto actos de agresión
no previstos por los mismos esta¬
dos signatarios; en este último ca¬
so resolverán sobre las sanciones
aplicables al estado agresor; como
estado agresor es calificado el país
que traspase las fronteras de otro,
establecidas por tratados en vigen¬
cia ; al estar organizada la socie¬
dad de seguridad mundial «la apli¬
cación de acciones compulsivas» se
aplicará de acuerdo con las normas
prescritas por dicha organización.
Otros proyectos colombianos de
importancia fueron presentados
así: solicitud a los organismos en*
cargados del encauzamiento del co¬
mercio mundial, para un control de
los trasportes con el fin de evitar
monopolios por parte de compañías
de «carácter puramente comercial» ;
proyecto de protección aduanera
para las industrias por medio de la
celebración de acuerdos unilatera¬
les o multilaterales ceñidos a la re¬
ducción de barreras aduaneras, en
beneficio de países económicamen¬
te débiles. El primero de los pro¬
yectos colombianos fue considera-
1 Periódicos más citados: C. El Colombiano ; D. La Defensa; DP. Diario Popular; E. El
Espectador ; L. El Liberal; P. El Pueblo; Pa. La Patria; R. La Razón; S. El Siglo, T.
El Tiempo. _
(106)
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do por la conferencia como punto
central para una declaración con¬
junta y, de consiguiente, hubo de
ser refundido en el documento que
se conoce hoy internacionalmente
con el nombre de Declaración de
C hapultepec . Los primeros incisos,
atrás sintetizados, quedan textual¬
mente incluidos en la declaración,
excepción hecha del primero cuyo
encabezamiento se aumenta al con¬
signarse que todos los estados so¬
beranos son jurídicamente iguales,
por lo tanto dignos del respeto a su
independencia; y excepción hecha,
también del último, que se sustitu¬
ye por el considerando trascrito a
continuación:
Los estados signatarios se obligan a sos¬
tener por todos los medios; incluso por las
armas, la integridad territorial y la inde¬
pendencia política de todos y cada uno de
ellos una vez acordado así por la mayoría
absoluta de todos los estados americanos.
Cuando la invasión consista en la invasión
de fuerzas armadas de un estado o territorio
a otro, traspasando las fronteras estableci¬
das o cuando haya amenaza cierta de inva¬
sión, se hace obligatoria la acción inme¬
diata contra el agresor o presunto agresor
por parte de los demás estados americanos.
Al constituirse la organización de seguri¬
dad mundial la aplicación de las acciones
compulsivas se llevará a cabo por los es¬
tados americanos en armonía con las nor¬
mas del estatuto de dicha organización.
Esta declaración se conocerá por el nom¬
bre de Declaración de Chapultepec.
Gomo Colombia y la República
Dominicana presentaron en un
principio el proyecto de sociedad de
naciones americanas, en ambos paí¬
ses decidieron a última hora reti¬
rarlo, en virtud del «acta de Cha¬
pultepec» y la resolución sobre or¬
ganización del sistema interame¬
ricano. Los presidentes de las dele¬
gaciones de Colombia y del Brasil,
unidas, presentaron en la sesión de
clausura al secretario de estado de
los Estados Unidos, señor Stetti-
nius, una solicitud oficial a fin de
que se efectúe el aumento de pre¬
cios para el café de las dos nacio¬
nes. Stettinius «prometió conside¬
rar la petición, que hasta ahora Byr-
nes y Vinson han rechazado» (T.
III-9) . Dicha petición colombo-bra-
silera destaca la circunstancia de
estar vendiéndose el café a los Es¬
tados Unidos, a menos del costo de
producción, motivo por el cual exi¬
ge el aumento. «Nunca antes — dice
United Press — se ha entregado una
petición oficial de tal naturaleza
por tan altos personajes y en cir¬
cunstancias tales como la sesión de
clausura de la conferencia de Cha¬
pultepec». El canciller colombiano
Lleras Camargo, en nombre de to¬
dos los delegados, habló en el al¬
muerzo ofrecido por el presidente
Avila Camacho, hizo ver la impor¬
tancia de la conferencia a través
de la historia hispanoamericana y
relievó sus provechosas conclusio¬
nes. Al llegar el canciller Lleras a
Bogotá resumió sus puntos de vista
sobre la conferencia en declaracio¬
nes a la prensa (T. III-15). Consi¬
dera el ministro Lleras alcanzados
todos los «objetivos» por parte de
la república, objetivos que la re¬
pública había perseguido de tiem¬
po atrás en su política internacio¬
nal. Los estados americanos no tie¬
nen nada que temer en su sobera¬
nía, en concepto de don Alberto
Lleras, porque las declaraciones de
la conferencia han expedido un me¬
canismo de «seguridad de tal fuer¬
za y rigor que no será necesario
aplicarlos a nuestros pueblos». «En
el terreno económico — agrega el
señor Lleras Camargo — se obtu¬
vieron modificaciones sustanciales
al criterio que está expresado en
declaraciones sucesivas de confe¬
rencias anteriores y de reuniones
de cancilleres».
TRICOSAN J. G. B., expulsa parásitos intestinales.
(108)
Oficinas 304, 305 V 306
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J - Política nacional
Candidaturas presidenciales
Los candidatos liberales a la pri¬
mera magistratura, han definido su
posición en el debate, al aceptar,
en forma inequívoca, la postulación
hecha por sus respectivos coparti-
darios. Al mismo tiempo, otros pre¬
suntos candidatos, se han apresura¬
do a declinar definitivamente el
honor, por ejemplo, el Dr. Eduar¬
do Santos, quien dice «no seré can¬
didato» (T. 11-24) en un reportaje
bastante comentado. No siendo
pues, candidato el doctor Santos,
el debate se concreta hasta el mo¬
mento, a tres nombres: Jorge Elié-
cer Gaitán, Gabriel Turbay y Da¬
río Echandía. El doctor Gaitán des¬
de su semanario Jornada ha veni¬
do aclarando su situación desde ha¬
ce tiempo. El doctor Turbay, en
cuyas correrías políticas había
aceptado la candidatura, pero sin
precisar para cuál de los cuatrie¬
nios, «con el ánimo de contribuir
a la claridad y robustecimiento de
la política liberal» (T. 11-28) reite¬
ra su «decisión de seguir a órde¬
nes del movimiento que ha acogido
mi nombre como candidato y de
llevar a la victoria, con todos los
liberales, la bandera histórica que
el partido ha puesto en mis manos».
El nombre del doctor Darío Echan-
día fue acogido por un número de
parlamentarios, en carta firmada
y enviada al candidato, pero cuyo
texto todavía es misterioso para los
comentaristas, o mejor, no ha sido
dado a conocer. «Personalmente,
lamento tu separación ministerio.
Otro punto de vista, compréndola»
etc., dijo en telegrama el doctor
Garlos Arango Vélez al mismo doc¬
tor Echandía (L. 11-22) y ese «otro
punto de vista compréndola» fue
calificado por algunos (R. 11-22)
como un mensaje sibilino pero, en
todo caso, como una vaga adhesión
a su candidatura. También La Ra¬
zón, considera lanzada por El Libe¬
ral (11-23) dicha candidatura. Por
su parte el doctor Echandía acep¬
tó la distinción (S. III-3) de manera
explícita. «Es el candidato de las
izquierdas» dijo La Razón (III-3),
«el candidato rojo y luciferino»;
y para Calibán (T. 11-24) se trata
del candidato «semioficial» a cuyo
favor intervendrá el gobierno por¬
que «la neutralidad en estas con¬
diciones es imposible e inhumana»,
lo cual no impide a Calibán consi¬
derar inhábil al doctor Echandía
para el cargo presidencial por ser
él — Echandía — «un bonzo. Un
bonzo lleno de talento, de ciencia
y de virtudes, pero un bonzo». En
cambio Turbay, es el candidato
ideal de Calibán no solo por favo¬
recerlo la organización de su par¬
tido sino por llevar «como canasti¬
lla de bodas» el voto casi en masa,
de los Santanderes y de Antioquia.
Motivos doctrinarios enarbola La
Razón (11-28) al presentarse al de¬
bate del brazo de la candidatura
Turbay de quien dice ha respondi¬
do las solicitudes de sus amigos
«quemando sus naves de hombre
permanentemente presidenciable».
La consolidación de posiciones no
parecióle oportuna a El Especta¬
dor, vocero vespertino del gobier¬
no (E. 11-28) por estar el partido
en vísperas de elecciones para re¬
presentantes y diputados, si bien
es cierto que con palabras de acep¬
tación, el doctor Turbay «aspira
únicamente a realizar un acto de
cortesía personal y de lealtad po¬
lítica» con uno de sus compañeros
de dirección, también candidato a
la presidencia. «Abrigamos, sin em¬
bargo el temor — agrega El Espec¬
tador — de que para la dirección na¬
cional, de que hacen parte los doc-
j
(110)
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Benefactores de ¡a Mujer
tores Echandía y Turbay, no sea
fácil sino extraordinariamente in¬
cómodo mantener una actitud de
neutralidad estricta» en el debate
electoral. La incomodidad a que se
refiere el diario citado, se basa,
principalmente, en que las eleccio¬
nes para representantes tienen una
inevitable conexión con el problema
de las candidaturas, porque los re¬
presentantes elegidos en esta opor¬
tunidad, tomarán asiento en la con¬
vención nacional liberal, y ella esco¬
gerá, en definitiva el candidato a
la presidencia. La Razón , ha dicho
que quien lleve mayor número de
representantes a la cámara será
el candidato elegido. Abierto el
proceso de las candidaturas con la
definición de los aspirantes, el li¬
beralismo se entregó a la organi¬
zación del debate electoral. A car¬
go del Dr. Echandía estuvo la pri¬
mera y última conferencia de pro¬
paganda (L. III-3) eleccionaria, cu¬
yo texto versó sobre el continuismo .
El continuismo no es la prolonga¬
ción de una oligarquía , en concepto
del conferenciante, sino debe ser la
prolongación de la obra liberal en
el poder, tal como la adelantó el
presente gobierno. En seguida se
produjeron las convenciones para
escogencia de listas a la cámara y
a las asambleas. A juzgar por los
comentarios de la misma prensa
liberal, las convenciones no fueron
propiamente un modelo de desin¬
terés y pulcritud. «Nuestras famo¬
sas convenciones departamentales,
organizadas por el estatuto López,
para el desenfreno y la orgía del
manzanillismo más inverecundo
(R. III-5), — batieron ayer — con
muy contadas y discutibles excep¬
ciones el récord de su capacidad».
Galibán es del mismo parecer (T.
III-6) pero optimista en cuanto al
porvenir del partido «porque la ba¬
la que ha de matar al liberalismo no
se ha fundido aún». En Huila y Na-
riño (T. III-9) hubo intervención
oficial, según ese diario, a favor de
la candidatura del gobierno; el se¬
cretario de la gobernación del Huila
y el de la de Nariño, intervinieron
en las labores de selección de listas
a favor del doctor Echandía. «No
se vio en los peores tiempos de la
hegemonía azul cinismo igual», ob¬
serva Galibán. Al subrayar el co¬
mentario de Galibán El Liberal se
permite recordarle (III-9) los tiem¬
pos de la administración Santos,
cuando también hubo intervención
oficial — precisamente en Nariño
dice ese diario — en contra de la
candidatura del doctor López. En
Tunja (L. IIi-8) «en medio del
asombro de todos» el doctor Jorge
Gartner, antiguo ministro de la ad¬
ministración Santos, censuró al go¬
bierno del doctor López en lo re¬
ferente al plan social. Esta actitud
de Gartner, en concepto de El Li¬
beral, está presidida por «la inten¬
ción que viene mostrando un gru¬
po liberal mucho más tozudo que
numeroso» de dividir al partido,
intención que lleva camino de for¬
mar mayorías en el próximo con¬
greso «para poner en jaque al go¬
bierno». Gomo se ve es la vieja
pugna santista-lopista que revive
por temporadas, en opinión de El
C olombiano. Las polémicas no han
tenido fin, pero de todas maneras el
liberalismo aspira reunir la mayor
cantidad de votos en las elecciones.
Política conservadora
Igualmente el directorio nacio¬
nal conservador inició la organiza¬
ción para el debate electoral, ter¬
minadas las sesiones del congreso
extraordinario. Tampoco fueron
REUMASAN es linimento para dolores (Producto J. Gr. B.)
(112)
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modelo de pulcritud las convencio¬
nes. La de Gundinamarca (S. III-
7) acogió como candidatos a la
asamblea a miembros de su seno,
es decir, a delegados a la propia
convención. El directorio nacional
considerando «contrario a la cos¬
tumbre conservadora y a la ética
política» este proceder, anuló la
plancha escogida, y eligió otra por
su cuenta. En cuanto a puntos doc¬
trinarios, el directorio lanzó un ma¬
nifiesto para invitar a las urnas to¬
da vez que «solamente por los ca¬
minos del sufragio puede nuestro
partido, que es eminentemente civil
y constitucional, buscar la prepon¬
derancia de sus ideales democrá¬
ticos. . .» etc. Principalmente el di¬
rectorio conservador hace una ex¬
tensa exposición de motivos por
los cuales el gobierno está equivo-,
• cado en su política social y, ade¬
más, traza la que el conservatismo
propugna como la mejor para el
progreso de las clases trabajado¬
ras y para la represión del comu¬
nismo. En la parte social de esta
crónica se hace una síntesis del pen¬
samiento del conservatismo en ma¬
terias sociales, tal como la que rea¬
lizamos en entregas anteriores so¬
bre el plan social del gobierno. La
totalidad de las listas acordadas
por el conservatismo se ajustaron a
las medidas del directorio nacio¬
nal, excepción hecha de las de Gun¬
dinamarca y Tolima; en el primero
de estos departamentos se presen¬
taron dos disidencias. En el Tolima
hubo dos planchas: la directorista
y la encabezada por el doctor Au¬
gusto Ramírez Moreno, destacado
político conservador, quien según
declaraciones enfáticas trabará de¬
cidida lucha contra el comunismo.
La política de los dos partidos tuvo
una fuerte baja en interés infor¬
mativo, a causa del descubrimien¬
to de un nuevo y frustrado com¬
plot subversivo.
La conspiración
El 10 de marzo, en las horas de
la noche, el gobierno emitió un co¬
municado oficial relacionado con
el descubrimiento de un nuevo com¬
plot subversivo. De tiempo atrás,
según el gobierno, se sospechaba la
conjura urdida «por algunos mili¬
tares retirados y por personas civi¬
les, que confiaban en la coopera¬
ción de una que otra unidad del
ejército». También el gobierno sos¬
pechaba que en la Basílica primada
había depósitos de armas. El go¬
bierno invitó a «un alto jerarca de
la Iglesia» a practicar una búsque¬
da en la catedral «con el resultado
de encontrar a un lado del órgano
de la catedral, varios centenares
de bombas explosivas y de mano».
Se inició la investigación. Fueron
detenidos, en un principio, el R. H.
Gilberto Antonio, de las escuelas
cristianas, el estudiante Hernando
Figueroa, el presbítero doctor Ju¬
lio E. Duarte, el doctor Lucio Pa-
bón Núñez, el médico homeópata
José I. Bernal, el coronel Manuel
Agudelo, el coronel César T. Re¬
yes, el teniente coronel Alberto
García Bonilla, el teniente Fran¬
cisco Palacio. Sobre los primeros
caía la responsabilidad de haber
introducido las bombas a la cate¬
dral y la fabricación de las mismas.
Sobre los militares, la de estar en
conexión con miembros del ejér¬
cito en servicio activo, para asegu¬
rar el golpe subversivo. El primer
día ascendió a cuarenta aproxima¬
damente, el número de detenidos.
El Excmo. Sr. Arzobispo de Bo¬
gotá hizo la siguiente declaración:
Dolorosamente sorprendidos y amargados
por el hecho delictuoso y sacrilego de que
se hubiesen depositado en el coro de la Ba¬
sílica Primada, sobre la capilla en que se
reserva el Santísimo Sacramento, varios
centenares de bombas explosivas, hecho ple¬
namente comprobado de vista por altos fun¬
cionarios eclesiásticos y civiles, y por un
numeroso grupo de testigos, condenamos y
reprobamos la violación del lugar sagrado
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y los fines criminales, cualesquiera que ha¬
yan sido, que movieron a los autores dél
execrable acto.
Como lo hemos hecho en anteriores oca¬
siones, reiteramos ahora, conforme a la
doctrina de la Iglesia, la reprobación de
todo movimiento subversivo contra las auto¬
ridades constituidas, o de cualquier atenta¬
torio contra el orden público.
Nos reservamos el imponer las sanciones
canónicas convenientes a quienes se comprue¬
be hayan sido responsables del acto criminal
Invitamos al clero y a los fieles de nues¬
tra arquidiócesis a ofrecer homenaje de re¬
paración a su Divina Majestad por el sacri¬
legio cometido y por el escándalo que con
él se ha ocasionado, y a darle gracias por
el beneficio de habernos librado del grave
peligro que nos amenazaba.
Arquidiócesis de Bogotá — Gobierno ecle¬
siástico — Bogotá, marzo 11 de 1945.
ISMAEL, Arzobispo de Bogotá.
Carlos Bermudez Ortega, Canciller.
La prensa condenó el intento sub¬
versivo. La dirección nacional li¬
beral emitió su manifiesto con la
protesta de apoyo irrestricto al go¬
bierno. El doctor Gabriel Turbay,
que proyectaba un viaje a la costa
(T. III-ll) hubo de aplazarlo por
«la gravedad» del caso. Al día si¬
guiente fueron capturados los pres¬
bíteros doctores Alvaro Sánchez y
Daniel Jordán, eminentes figuras
de nuestro clero, captura que se
efectuó «violando el concordato»
en concepto de los diarios conser¬
vadores. El Siglo (III-13) informó
que la prisión del doctor Jordán se
había realizado «contra la expresa
negativa del obispo Afanador y
Cadena». El ambiente era tenso,
cuando cuarenta y ocho horas des¬
pués, y pasada la respectiva inda¬
gatoria, fueron puestos en libertad
incondicional, los doctores Alvaro
Sánchez, Daniel Jordán y Julio E.
Duarte, por no existir motivo al¬
guno que los complicara en la cons¬
piración. «La detención fue un
error sí. Un lamentable y peligro¬
so error que habría sido muy fácil
de evitar con un poco de seriedad
en la investigación, sin darles plena
fe a los chismes de detectives de
menor cuantía», en concepto de Ca-
libán (T. III-15). Pero El Liberal ,
en su primer comentario sobre el
suceso, deslizó la sugerencia de una
posible intervención eclesiástica en
el complot, junto con una defensa
del comunismo (L. III-ll). Igual¬
mente disparó contra un grupo li¬
beral que no ha acompañado al go¬
bierno en algunas de sus últimas
medidas. Esa «página infortunada»
— dice El Tiempo — causó «profun¬
do desconcierto en el liberalismo»
por no estar ajustada a las «ideas
que ha venido exponiendo la direc¬
ción nacional»; ella «sería explica¬
ble en un órgano comunista» ; ade¬
más «hay en esa desgraciada página,
que no debió ser escrita, tal can¬
tidad de insidias y de veladas sus¬
picacias, que no es posible entender
cómo pudieron estamparse en un
diario que tiene para con el par¬
tido responsabilidades serias...»
etc. El Liberal insistió en sus pun¬
tos de vista, y El Tiempo insistió
de nuevo en condenarlos. Con la
libertad incondicional de los men¬
cionados miembros del clero, vol¬
vió la tranquilidad y se pudo ade¬
lantar la investigación con más cal¬
ma, aun cuando la prensa, exageró
las proyecciones del complot. Len¬
tamente fueron puestos, asimismo,
en libertad incondicional, los mili¬
tares señalados como promotores
del plan; las sospechas fueron con-*
cretándose al Hermano de las es¬
cuelas cristianas, al estudiante, y
al presunto fabricador de las bom¬
bas, quien huyó hábilmente, por un
descuido detectivesco. La conspira¬
ción parece circunscrita al hecho
de la conducción de las bombas al
coro, asunto que no ha sido po¬
sible aclarar. Cuanto a la tentati¬
va de sedición militar, la circuns¬
tancia de haber quedado en libertad
incondicional los supuestos respon¬
sables, desplaza toda probabilidad
de que en realidad existiera, según
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19). Igualmente, ha corrido la ver¬
sión, publicada por varios periódi¬
cos conservadores, de que en el in¬
tento de conspiración hubo una que
otra mano comunista. La versión
estaba fundada en que la casa del
señor Gilberto Vieira, jefe del co¬
munismo (S. III-ll) fue requisada
por las autoridades. Asimismo se
ha destacado en la prensa (G. III
-14), el hecho de que el jefe de los
trabajos adelantados en la basílica
primada es un exilado español, per¬
teneciente al comunismo y cuyo
viaje intempestivo, según el diario
citado, debe ser motivo de sospe¬
cha. La conspiración (G. III-16)
— llamada hoy «la conspiración del
órgano» — no alteró en esta vez la
normalidad constitucional del país*
la prensa continuó sus funciones
como de costumbre, aunque se re¬
gistraron casos aislados de censu¬
ra telegráfica. En resumen, el con¬
junto de la conspiración es comple¬
tamente nebuloso.
II - Social
Doctrina social conservadora
En el manifiesto que el directo¬
rio nacional conservador dirigió a
sus copartidarios con motivo del
debate electoral, están contenidos
los puntos de vista que en materia
social, propone el conservatismo.
Gomo en esta sección se ha incluido
el plan social del gobierno, hoy en
práctica, no estará demás consig¬
nar las doctrinas del bando opuesto,
a título de información. Esos pun¬
tos de vista son: el conservatismo
defiende la propiedad privada, pero
«no justifica su acrecimiento inde¬
finido»; rechaza la política de ex¬
propiación sin indemnización pre¬
via; condena la entronización del
sindicato único, fin a donde tiende
el artículo 39 del plan del gobierno,
por ser una disposición típicamen¬
te marxista ; el conservatismo no
se opone a la sindicalización, sino,
por el contrario, la fomenta cuando
ella no persigue fines políticos; de¬
fiende el fuero sindical, pero hacer
«extensivas las inmunidades inhe¬
rentes al fuero» para los futuros sin-
dicalizados de una empresa es «ex¬
tremadamente peligroso» ; el alza
de salarios para el conservatismo,
es tan solo una forma de solucionar
la crisis económica y no es sino un
«espejismo» mientras no vaya
acompañada de medidas que esta¬
bilicen el precio de las subsisten¬
cias» ; recuerda el directorio que
el establecimiento del descanso do¬
minical y el descanso compensato¬
rio, fue obra de la ley 57 de 1926,
dictada bajo el mando conserva¬
dor; al mismo tiempo extiende el
recuerdo a las prestaciones e in¬
demnizaciones patronales, a la
creación de la oficina del trabajo,
instituciones estas que habían sido
propuestas y, en cierto modo pues¬
tas en práctica, por los últimos go¬
biernos conservadores; el conser¬
vatismo no acepta que en cuestiones
de cesantía, se coloque en un mis¬
mo pie de igualdad al obrero inta¬
chable y al «malévolo y delincuen¬
te»; estima imprudente, por aho¬
ra, hacer pesar todo el gravamen
de las prestaciones sociales en un
mismo nivel, sobre las grandes y
pequeñas industrias, por que lo in¬
cipiente de su economía privada
perjudicaría a la pequeña indus¬
tria; el conservatismo «reclama pa¬
ra sí» el amparo social que se ha
dado a los empleados públicos, tan¬
to por haberlo propuesto en tiem¬
pos de regímenes conservadores,
como por haberlo defendido en las
(118)
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legislaturas que acaban de ocurrir;
en materia de huelgas, el conser-
vatismo opina que este recurso del
trabajador debe sostenerse, pero
con el carácter de ultima vatio has¬
ta agotar los medios jurídicos pa¬
ra solucionar los conflictos socia¬
les ; finalmente, el directorio nacio¬
nal aspira a que esta declaración,
demuestre que el conservatismo tie¬
ne programas definidos en mate¬
rias sociales, contra el creer de
«muchas gentes» ignorantes de las
doctrinas sociales de esta colecti¬
vidad, en concepto del mismo di¬
rectorio.
Vida católica
Vicario de la Guajira
Para reemplazar al excelentísi¬
mo señor Fray Bienvenido Alcaide
y Bueso, fue designado por la San¬
ta Sede, el reverendo Padre Vicen¬
te Roig Villalba, perteneciente a
la Orden Capuchina: Fray Vicente
Roig Villalba portará el título de
Obispo de Aral. Su consagración
se efectuó el 11 de marzo, en la
basílica primada, con asistencia del
señor Nuncio de Su Santidad, y
de nuestros jerarcas eclesiásticos.
Asamblea misional en Bogotá
Para los días 11, 12 y 13 de ab^il,
el excelentísimo señor Miguel An¬
gel Builes, obispo de Santa Rosa de
Osos, y presidente de la unión mi¬
sional del clero, convocó a los
miembros de esa entidad para una
reunión en que serán tratados te¬
mas relativos al desarrollo y
progreso de las misiones. Han si¬
do invitados a esta conferencia
el excelentísimo señor Nuncio, el
excelentísimo señor Arzobispo Pri¬
mado y los obispos de San Gil, Pam¬
plona, Ibagué, Tunja, los obispos
auxiliares de Bogotá y San Gil, los
vicarios apostólicos de Villavicen-
cio y Casanare, los prefectos apos¬
tólicos de Arauca y el Magdalena,
así como también los directores dio¬
cesanos, los dirigentes de la pro¬
pagación de la fe, los profesores
y alumnos de las facultades ecle¬
siásticas de la Pontificia Universi¬
dad Católica Javeriana, y, final¬
mente, a sus superiores y dos estu¬
diantes de los seminarios de Bo¬
gotá, Tunja, San Gil, Ibagué y Pam¬
plona.
Escuela industrial salesiana
Los padres salesianos no dan
punto de reposo en llevar hasta el
obrero los medios para su mejor
defensa en la lucha por la vida. El
R. P. Bertola, superior de los sale¬
sianos en Colombia, Venezuela y
Ecuador, ha hecho un llamamien¬
to a todos los colombianos, inclusi¬
ve a las autoridades eclesiásticas
y civiles, para fundar una escuela
industrial de altas proporciones que
facilite a los obreros el aprendiza¬
je enteramente gratuito de obras
manuales en forma técnica. Los sa¬
lesianos han fundado establecimien¬
tos de esta clase en Cali, Cartage¬
na, Medellín e Ibagué, con los mis¬
mos fines. Aspiran con este pro¬
yecto los salesianos, a crear una
institución de enseñanza industrial,
equipada con los materiales más
modernos y con un personal docen¬
te plenamente capacitado en la di¬
rección de la escuela. El excelentí¬
simo señor Arzobispo dio su apro¬
bación para esta espléndida inicia¬
tiva de los padres salesianos.
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El 22 de febrero cumplió 73 años
de vida el excelentísimo señor Ar¬
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motivo, el señor Arzobispo reci¬
bió un cálido homenaje de parte de
la ciudadanía. Sectores de la pren¬
sa y de la sociedad adhirieron a la
celebración de esta fecha onomás¬
tica de nuestro primado.
Los donativos de café
A cuatro mil cincuenta kilos de
café asciende hasta la fecha, el do¬
nativo para auxiliar las víctimas de
guerra, que por iniciativa del Arzo¬
bispo de Bogotá, fue colectado en¬
tre diferentes empresas cafeteras
del país. Ha colaborado especial¬
mente en el éxito de la colecta, la
Federación Nacional de Cafeteros.
/// -
Universidad
Un delicado conflicto se presen¬
tó en la Universidad Nacional, a
causa de la renuncia presentada,
en masa, por los médicos del ins¬
tituto nacional de radium. La re¬
nuncia fue causada por el cambio
de algunos estatutos elaborados en
la decanaturía de la facultad na¬
cional de medicina (S. III-3). Ese
cambio fue calificado por los dimi-
tentes de perjudicial para las la¬
bores del instituto. El rector de la
Universidad, doctor Gerardo Mo¬
lina, conocido político socialista,
aceptó las renuncias presentadas y
nombró nuevos médicos para el
instituto. La prensa, especialmente
los diarios El Tiempo y El Siglo ,
combatió severamente la actitud del
rector, por considerarla apresura¬
da toda vez que los médicos dimi-
tentes son considerados como irre¬
emplazables. «No podemos ocultar
la inquietud que nos causa la ma¬
nera como la Universidad quiere
solucionar estos problemas», dice
El Tiempo (III-7). Dicho diario,
censura el acre sabor polémico que
ha tomado el problema, y al respec¬
to hace varias consideraciones; pe-
Se calcula que en la próxima cose¬
cha el donativo ascenderá a mil
sacos de grano los que serán des¬
pachados a Roma inmediatamente.
Defunciones
En la ciudad falleció el doctor
Alfonso Villegas Restrepo. El doc¬
tor Villegas fue fundador de los
diarios El Tiempo y La República ,
este último muy recordado por la
generación que ha llegado al poder
como que en él hizo sus primeras
armas. El doctor Villegas se distin¬
guió por su brillante estilo de po¬
lemista. Falleció cristianamente y
con todos los auxilios espirituales.
Cultural
ro prescindiendo de ellas el edito-
rialista condensa su «inquietud» en
estos términos:
En todo esto hay, en nuestro sentir, una
equivocada y lamentable orientación univer¬
sitaria que urge corregir cuanto antes. Los
motivos personalistas o políticos que expli¬
quen determinadas actitudes diametralmen¬
te opuestas a las conveniencias de los es¬
tudiantes y al progreso científico del país.
El desconocimiento de méritos adquiridos
es el peor de los caminos que pudiera se¬
guirse, y todo ello conduce a la creación
de un ambiente perjudicial para el progreso
y desarrollo de la Universidad de Colombia
y para el fortalecimiento de nuestra inci¬
piente cultura científica.
El motivo político sugerido por
el editorialista se refiere, a juzgar
por las informaciones de El Tiem¬
po , a que en la Universidad se han
nombrado profesores con tenden¬
cias social-demócratas, vale decir,
comunistas (T. III-7) aun ponien¬
do de lado profesores de reconoci¬
da competencia. La información
aduce ejemplos ocurridos en las fa¬
cultades de ingeniería, arquitectura,
derecho y hasta en la sección de¬
portiva de la Universidad donde
fue nombrado un comunista espa¬
ñol en el cargo de director. El pro¬
blema del instituto nacional de ra¬
dium no volvió a tocarse, posterior-
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mente a las declaraciones hechas
por el nuevo director en las cuales
advirtió que el instituto continua*
ría su marcha normalmente. Lenta¬
mente iba extendiéndose el conflic¬
to, pero su actualidad fue disminu¬
yendo al descubrirse el presunto
intento subversivo, que vino a des¬
plazar a otros planos este y otros
temas de discusión. En concreto^, ha
quedado la dimisión de los médicos
del instituto nacional de radium,
la aceptación de la misma, y el nom¬
bramiento de reemplazos.
¡V - Económica ■
Descongelación , Comercio,
Industrias, etc.
El presidente López realizó hace
poco tiempo un viaje al departa¬
mento de Antioquia, uno de los
centros comerciales más importan¬
tes del país. A ese viaje se le dio
especial importancia económica,
porque el presidente y los minis¬
tros de economía y trabajo, se en¬
trevistaron con los industriales an-
tioqueños e hicieron declaraciones
de trascendencia. El doctor Sanz
de Santamaría (D. III-6) hizo una
descarnada exposición sobre el es¬
tado actual económico del país. No
es optimista ese análisis del minis¬
tro. Sus tesis son estas: hay una
gran deficiencia entre la producción
y el consumo nacionales ; el sistema
tributario tiene inexactitudes que
es preciso corregir, o de lo contra¬
rio «el país se precipita a una crisis
industrial que no se sabe a dónde
lo llevará»; también hay deficien¬
cias en el régimen aduanero donde
se abusa de las exenciones ; el
gobierno está impedido para subir
todavía más el sueldo de sus em¬
pleados, pero cree solucionará es¬
te problema con un empréstito de
cincuenta millones ; finalmente hi¬
zo el elogio del instituto nacional
de abastecimientos. El ministro
Arriaga Andrade se refirió- a las
excelencias del plan social, sin
emitir concepto nuevo al respecto.
El presidente López, exaltó el re¬
greso a la normalidad después del
10 de julio, exaltó igualmente el
plan social, y anuncio la desconge¬
lación de fondos en esta forma:
cincuenta por ciento de ios fondos
congelados será devuelto a las per¬
sonas que estén bajo este régimen,
para que atiendan al pago de los
impuestos nacionales y de importa¬
ción ; el resto será devuelto en paga¬
rés de forzosa suscrición que el go¬
bierno amortizará al cabo de tres
años. El presidente advirtió (P.
III-6) que la descongelación total
de fondos no es posible inmediata¬
mente, hasta tanto no exista una fir¬
me estabilidad económica, depen¬
diente, asimismo de los sucesos in¬
ternacionales. En las conversacio¬
nes habidas entre el presidente, sus
ministros y los industriales de Me-
dellín, encabezados por los docto¬
res Gonzalo y Cipriano Restrepo
Jaramillo, se trataron problemas de
trascendencia económica, como los
relativos a la tributación, minería,
café, prestaciones sociales etc., con¬
versaciones sobre las cuales han
quedado satisfechas las partes. Ac¬
cidentalmente, el presidente López
tocó el tema de la colaboración con¬
servadora en el gobierno, la que
volvió a ofrecer «libre de prejui¬
cios» (L. III-6). Sobre dicho tema
el conservatismo se abstuvo de ha¬
cer comentarios.
No habrá digestión penosa, tomando DIGESTIVOSA (J. Gr. B.)
\
(124)
Empréstito
El gobierno nacional, después de
un detenido estudio, e investido por
facultades extraordinarias, expi¬
dió un decreto por medio del cual
se autoriza un empréstito interno
de diez millones de pesos, con fi¬
nes de «defensa nacional» (T. III-
1). El contrato para realizar el em¬
préstito fue celebrado con el Ban¬
co de la República. En la defensa
nacional, entran las sumas destina¬
das a vías de comunicación. El mi-'
nistro de obras públicas, de acuer¬
do con el de guerra, estima en
$ 4.600.000 la suma que debe apor¬
tarse para el adelanto de las carre¬
teras. Para equipos militares se de¬
dicará la suma restante del em¬
préstito, o sean $ 5.400.000.
Labores del /. N. A.
El ministro Sanz de Santamaría,
en la conferencia que dio a los in¬
dustriales de Medellín, explicó el
alcance y el objeto del instituto na¬
cional de abastecimientos de crea¬
ción reciente. El ina, dijo el minis¬
tro, «no es un leviatán que intenta
la destrucción de la iniciativa par¬
ticular». Se trata, agrega el minis¬
tro, de un propósito del gobierno
tendiente a invertir en forma téc¬
nica varias sumas de dinero en per¬
secución de un mayor progreso eco¬
nómico, de la «tecnificación» de la
agricultura, y de una lógica distri¬
butiva en los productos. Una de
las primeras entradas, si se permi¬
te la expresión, que tendrá el ins¬
tituto, será la de cinco millones de
kilos de trigo, cuya importación se
hará en breve tiempo, dentro de las
normas que para exportación ri¬
gen en los Estados Unidos. El tri¬
go será uno de los artículos de
primera necesidad que fortalecerá
las reservas del instituto, para ase¬
gurar la efectividad de la misión
deseada por el gobierno, al crearlo.
Al INA se habrá de incorporar la
federación nacional de trigueros,
entidad hoy casi de tanta importan¬
cia, como la de cafeteros.
Prosperan miel y panela
Una nueva alza han registrado los
mercados de panela y miel en la
mayoría de las plazas del país, con
especialidad en las de Cundinamar-
ca, después de haber atravesado
una crisis bastante aguda durante
dos años. El precio de la panela, ha
subido su nivel, lo cual vino a pro¬
vocar en cierto modo la crisis del
azúcar. La carga de panela se co¬
tiza hoy a $ 27,00 contra $ 16,00,
cotización anterior ; es decir, el
aumento es de $ 11,00. La carga de
miel, está a $ 20,00, contra $ 14,00,
precio anterior. En cuanto al azú¬
car se informa que viene un nuevo
despacho de 10.000 sacos. Ultima¬
mente no se ha hecho tan escaso es¬
te artículo, ni su precio ha sido mo¬
tivo de especulación.
Crédito oñcial
El gobierno está en vías de darle
un vuelco a la organización del
crédito oficial (E. 11-26), a base de
centralizar todas las prestaciones
por este concepto, en el Banco Agrí¬
cola Hipotecario y la Caja de Cré¬
dito Industrial y minero. El go¬
bierno dictó un decreto, considera¬
do como el primer paso en la cen¬
tralización del crédito, en que auto¬
riza a las entidades mencionadas
para fusionarse. Es decir, la Caja
de Crédito administrará bienes del
banco. Esta negociación está prác¬
ticamente concluida. La política so¬
bre crédito oficial que aspira a se¬
guir el gobierno, es la de amplia¬
ción de las prestaciones. El capi-
Si es propenso a los catarros; EL PECTORAL SAN AMBROSIO.
(Producto J. G. B.).
(125)
tal del Banco Agrícola, se calcula
en diez millones de pesos ; al ingre¬
sar esta suma a las arcas de la Ca¬
ja de Crédito, quedará esta con un
capital de cuarenta millones, capaz
de satisfacer el proyecto de un cré¬
dito en grande escala. Para que la
caja pueda funcionar con menos
impedimentos, se le suprimen algu¬
nas secciones, como la del departa¬
mento de provisión agrícola y otras,
que pasarán a formar parte del ins¬
tituto nacional de abastecimientos.
Uno de los reclamos más justos de
los agricultores en pequeño, consis¬
te en la falta de un crédito amplio
y de facilidad en el pago. Parece
que el plan del gobierno tiende a
solucionar estos problemas funda¬
mentales de la agricultura.
Plan quinquenal
Para la agricultura se estima co¬
mo de extraordinario porvenir, la
aprobación que el congreso dio al
proyecto del gobierno, sobre plan
quinquenal. Así, al menos, opina su
autor, doctor Garlos Sanz de San¬
tamaría, ministro de economía. El
ministro, ha expuesto al país los
puntos esenciales del plan, y que
son en síntesis: la necesidad del
plan descansa en una misión agrí¬
cola de largo alcance, que no esté
interferida por el cambio de los
ministros, ni sujeta a diferentes ini¬
ciativas ; esta dolencia nacional, se
ha notado principalmente en la
agricultura; el plan trazado, con
la colaboración de los agrónomos
oficiales, abarca un término de cin¬
co años que contempla la investi¬
gación, experimentación y fomento
de estos productos : trigo, centeno,
papa, arroz, caña, tabaco, algodón,
ajonjolí, maní, coco, cacao, árbo¬
les frutales, y algunos otros; sobre
un costo de producción actual sobre
el país, para todos los renglones
agrícolas de $ 624.836.605,00, el mi¬
nistro y sus asesores concluyen que
al cabo de cinco años de trabajo
perseverante, se llegará a una pro¬
ducción o valorización equivalente
a $ 1.068.243.318,00, suma que re¬
presenta, o mejor, que demuestra
la capacidad del país para bastarse
a sí mismo, contando además con
renglones de exportación. En mate¬
ria presupuestal, el plan contempla
dos aspectos: el primero se relacio¬
na con la investigación y experi¬
mentación agrícolas, para lo cual
se ampliarán los servicios del ins¬
tituto de biología y las secciones co¬
rrespondientes en las granjas expe¬
rimentales; creación de estas don¬
dequiera que falten, y ampliación
de las deficientes; creación de la
sección de suelos y la de ingeniería
agrícola; el segundo aspecto, con¬
cierne a los servicios de fomento y
extensión agrícola, cuya aspiración
es la de impulsar la inversión de
capitales en la agricultura, pero
conforme a un criterio técnico y
proteccional, para que el inversio¬
nista no pierda su dinero por falta
de orientación ; las secciones de
economía rural y de sanidad vege¬
tal, previstas en el plan, irán a coo¬
perar con los agricultores para el
fin expuesto; también se creará un
consejo técnico de administración,
como cuerpo asesor y consultivo
de la dirección nacional de agricul¬
tura, cuerpo que estará dividido en
zonas para atender las necesidades
de cada región. A todos los hom¬
bres de empresa en el país, a los
agricultores, a los trabajadores y
a «los hombres de buena voluntad»
hace un llamamiento el ministro
de la economía nacional para que
apoyen el plan quinquenal del go¬
bierno, ya en marcha.
Para granos, bubones, furúnculos, recuerde:
JARABE DE GITALANDAY. (Producto J. G. B.).
(126)
• *Y ■ . .
Crónica de Venezuela
Elección presidencial
El problema está ya planteándo¬
se con 14 meses de antelación. Los
venezolanos se están moviendo en
todas direcciones y con un idén¬
tico propósito aparente: destacar
su propio candidato. Unos con ma¬
yor publicidad y visibilidad que
otros, con más o menos eficacia
en los métodos de acción, se aglu¬
tinan elementos en torno a nom¬
bres que representan una realidad,
un ideal, una esperanza. Se bara¬
jan candidatos, se sacan a relucir
aptitudes e ineptitudes, se habla de
patriotismo, bolivarianismo, digni¬
dad, preocupación social, democra¬
cia, post-guerra.
Los hombres honestos desean
que la marcha de la república con¬
tinúe por el camino de una recta
interpretación de la democracia, sin
desviaciones y sin pusilanimidad en
su aplicación. Existe una tradición
cívica en el país que crea derroteros
y marca, por ende, el mejor cami¬
no. Muerto el presidente Gómez,
López Gontreras inició en nuestra
patria una ruta que, abierta en di¬
ciembre del 35, pareciera haberse
adelantando a los acontecimientos
actuales, preñados de espectativa
y precursores de grandes innova¬
ciones para el mundo.
Concretando la cuestión de la
elección presidencial, la opinión pú¬
blica destaca a varios elementos de
grande valía y significación políti¬
cas. Se habla del Dr. Diógenes Es¬
calante, embajador de Venezuela en
Estados Unidos; del doctor G. Pa-
rra-Pérez, actual canciller, quien
acaba de realizar una admirable la¬
bor de armonización continental
por Germán Borregales
en la conferencia de cancilleres de
Méjico; del doctor Arturo Uslar
Pietri, vigorosa mentalidad vene¬
zolana, hombre nuevo y brillante,
secretario del presidente Medina
Angarita. De todos los candidatos,
el ex-presidente López Gontreras
se lleva las mayores simpatías y
hoy por hoy es el candidato de ma¬
yores posibilidades, pese a la cam¬
paña de desprestigio de los mar-
xistas.
Relaciones con la Unión Soviética
El gobierno nacional ha estable¬
cido relaciones con la Unión Sovié¬
tica. Por la primera vez en la his¬
toria, Venezuela enviará a Moscú
un representante y Rusia su emi¬
sario a Caracas. Se planteará un
problema más al país con la pre¬
sencia, en nuestra capital, de un
agente oficial de la III Internacio¬
nal comunista. 50 o más secretarios,
peritos en todas las materias, lle¬
garán a nuestro país. Si nos atene¬
mos a la historia, hechos de innega¬
ble veracidad, la nueva legación se¬
rá, a la vez, nueva central de sub¬
versión y sabotaje. No han hecho
más tales representaciones en otra
parte. Están en su lógica función
revolucionaria; por tanto, ellos
los comunistas, son consecuentes.
¿Ahora, nosotros, el gobierno?
¿Cómo quedan nuestras leyes
prohibitivas terminantes del comu¬
nismo?
Estudiada la cuestión desde el
punto de vista comercial, nadie sa¬
be cuáles serían las ventajas de ta¬
les relaciones. Ni aun los comu¬
nistas las han hecho relucir. Ni el
(127)
gobierno para calmar, un poco si¬
quiera, el revuelo y la unánime ac¬
titud de rechazo.
15.000 hombres comulgaron el martes
santo
Las juventudes católicas venezo¬
lanas, aguerrida asociación que se
viene perfilando en nuestro país
como la mejor fuerza organizada
entre las buenas, está trabajando
por la gran comunión de hombres
que, anualmente, viene teniendo lu¬
gar el martes santo en la Plaza Bo¬
lívar de Caracas. Se calcula que la
comunión del martes 27 de abril al¬
cance la suma de 15 mil hombres,
en la sola Plaza Bolívar. Reina
grande animación, se ven cartelo-
nes en todas partes, los cuadros mi¬
litantes de la JC se desplazan día
y noche por todas partes y en el
centro de la ciudad como en las
más humildes barridas populares,
no falta el cálido llamamiento al
cumplimiento pascual.
15.000 hombres probarán el mar¬
tes santo que Venezuela, a pesar
de la propaganda impía y malsana
de los traidores de la patria, sigue
fiel a su brillante y gloriosa tradi¬
ción hispana.
Admirable desarrollo de Caracas
Nuestra capital se trasforma de
manera hermosa y formidable. La
posteridad tendrá que rendir al es¬
fuerzo gubernativo concretado en
la reurbanización de El Silencio el
más justiciero encomio. Fue aquí
el punto de partida del embelleci¬
miento y modernización de la capi¬
tal de Venezuela. Habían tenido lu¬
gar ciertos ensayos de urbanismo,
pero su propia timidez limitaba sus
proporciones y no les daba pro¬
yecciones. El Silencio es la mejor
urbanización de América. 3.000
apartamentos se construyen a todo
vapor que están haciendo bella y
trocando la manera de vida del
hombre de clase media, sufrido
trabajador de nuestro conglomera¬
do. Después de esta obra, se reali¬
zan innumerables más. Por todas
partes, Caracas, la vieja Caracas,
da la impresión de una ciudad si¬
tiada por el progreso, que la de¬
rrumba y la ataca en todas sus di¬
recciones. Millones de bolívares se
invierten en edificios de 10 y 12
pisos. Recientemente el gobierno
distrital decretó la construcción de
la avenida Bolívar, que atravesará
la ciudad por todo su corazón de
este a oeste; le siguen en los cos¬
tados de la capital oirás avenidas
en construcción, la Sucre y la San
Martín.
El metro de terreno en el centro
de Caracas, Plaza Bolívar, se ven¬
de al precio fabuloso de 5 mil bolí¬
vares. Hay quien diga que aquí la
tierra vale más que en la 5? aveni¬
da de Nueva York. 8 mil habitacio¬
nes se han construido en los úl¬
timos 3 años.
Congreso a las puertas , sus tareas
El 19 de abril se instalará el con¬
greso nacional, al que le tocará des¬
empeñar una excepcional tarea his¬
tórica. Reformas constitucionales,
declaración de la guerra al eje, re¬
forma agraria etc. Sobre el desarro¬
llo de su funcionamiento, nada po¬
demos apuntar. Hablamos, sí, de
su tremenda responsabilidad. Si la
corte federal no les anula la elec¬
ción, por la primera vez irán este
año al congreso dos o tres diputa¬
dos comunistas, electos en las úl¬
timas elecciones del 19 de enero
próximo pasado.
Recordamos que estos diputados
en función serán los últimos que
van al congreso por elecciones de
segundo grado, esto es, por votos de
concejales. La reforma constitucio¬
nal, que recibirá en abril la tercera
y última discusión, establece las
votaciones directas en el país.
De modo que el próximo congre¬
so será electo por el pueblo direc¬
tamente.
(128)
En cada PIELROJA se encuentra el agra¬
do completo de fumar bien. Este cigarrillo, fabrica¬
do especialmente para agradar, ofrece todos los
días el delicioso soborde los tabacos maduros más
finos de Colombia. Fumar bien contribuye a vivir
mejor.
IM I I ROJA
Crónica musical
A propósito del ballet ruso
Poderosamente impulsados por
el deseo de presenciar el espectácu¬
lo constituido por el Ballet Ruso
que con tan adecuado y razonable
éxito ha estado actuando en esta ca¬
pital, en la noche del día 7 de los
corrientes concurrimos al Teatro
de Colón, en donde nos tocó en
suerte disfrutar de los innegables
atractivos de la mencionada enti¬
dad artística de exaltación del rit¬
mo, acerca de cuyo alcance y tras-
cendentalidad, y con el propósito
de contribuir a evitar errores de
apreciación por parte de la ciuda¬
danía, haremos a continuación al¬
gunas consideraciones precedidas
de una breve reseña de su origen,
como también respecto de los mo¬
tivos más o menos fundados para
que el ballet, en la época presente,
sea equivocadamente considerado
por muchos como la más elevada,
satisfactoria y completa de las ma¬
nifestaciones artísticas.
El arte destinado a indicar o pre¬
cisar el ritmo por medio, del gesto
o los movimientos del cuerpo, y
que en Francia recibe el nombre
de chironomie, tuvo su origen prin¬
cipalmente entre los antiguos grie¬
gos a quienes se les ocurrió que
los sucesivos actos de levantar el
pie y bajarlo nuevamente al andar,
respectivamente constituían lo que
denominaron arsis y tesis, que a su
vez representaban el tiempo dé¬
bil, el primero, y el tiempo fuerte
la segunda.
Aplicada al canto esta fórmula,
los maestros de coro determinaban
por R. Mariño Pinto
el movimiento rítmico por medio
de una elevación y descenso de la
mano derecha, que en tal operación
solía describir una especie de cur¬
va precedida de uno o más sonidos
de los que hoy representan lo que
se llama anacrusa. De modo que
según esto tenemos que existen es¬
trechas vinculaciones entre el ritmo
y los movimientos materiales hu¬
manos.
Progresivamente adelantado el
arte a través de los siglos, en la
época moderna hubo de quedar
constituida y caracterizada la mú¬
sica pura, o sea la música instru¬
mental desprovista de plasticidad,
pero que dentro del ramo sinfóni¬
co es la que evoca visiones convir¬
tiéndose en trascendental, puesto
que por sí misma y en aras de la
perfección de los instrumentos, re¬
presenta el amor, la vida, la natu¬
raleza y todo cuanto es capaz de
responder a las aspiraciones y an¬
helos de los compositores; mas,
comoquiera que es propio de la
humana tendencia el no darse por
satisfecha sino con lo real y mate¬
rialmente tangible, a complacer tal
tendencia muy probablemente es
a lo que obedece el que en la época
contemporánea, y tal vez un poco
antes, a algunas mentalidades inge¬
niosas se les haya ocurrido valerse
del sorprendente perfeccionamien¬
to adquirido en la técnica del bai¬
le, con el objeto exclusivo de dar
mayor realce a la música con la coo¬
peración de todo un cortejo de re-
(130)
cursos con que hoy cuenta la mí¬
mica.
Llevado a la práctica el espec¬
táculo en la forma indicada, lo na¬
tural y lógico es que las gentes ma¬
nifiesten un delirante entusiasmo
ante la precisión de los movimien¬
tos ajustados al ritmo de las respec¬
tivas obras; ante los contrastes de
luz y el innegable atractivo de la
indumentaria y decorado, a veces
muy suntuosos.
Con referencia a esto último se
nos ocurre pensar que hace ya va¬
rios años, no muy descarriadas an¬
daban algunas distinguidas damas
bogotanas, quienes, como doña
Agustina Tanco de Mancini, solían
manifestarse partidarias siquiera
fuese de una modesta plasticidad
cada vez que con laudables fines se
les ocurría llevar a cabo un con¬
cierto en el teatro de Colón ; plasti¬
cidad esa que casi siempre se tradu¬
cía en la intervención de cuadros
simbólicos con el auxilio de varie¬
dad de luces de diversos colores, y
otras ocurrencias que no por lo es¬
pontáneas, eran menos simpáticas.
Mas, con relación al asunto, aquí
precisamente se presenta lo intere¬
sante y decisivo.
Dadas las cualidades altamente
apreciables del espectáculo, y con¬
siderando el ballet meramente en
abstracto y como entidad artística,
ocurre preguntar: ¿es el ballet la
más trascendental y encumbrada
manifestación del arte musical en
los actuales tiempos? Rotundamen¬
te no; pero es necesario demostrar
el por qué.
No obstante las vinculaciones
existentes entre el ritmo y los mo¬
vimientos del cuerpo, y a pesar de
los considerables progresos de la
mímica dentro de la ultramoderna
danza, el ballet, tal como hoy se
presenta en el escenario artístico
mundial, con todo su cortejo de
virtuosismos de malabarismo cor¬
poral, no representa más que un
mero aditamento o agregado inge¬
nioso, al que en manera alguna pue¬
de ni debe estimarse como la cima
o cumbre de la música trascenden¬
tal; y esto es tanto más verdadero,
cuanto más se considera que a nin¬
gún compositor, al producir, por
ejemplo, una sinfonía, en ningún
momento se le ocurre tener en
cuenta para nada el que su obra
pueda ser realzada con las mate¬
riales contorsiones de los cuerpos,
así sean ellos los de las más bellas
mujeres de este mundo, puesto que
para eso cuenta con todos los re¬
cursos que le brinda su erudición,
adecuada y oportunamente auxi¬
liada con las características de las
diversas familias de instrumentos
de orquesta.
Guando un compositor quiere
cristalizar de manera apropiada
cualquier concepción dramática,
en lo primero que piensa es en
producir una ópera, en vez de acu¬
dir a la muda elocuencia de la gim¬
nasia rítmica, que cuando más le
serviría a modo de cortina de hu¬
mo, en donde, como por encanto,
se desvanecerían las espirituales
emanaciones de su música.
En la partitura de una de las
sinfonías de Beethoven, y al mar¬
gen del comienzo de un movimien¬
to descriptivo, el autor tuvo a bien
consignar para los primeros violines
la insinuación siguiente: «Atién¬
dase más al sentimiento que a la fi¬
gura», con lo cual brevemente está
demostrado lo que quería expresar.
Si este gran genio que tan alto con¬
cepto poseía respecto de la excel¬
situd del bien entendido amor hu¬
mano, hoy existiera, ni por un ins¬
tante se le ocurriría encomendar
a una bailarina el dar realce a
una de las arias de su ópera Fidelio ,
para que la interpretase valiéndose
del ángulo agudo formado por la
(131)
colocación de una de las piernas
a la altura de la cabeza, en un
compás ternario, en vez de confiár¬
sela a una gran cantatriz que pu¬
diera representar a Leonora. Eso
sería grotesco.
Decididamente, cuantos en obe¬
decimiento a los dictados de cier¬
to espíritu de caprichosa novedad,
abrigan la esperanza de que ante
las excelencias del ballet llegue a
ser eliminada la ópera, andan muy
equivocados, desde luego que para
ello se necesitaría que el elemento
dramático dejara de formar parte
integrante del árbol genealógico de
la música.
En consecuencia de lo expuesto,
por medio de las presentes líneas en
manera alguna hemos pretendido
desconocer el mérito artístico que
caracteriza al Ballet Ruso que aho¬
ra actúa en la ciudad, con innega¬
ble y merecido éxito, sino sencilla¬
mente impedir que por personas
cultas, pero no suficientemente en¬
teradas, se continúe atribuyendo
ai ballet, como entidad artística, una
importancia y trascendencia que
no le corresponden.
Música vocal
Con el objeto de proveer a la ca¬
pital de la república de una enti¬
dad artística operática para la re¬
presentación de obras lírico-dramá¬
ticas, en esta ciudad se han realiza¬
do ya dos laudables intentos, o sean
los de 1932 y 1943 a 1944, con un
éxito artístico proporcionado a la
circunstancia de ser casi entera¬
mente improvisado el respectivo
elenco cuyo personal carecía de
un proceso adecuado para su for¬
mación, aunque en su mayor par¬
te revelaba capacidades excelentes.
Indudablemente la suspensión de
representaciones, en una y otra
ocasión, ha obedecido a la carencia
de los necesarios recursos para su
sostenimiento permanente por par¬
te del Estado, ya que en tal sentido
y por diversas razones, muy poco
o casi nada era lo que podía espe¬
rarse del público.
El constante mantenimiento de
una entidad artística en tales con¬
diciones, y nada más que para la
representación de óperas italianas
del siglo xix, desde el punto de vista
trascendental artístico no corres¬
pondería al esfuerzo pecuniario
que realizara el Estado en caso de
resolverse a ello, habida considera¬
ción de que el exclusivo predomi¬
nio de esa música, no sería, como
no es, el verdaderamente apropia¬
do para la difusión de la positiva
cultura artística; y también por¬
que por la circunstancia anotada,
y a pesar de los subsidios, el con¬
junto operático no dejaría de tener
el carácter de empresa, en vez del
de escuela, que es el que debería
corresponderle, toda vez que entre
nosotros no ha habido tradición de
procedimiento al respecto.
Dada la conveniencia de que la
capital y el país cuenten con una
entidad artística vocal para la cons¬
titución y desarrollo de la positiva
cultura, lo cuerdo y acertado se¬
ría que dentro de la asignatura de
canto, el conservatorio nacional
propendiera por dar mayor impor¬
tancia a la formación de una enti¬
dad coral compuesta de los alum¬
nos más adelantados de dicha asig¬
natura y de la de solfeo, para la
interpretación de obras polifónicas
clásicas y modernas, con el corres¬
pondiente colorido emanado de la
acertada disciplina en el manejo del
conjunto que en no lejano día po¬
dría llegar a ser una institución res¬
petable, que con sus actuaciones
educara e ilustrara trascendental¬
mente al público, disponiéndolo pa¬
ra apreciar un arte musicalmente
más sólido y robusto que aquel en
que. predominan los consabidos di¬
vos en la ejecución de sempiternas
(132)
ES EL NOMBRE
QUE HA HECHO
FAMOSO EL
NOMBRE DÉ LA
CERVEZA
COLOMBIANA
arias, en las que la orquesta no va
más allá de representar el triste
papel de un guitarrón. Todo ello
sin perjuicio de ir calmadamente
disponiendo el personal adecuado
para la representación de óperas
clásicas y modernas, como también
italianas.
El cine y la música
A la caduca y efímera existencia
de las películas cinematográficas,
probablemente es a lo que se debe
el que la música que en algunas de
ellas se emplea vse caracterice de
ordinario por la trivialidad e intras¬
cendencia, tanto desde el punto de
vista de un estructural esmero, co¬
mo de su espíritu e índole, total¬
mente desprovistos de elevación
y de nobleza, aun cuando se trate
del realce de muy sanas y emocio¬
nantes escenas en que el bien en¬
tendido amor humano podría en¬
contrar en la música algo que lo
exaltase y lo diferenciase de ese
otro amor puramente pasional y
rastrero, de la manera como supie¬
ron hacerlo en sus obras algunos
grandes maestros.
Guando hace unos tres años las
empresas cinematográficas exhi¬
Crónica
El éxito del ballet ruso estuvo a
la altura de su fama, si bien es
cierto que en la propaganda — co¬
mo en casi toda propaganda — hu¬
bo regulares dosis de exageración.
Desde las primeras bailarinas, has¬
ta los directores de orquesta, el ba¬
llet es todo un conjunto, un conjun¬
to espléndido y armónico. Sin es¬
fuerzo puede entreverse la discipli¬
na que le ha impuesto su director,
bieron la película denominada La
novia inmortal de Beethoven , era
de admirar cómo, con el objeto de
proporcionar a las gentes un entre¬
tenimiento baladí, sustrayéndolas
de todo lo sustancial y provechoso,
el autor o autores de la película no
se preocuparon más que de agregar
rellenos frívolos y fantásticos, a los
pocos episodios amorosos de la vida
del gran hombre, a quien además
de representársele como una espe¬
cie de peón sentado al piano para
estropear y profanar sus propias
obras, se le hacía aparecer como
otro Juan Tenorio afanoso única¬
mente de hacer conquistas entre
los corazones femeninos, a los
cuales la película se esmeraba en
poner en ridículo, sin tener en
cuenta para nada la esencia del
verdadero amor, cuando del tema
se habría podido derivar algo tras¬
cendental y benéfico para la hu¬
manidad.
Tales son los prodigios de la pre¬
dilección por el dinero, que valién¬
dose de los adelantos mecánicos, no
tiene reparo alguno en menoscabar
y situar en un bajo nivel todo lo
que Dios ha concedido al hombre
para su dignificación en este
mundo.
teatral
por Artús
el coronel de Basil, y que lo ha lle¬
vado al puesto artístico que hoy
ocupa en los teatros del mundo.
No es el ballet un espectáculo
para grandes públicos. Por razón de
su estilo, el ballet tiene su campo
limitado para gustos especiales. La
mitad de su fuerza está en la mú¬
sica y la otra mitad, en la inter¬
pretación coreográfica. Bien poco
valen en sí, los argumentos. Mas.
(Pasa a la página 139)
(134)
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ría .
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Orientaciones
La Religión en Rusia
por Juan Alvarez, S. J.
En tiempo de los Zares
La política centralista de los zares velaba ante todo por mantener
la hegemonía de la religión del Estado. Toda otra religión estorbaba sus
planes. Ello no impidió para que Catalina II tolerara dos o tres colegios
de Jesuítas. Pablo I, el gran maestre de la Orden de Malta, dejó ver
muchas veces sus simpatías por la Iglesia universal. Alejandro I mostró
durante años tolerancia con los católicos. Pero si los zares tuvieron a
veces blandura con los católicos, no faltaban políticos anónimos que mo¬
vían toda clase de resortes para restar fuerza al catolicismo, fundando
su patriotismo en impedir a la Iglesia católica su expansión en Rusia.
Desde luego el antiguo régimen usaba de todos los medios para im¬
pedir la propaganda . El principal factor de la máquina anticatólica era
la iglesia ortodoxa, que de las hogueras y trabajos forzados pasaba a dis¬
posiciones ridiculas como prohibir sentarse a la mesa con un católico, y
usaba ritos especiales para purificar los objetos que venían de los países
de maldición de la Europa católica.
Las leyes eclesiásticas que eran leyes del Estado, ponían cerco ce¬
rrado al católico. Pasarse a la Iglesia católica era un crimen de estado.
El católico que sabiendo que su abuelo había sido ortodoxo se empeña¬
ra en seguir siendo católico, caía bajo la misma ley. El católico que ayu¬
dara a un ortodoxo a pasarse a la Iglesia romana quedaba privado de to¬
do derecho y era arrojado a las temiblas cárceles de Siberia o agregado
a los batallones disciplinarios. El sacerdote que admitiera al catolicismo
a un niño ortodoxo debía dimitir su puesto, y si reincidía era despojado
de su dignidad sacerdotal (lichen sana), aprisionado y obligado a renun¬
ciar en adelante a todo ministerio. Y ¡ay del obispo que intentara defen¬
derlo! Había prohibición absoluta de ritos religiosos públicos, procesio¬
nes, cantos, emblemas, entierros etc. Para levantar una cruz o una capi¬
lla se requería permiso muchas veces del zar mismo, y siempre del mi¬
nistro de cultos que tenía demasiadas preocupaciones dogmáticas, por
130
ORIENTACIONES
lo que a veces tardaba la extensión de tales permisos veinte y hasta
treinta años.
El obispo católico no podía abandonar su sede sin anuencia del go¬
bernador, y cuando lo hacia, iba vigilado por é®^darmes, Tampoco podía
habitar en ciudades importantes. Tales eran las restricciones a los cató¬
licos, que al instaurarse la libertad de cultos en 1905, un ortodoxo, K.
Arseniev, decía: «Sobre el sacerdote católico pendía la espada de Damo-
cles en forma de multas, por motivos muchas veces incomprensibles».
Difícilmente un obispo o sacerdote católico conseguían pasaporte pa¬
ra Rusia zarista. En los consulados rusos de Europa se leía: «En Rusia
no se admiten jesuítas sean de la orden religiosa que sean». El gobierno
del zar juzgaba al catolicismo un estado peligroso para la tranquilidad
del imperio. Así lo manifestaba el embajador ruso a Pío IX, lo que le
valió esta enérgica respuesta del Papa: Vial
Ya desde el siglo pasado un ruso convertido, el jesuíta Iván Gaga-
rin, proponía en una revista europea el dilema que se presentaba a sus
compatriotas: «O catolicismo, o revolución». Y vino la revolución mer¬
ced a la corrupción de la burguesía, al sentimentalismo en religión fo¬
mentado, por la ortodoxia, a la indiferencia de las clases altas. Años antes
de la revolución del 17, escribía S. Bulgakov: «En ningún país de Euro¬
pa las clases cultas han sido tan atacadas de indiferentismo religioso co¬
mo entre nosotros. Es un verdadero contagio en masa. . . Una mentali¬
dad racionalista y atea es toda la fe en esos medios, donde desde la niñez
y adolescencia se adoptan los dogmas del ateísmo con pasmosa facilidad.
Nuestros políticos no son calculadores prácticos que tienden progresiva¬
mente a un fin, son unos exaltados impacientes por una mañana que ha
de realizar el reino de Dios sobre la tierra... Rusia, salvo raras excep¬
ciones, no ha tenido clases cultivadas cristianas».
El catolicismo bajo el Soviet
Entre los límites territoriales que están hoy bajo el Soviet, había
el año de la revolución 614 iglesias católicas en servicio; había 581 capi¬
llas; había 810 sacerdotes; eran 7 los seminarios; y 8 los obispos que
estaban al frente de la grey católica rusa. En ese mismo año existían
43.000 parroquias ortodoxas en toda la santa Rusia. El número de adep¬
tos católicos el año 17, era de 2.071.612.
Veamos ahora la realidad actual de la situación religiosa rúsa.
El primer dogma del bolcheviquismo es que no hay dogma. «La re¬
ligión es el opio del pueblo». Lenín escribió: «Si las religiones se limita¬
ran a una simple creencia individual o colectiva que no tuviera necesi¬
dad de templos, ni ritos, ni sacerdotes, podría tolerarse. Pero es de todo
punto inadmisible que un partido político que alcance el poder para ve¬
rificar las necesarias reformas en pro de las clases hasta hoy desvalidas,
tolere el dañino influjo que ejercen sobre muchos hombres crédulos, no
los dogmas de las religiones positivas, sino los hombres encargados de
JUAN ALVAREZ
131
explicar esos dogmas, que se arrogan el derecho de dirigir las concien¬
cias de quienes creen las patrañas que propalan a fin de darse buena vida,
dedicarse a la holganza y ejercer influencia decisiva muchas veces en
el gobierno de los estados.
* «El partido bolchevique pide no la libertad, sino la supresión de to¬
dos los cultos porque considera que todos ellos acarrean perjuicios a
la colectividad».
Así fue que al instalarse la revolución rusa vino la persecución a
la fe cristiana, y en particular a cuanto tuviera carácter de católico. Dí¬
galo si no la deposición del Patriarca Tikón, que murió en la prisión por
su entereza en protestar contra los abusos del régimen.
Tuve ocasión de visitar dos exposiciones ilustradas con numeroso
material ruso, la una en el Colegio Rúsico de Roma, y la otra en Holanda.
Allí aparecían las fotos de procesiones carnavalescas que satirizaban la
religión y sus ceremonias. Multitud de periódicos, y algunas muestras de
los millones y millones de impresos, folletos, libros, hojas volantes que
salían anualmente de las prensas del Estado, en los que se recogía toda
la basura de viejas calumnias, y esto no en ruso sino en todas las lenguas
europeas, conforme al plan universalista del Komintern. Las infames
caricaturas de los dogmas cristianos, del Papa y de los ritos, daban una
lejana idea de la propaganda antirreligiosa oficial en los museos y en
los centros de enseñanza. Por otra parte, sabemos de sobra que toda en¬
señanza religiosa estaba vedada antes de los 18 años. ,
Que la persecución amainó en algunas épocas es bien sabido, pero
para desencadenarse con más fuerza luégo, y siempre por motivos de
táctica explicables. Pero es un hecho que hasta el 22 de junio de 1941,
la religión ortodoxa en Rusia padeció persecución sistemática que puede
probarse con la fría elocuencia de los números. De las 43.000 parroquias
ortodoxas existentes en 1917, era imposible encontrar más de doscientas
iglesias abiertas al culto en toda Rusia. Todos los monumentos habían si¬
do clausurados. Todas las propiedades de la Iglesia fueron confiscadas
conforme al decreto soviético del 23 de enero de 1918, cuyo artículo 12 dice:
«Ninguna iglesia ni grupo religioso tiene derecho a la propiedad privada.
Ellos no gozan del derecho de personería jurídica».
Respecto a la Iglesia Católica en la actualidad, podemos adelantar
que en toda Rusia no existen más que dos templos católicos: uno en Mos¬
cú, la famosa iglesia de San Luis dependiente de la embajada francesa
y servida por un sacerdote canadiense, y otro en Leningrado sin sacerdote
que lo atienda. No queda un solo seminario. Está prohibida la entrada
al clero católico. Sabemos que en las cárceles de Siberia yacen centena¬
res de sacerdotes católicos y varios obispos. A este respecto vamos a to¬
mar datos de una publicación oficial de la Santa Sede que no deja lugar
a dudas. El Anuario Pontificio de 1943, nos proporciona estas noticias
textualmente :
«Mohilev. Administrador apostólico de Mohilev: S. E. R. Monseñor
132
ORIENTACIONES
Boleslao Sloskan, obispo titular de Cilio, administrador apostólico de
Minks; nombrado el 13 de agosto de 1926 (en la cárcel por la fe desde
el 10 de agosto de 1927, después relegado a Siberia, y ahora exilado).
Administrador apostólico en Moscú, S. E. R. Monseñor Pío Eugenio
Neveu, de los agustinos de la Asunción, obispo titular de Citro; nombra¬
do el 5 de setiembre de 1926 (ahora en París).
Administrador apostólico en Leningrado .
Auxiliar del administrador apostólico: S. E. R. Monseñor Teófilo
Matulionis, obispo titular de Matrega, nombrado el 8 de diciembre de
1928 (en la cárcel por la fe de 1923 a 1926 y de 1926 a 1929, y ahora
exilado).
Administrador apostólico en Karkov: Reverendísimo don Vicente II-
gin, nombrado el 15 de agosto de 1926 (en la cárcel por la fe y después
exilado).
Administrador apostólico en Kazán, Samara y Simbirsk: Reverendí¬
simo don Miguel Juodokas, nombrado el 1® de setiembre de 1926 (en la
cárcel por la fe desde abril de 1929, después exilado y residente en Li-
tuania). r
Vicario general o exarca para los católicos del rito bizantino en
Moscú . .
Kamieniec. Administrador apostólico: R. Juan Swidereski (en la cár¬
cel por la fe desde enero de 1930 y después exilado a partir de setiem¬
bre de 1932).
Vicario del administrador apostólico: Reverendísimo Alejandro Wuers-
bicki (en la cárcel por la fe desde 1932).
Minsk. Administrador apostólico: S. E. R. monseñor Boleslao Slos¬
kan (Ver Mohilev).
Tiraspol. Administrador apostólico de Odessa para la parte meri¬
dional de la diócesis .
Administrador apostólico del Volga: monseñor Agustín Baumtrog,
nombrado el «23 de mayo de 1926 (en la cárcel por la fe desde agosto
de 1930).
Administrador apostólico de Tiflis y Georgia .
Vicario ad-interim: Reverendísimo don Esteban Demurof.
Administrador apostólico para los armenios católicos de toda Rusia...
Vicario ad-interim: Monseñor Caparet Dirkughian».
Estos datos bastan para desmentir toda propaganda. La Iglesia ca¬
tólica no tiene libertad en Rusia.
¿Ha cambiado la cuestión religiosa en Rusia?
Así nos lo dice todos los días una intensa campaña gráfica y de
prensa. El boletín de la legación soviética de Bogotá, ha publicado varios
artículos en torno a este tema que resultan deliciosamente irónicos. Pero
no son más que artículos de exportación y propaganda.
El oportunismo de la política soviética y los cambios de táctica en¬
tran también de lleno en la cuestión religiosa como vamos a probarlo.
JUAN ALVAREZ
133
Es cierto que ha habido cambio en la actitud oficial del soviet res¬
pecto a Ja Iglesia ortodoxa. Desde el otoño de 1943 se la ha concedido
la tolerancia oficial. ¿Implica ello un cambio fundamental en la actitud
comunista respecto a la religión, o es mas bien un compromiso impuesto
por las circunstancias? Antes de responder me permito recordar lo que
afirma Stalin en los Fundamentos del Leninismo ; «Los bolcheviques sabe¬
mos mejor que nadie que en cierto sentido lo poco ayuda mucho, y que
bajo ciertas condiciones son útiles y necesarias ciertas reformas en gene¬
ral, y ciertos pactos y compromisos en particular...». (Pág. 102 de la
edición inglesa).
Es de todos sabido que Hitler invadió a Rusia bajo el mote de una
«cruzada santa» por la libertad de la iglesia, campaña preparada con
sobra de habilidad desde mucho antes dentro de los círculos ortodoxos
del extranjero, cuyo baluarte estaba en Belgrado. Y es también sabido
que la política atea del soviet a pesar de su empeño tenaz y poderoso,
ha fracasado en Rusia. El censo de 1937 demostró que después de 20
años de campaña atea una tercera parte de la población urbana y dos
terceras partes de la del campo eran todavía cristianas.
El arma esgrimida por el invasor alemán iba tomando efectos oe
tragedia. La Iglesia ortodoxa, postrada y perseguida (diga lo que diga la
propaganda) hasta el 22 de junio de 1941, empezó a sentir la simpatía
y el apoyo oficial. La campaña atea bajó el tono, la biblia empezó a im¬
primirse por primera vez desde la revolución, se suprimieron los perió¬
dicos ateos Bezbozhnik y Antir eligió znik , se disolvió la asociación de los
sin Dios que contaba más de cinco millones, y el propio Emiliano Gubel-
man, mejor conocido por el apellido Yaroslavski, deploraba desde las
columnas de Pravda de 20 de enero de 1942, la destrucción de los monu¬
mentos religiosos rusos . . .
Pero hay más. La mitigación de las leyes respecto a la Iglesia orto¬
doxa ha recibido otra interpretación internacional que es bien verosímil:
se recuerda que los griegos, los búlgaros, los serbios de Yugoeslavia y
4 millones de polacos pertenecen a la igesia ortodoxa rusa. ,
Pues bien. No obstante los actos de aparente benignidad y las mara¬
villas con que trata de deslumbrarnos la propaganda, como el libro des¬
conocido casi en Rusia sobre la no persecución religiosa y prologado por
el Patriarca Sergio, las cosas no han cambiado sustancialmente. Sigue
vigente la legislación antirreligiosa, la propiedad eclesiástica no ha sido
devuelta sino en porción minúscula (el despojo subía a la suma de 1.500
millones de dólares), proscritas como delictuosas las asociaciones juve¬
niles de educación espiritual, no se encuentran en el mercado libros, es¬
tampas ni objetos religiosos. Todo esto lo comprueba un testigo ocular
que pudo visitar a Rusia en septiembre de 1942, quien ha redactado al
respecto un detenido informe de que nos valemos aquí.
«Sólo podremos entender a Stalin sobre una base de equidad e in¬
teligencia, dice el periodista americano H. W. Ghamberlin, avezado du-
134
ORIENTACIONES
rante diez años de corresponsalía en Moscú, si prescindimos de la pro¬
paganda y de la censura, y aceptamos al jefe soviético por lo que es, o
sea, un dictador astuto, tenaz y oportunista, que ha mudado de política
con frecuencia en el pasado, y puede cambiarla en el futuro, cuyo prin¬
cipio conductor es lo que él concibe como conveniente para si o para
su país».
Según el informe aludido, de las 454 iglesias ortodoxas existentes en
Moscú al tiempo de estallar la revolución, están hoy abiertas solo 25 in¬
cluyendo las de la llamada Iglesia «roja». De estos 25 templos, el más
grande tiene espacio para unos dos mil fieles, mientras los 24 restantes
solo pueden albergar de 500 a 1000 personas. Se calcula que solamente
1/60 de los fieles moscovitas pueden tomar parte en las funciones del
culto. En cuanto al clero, no llegan a 50 los sacerdotes, los cuales- deben
actuar en una masa de 1.500.000 fieles que se dice hay en Moscú. Y como
tampoco podrían escuchar las confesiones de todos, suelen impartir la
absolución general después de leer en voz alta una lista de los pecados
contra los mandamientos de Dios.
¿Y la Iglesia Católica?
El director del consejo soviético de asuntos religiosos, de reciente
creación, afirmó hace poco que los católicos gozaban de los mismos de¬
rechos que las demás agrupaciones religiosas. Si a eso se añade que el pú¬
blico occidental se informa, que por ejemplo, el general de Gaulle oyó
misa en Moscú, tenemos completa la noticia para la exportación.
Pero vamos a examinar la actitud de Moscú respecto al Vaticano.
(En cuanto a la misa del general de Gaulle tuvo lugar en la iglesia per¬
teneciente a la embajada francesa, como vimos, la única que está actual¬
mente en servicio en toda Rusia).
He perdido ya la cuenta de los ataques rusos al Vaticano en los últi¬
mos meses. Es una hostilidad sistemática y llena de tendencias y embus¬
tes. Enumero los que recuerdo:
Primero: Ataque de Estrella Roja , órgano del ejército ruso, fundado
en citas del folleto escrito por un ex-comerciante alemán que asevera que
no habrá verdadera paz en Europa hasta que no se liquide toda influen¬
cia del Vaticano.
Segundo: Ataque de Izvestia en que acusa al Vaticano de pro-fascis¬
ta, porque dizque no protestó contra el golpe italiano a Francia. Ata¬
que por cierto desafortunadísimo, pues suscitó una oleada de protesta
en todos los círculos británicos y americanos. A propósito de él dijo el
Washington Post que Rusia «teme la oposición del Vaticano a sus proyec¬
tos sobre Polonia y en consecuencia trata de desacreditarlo». Agregó
que Rusia calcula mal al lanzar estos ataques contra la Iglesia, y «lo
que es más característico, justifica y renueva el ataque con citas de pu¬
blicaciones anticatólicas estadounidenses, como si nuestra prensa, que
disfruta de libertad, y su prensa amordazada, no reclamaran la debida
distinción». Rusia olvidó además que ella tampoco protestó, olvidó que
JUAN ALVARBZ
135
los barcos que invadieron Abisinia se surtieron de petróleo en Bakú,
que no ha protestado por el trato de los japoneses a prisioneros ameri¬
canos, y que gracias a ella se desató la guerra hitleriana. Todo esto le re¬
cordaron en esta ocasión.
Tercero: Ataques lie Pravda, de La Guerra y las Clases trabajadoras ,
que llaman a la política del Vaticano «sombra siniestra».
Cuarto: Ataque del periodista soviético X. Gofman, que llama a
Pío XII «predicador de una paz suave».
Quinto: Ataque del Ex-embajador Bosir Stein, quien afirmó en re¬
ciente conferencia en Moscú, que el Vaticano «con su poderosa organi¬
zación internacional, enorme fortuna y astuta diplomacia, es un peligro
considerable para la paz del mundo y la seguridad de la post-guerra». Y
exhorta a renglón seguido a que se estudien detalladamente la historia
y los métodos del Vaticano para evitar riesgos.
Con razón, comentando estos ataques, afirma el Osservatore Romano:
que «semejantes revelaciones» que pretenden ser noticias sensacionales
ofrecidas a la opinión mundial, «han de calificarse entre los frecuentes
ataques, arbitrarios, falsos y calumniosos que desgraciadamente, cierta
clase de propaganda ha venido empleando en el pasado. No existe el me¬
nor fundamento por imperceptible que sea, en los informes anteriores.
(Se refiere al resumen de un artículo aparecido en The Protestant que
hace referencia al importante control del Vaticano en la economía argen¬
tina, a un depósito de un conocido banco etc.). «Es de esperarse, añade
Osservatore , que se abandonen por lo menos ciertos métodos de osada
animosidad antirreligiosa, después de las numerosas y convincentes prue¬
bas que la Santa Sede ha dado de su amplia solicitud e incansable cari¬
dad para remediar los horrores de la guerra y para aliviar los sufrimien¬
tos incalculables, obra en la que ha empleado el auxilio de fuentes mate¬
riales que constantemente disminuyen, y que serían absolutamente inade¬
cuadas si no las robusteciera la generosidad de los fieles de muchas na¬
ciones. Pero al parecer, aún se halla en boga el método abusivo de in¬
ventar informes fantásticos, para vilipendiar e injuriar. Verdaderamen¬
te es imposible erigir sobre estas bases un orden eficiente y duradero,
cuando todavía hay quienes persisten en sacrificar la verdad a las pa¬
siones sectarias».
En cuanto a la información de Poliansky anotaremos con E. Walsh,
presidente de la Universidad de Georgetown: «La aseveración de Po¬
liansky, de que los católicos reciben el mismo trato amplio que otros dis¬
frutan, es tan solo una mera aseveración de que aún agoniza la verdadera
libertad religiosa en Busia, y que las viejas medidades de opresión no han
cambiado en lo sustancial. No importa cual sea el alivio que estimóse
conveniente conceder a la iglesia ortodoxa en la persecución religiosa, no
hay libertad para los católicos en la forma en que la Carta del Atlántico
consignó las libertades fundamentales, garantizadas por las Naciones Uni¬
das. Poliansky evita cuidadosamente toda referencia a la sofocante red
136
ORIENTACIONES
de reglamentos que aún se hallan vigentes y cuyo fin es eliminar por
medios consagrados por la ley la fe católica, poco a poco. No menciona
la destrucción planeada de los templos, sin posibilidad de reemplazarlos,
pues no lo permiten las aplastantes condiciones impuestas por la ley. No
menciona la eliminación progresiva de los sacerdotes católicos, ni el nú¬
mero de los que todavía se hallan presos en la isla de Solovetsky, o en
los campos de concentración a los que jamás llega ningún corresponsal
americano. De los 800 o más sacerdotes que en una iglesia magníficamente
organizada bajo la jurisdicción de seis obispos, laboraban cuando nació
el Estado comunista en 1917, ¿cuántos de ellos, o de sus sucesores, gozan
ahora de libertad? Poliansky tampoco menciona el exiguo y lamentable¬
mente escaso número de sacerdotes que aún quedan — probablemente
no más de una docena — ; como tampoco menciona el hecho de que ni
reemplazos, ni ordenaciones, ni instrucción en los seminarios han sido
permitidos por la unión de las repúblicas soviéticas socialistas.
«Poliansky menciona, con ostentación, el hecho de que los padres
pueden proporcionar un bocado cuidadosamente revisado de instrucción
religiosa a sus hijos, en la intimidad de los hogares. Pero omite mencio¬
nar el importante hecho de que todo el poder y prestigio del gobierno se
ha lanzado contra la religión, a través de su política oficial, de sus siste¬
ma educativo, y por la prohibición contra las reuniones usuales de grupos
religiosos, con la libertad con que otras naciones los aceptan. No se pue¬
de dar instrucción religiosa a los menores en las iglesias, dice el funcio¬
nario ruso, porque está prohibido por la ley. En verdad ésta es la más
reveladora de todas las declaraciones, indica que el lugar en que preci¬
samente debería difundirse la instrucción en materia de fe, es el lugar
en que está excluida por prohibición expresa. Si el gobierno soviético
fuese sincero en sus aseveraciones de tolerancia religiosa, haría mucho
mejor en prohibir la instrucción religiosa si así lo quiere, en todo otro
lugar menos en la iglesia. Ese es el lugar preciso para la instrucción, se¬
gún lo reconoce con diafanidad la costumbre honesta y universal de los
pueblos . . .
«La sugerencia del señor Poliansky, de que el gobierno soviético no
se opondrá a la celebración de una junta católica en Moscú para la elec¬
ción de un Cardenal, es una mañosa evasión del problema capital, y una
completa ignorancia de la historia de los Conclaves. Estoy seguro que
los católicos de Rusia cambiarían de mil amores una púrpura cardenali¬
cia por un jirón de verdadera libertad de cultos.
«Un último comentario. La cuestión no ha sido suscitada por los ca¬
tólicos de los Estados Unidos, que muy por el contrario han demostrado
una notable cooperación con Rusia en la conducción de una guerra co¬
mún, contra un enemigo común. El asunto fue traído ante la opinión pú¬
blica por el mismo gobierno soviético, en la persona del señor Poliansky.
Nuestra cooperación militar permanece invariable, pero no se nos pida
que cometamos un suicidio intelectual».
/
Un Poeta Filósofo
por Rafael Maya
Nació José Eusebio Caro en Ocaña, en 1817. Murió en Santa Marta
en 1833. Treinta y seis años apenas vivió este hombre excepcional, que
supo dejar huella profunda en el pensamiento colombiano. Y decimos
esto no sólo al referirnos a la obra poética del hijo de Ocaña, obra que
no ha perdido su virtualidad lírica con los años, y antes bien se acendra ;
lo decimos pensando en su formidable obra filosófica, cuyas consecuencias
se extienden hasta nuestros días, como trataremos de demostrarlo más tar¬
de, y en su labor política, que tiene vigencia actual inobjetable, pues Caro
echo las bases morales e ideológicas de uno de los dos partidos históricos
de Colombia que, durante tantos años, se ha disputado la soberanía social
de la República. No fué, ni podía ser, extensa la obra escrita de Caro. Es,
por el contrario, muy breve ; pero de rara intensidad. Caro fué de esos
escritores que, en pocas páginas, suelen dejar tesoros de doctrina y de ex¬
periencia, a imitación de ciertos productos sintéticos que, bajo exigua apa¬
riencia, contienen extraordinaria energía vital. Quizás tuvo el presentimien¬
to de su fin prematuro, y quiso vengarse de la brevedad de su vida conden¬
sando toda la vitalidad mental de que era capaz en páginas duraderas, de
sentido inexhausto. Corta es su obra poética, corta es su obra científica,
corta es su obra filosófica; todo eso ha podido reunirse en un volumen de
poco más de doscientas páginas. Pero quien toma en sus manos ese libro,
y comienza a leer esas páginas compendiosas y sabias, saca la impresión
de que Caro no fué un pensador de nuestra raza, tan habituada al derroche
verbal, ni un poeta de sangre americana, tan propensa a la vaciedad lírica,
ni un escritor de lengua castellana, tan ocasionada a las exageraciones, hi¬
pérboles y redundancias, sino un escritor de mentalidad sajona, alumno
de una universidad creadora de grandes scholars y de investigadores cien¬
tíficos. Todo nos hace pensar en esa procedencia. La seriedad de su vida,
el método de sus discursos, la racionalización de su inteligencia, el siste¬
mático proceso de todas sus investigaciones y la manera trascendental co¬
mo contempló todos los problemas del mundo y del espíritu. Su misma poe¬
sía es un modelo de orden y de simetría, como ya lo veremos. De manera
que de dos maneras es sintético el talento de Caro. Por la condensación
a que tuvo que sujetar todos los asuntos que cayeron bajo la consideración
de su inteligencia, y por el método verdaderamente científico que supo apli¬
car a sus reflexiones. Lo uno pedía lo otro, y Caro halló la más cabal con¬
cordancia entre ambas exigencias. Fué metódico porque fué compendioso,
y fué compendioso para adaptarse a las necesidades de su método. Inte¬
ligencia perfecta, diríamos nosotros, ya que es difícil encontrar estas dos
cualidades reunidas en el espíritu de los grandes escritores. Los unos, por
ser breves, caen en el esquematismo trivial, y los otros, por aparecer orga¬
nizados, degeneran en la mecanización sistemática. De ambos extremos
estuvo alejado Caro, porque el artista que había en él le dejó entrever el
punto de intersección de ambas tendencias y el momento en que semejan¬
tes antagónicas facultades encontraban su punto de equilibrio para dar
origen a la creación literaria perfecta.
138
UN FILOSOFO POETA
Caso admirable de precocidad fué don José Eusebio Caro. Comenzó
su obra literaria a los diez y ocho años, aunque antes había escrito ver¬
sos ; pero es a partir de aquella edad cuando ya comienza a manifestarse
claramente su talento literario. A los veinte estaba éste casi en su total des¬
arrollo, y al mismo tiempo era dueño ya de varios idiomas extranjeros y de
una cultura literaria tan sólida que defendía, con pasmo de sus profesores,
uno de los cuales era el doctor Ezequiel Rojas, el principio de utilidad de
Bentham, doctrina a la cual estuvo afiliado en sus mocedades y que indu¬
dablemente fue impuesta a su conciencia de estudiante por el ilustre hijo
de Miraf lores. Ya veremos como más tarde adoptó la posición contraria y
escribió la más brillante y contundente refutación de esa doctrina, formando
entre los grandes adalides de la idea católica, durante el siglo diez y nueve.
Por esta misma época presentó, frisando en los diez y nueve o veinte
años, exámenes lucidísimos de Legislación, ciencia que enseñaba el men¬
tado doctor Rojas, y de Derecho Civil patrio, todo ello precedido de sendos
discursos que fueron muy aplaudidos. Por aprobación unánime obtuvo el
título de bachiller. Un poco antes, hacia 1836, había fundado en unión de
sus primos hermanos Francisco Javier y Antonio José Caro, y de don Jo¬
sé Joaquín Caro, un periódico exclusivamente literario, el primero que de
tal índole se editaba en el país, llamado La Estrella Nacional .
Terminados sus estudios universitarios, pues nunca quiso recibirse de
abogado, ni ejercer la profesión, se dedicó al estudio de la filosofía y de la
literatura. Como casi todos los hombres de ese tiempo, sufrió la influen¬
cia espiritual de los enciclopedistas franceses, a quienes leyó apasionada¬
mente. Voltaire, el barón de Holbach, Condorcet, Volney, etc¿ fueron sus
autores favoritos, hasta que sus naturales inclinaciones espiritualistas y
su espíritu profundamente cristiano, circunstancias a las que ayudaron
apologistas católicos de la importancia de Balmes, Bonald y De Maistre,
lo hicieron volver al redil de la Iglesia de Roma y a las creencias de sus
mayores que, valga la verdad, no habían sido desarraigadas de su corazón.
Pero es que filósofos como Bentham, cuyas doctrinas fueron implantadas
en el país por el general Santander, que había sido amigo personal del pen¬
sador inglés y que aquí eran enseñadas oficialmente y tenían propagadores
tan inteligentes y tan hábiles como el doctor Ezequiel Rojas, no podían
menos de cautivar a los temperamentos juveniles, tanto más cuanto que esas
doctrinas, buscando la línea de menor resistencia, pues hacen consistir el
bien en la utilidad y la moral en el placer, explotan las flaquezas huma¬
nas y como que sistematizan las naturales tendencias del instinto. El pre¬
dominio de estas teorías fué fugaz en el ánimo de Caro, como ya lo di¬
jimos, y el entusiasmo con que las profesó en su tiempo no fue compara¬
ble nunca al vigor dialéctico y al coraje de ánimo con que supo combatirlas
en la época de su madurez intelectual.
En el orden de las ideas literarias y poéticas, sufrió Caro una evo¬
lución tan radical como la que tuvo en el campo religioso. En los comien¬
zos de su inspiración lírica, era partidario del seudoclasicismo francés,
y de su reflejo en España. Efectivamente, sus autores predilectos eran
Moratín, síntesis consumada de aquel espíritu, y Martínez de la Rosa,
que había escrito también una Arte P o ética , a imitación de la de Boileau,
y que, no obstante sus amagos románticos, ya que se le puede considerar
en España como precursor de esta gran revolución, todavía era partida¬
rio de las tres unidades y demás dogmas de la preceptiva francesa del si-
RAFAEL MAYA
139
glo diez y ocho. Mas tarde lee Caro a los grandes poetas italianos y france¬
ses, como Tasso, Alfieri, Lamartine, Hugo, etc. y éstos descubrieron a su
inteligencia regiones desconocidas y dieron a su canto un timbre augusto,
hasta entonces desconocido en la lírica castellana. Caro aceptaba y pro¬
piciaba todas estas evoluciones de su pensamiento moral y de su estética
literaria, porque era eminentemente un hombre nacido para la verdad,
y un temperamento ávido de conquistas, sin que hubiese pactado nunca
con la rutina ni con las ideas hechas o los principios muertos. Quería vi¬
vificarlo todo. Ya en los últimos años de su vida, y estando en la ciudad
de Nueva York, sujetó a rigurosa revisión toda su obra poética y la re¬
fundió, sin desfigurarla, como suele acontecer en estos casos, antes bien
x dándole un mayor sentido rítmico y adaptándola a las más altas armonías
de su espíritu. ¡ Ejemplo admirable de movilidad interior y de curiosidad
de espíritu!
Sabía Caro que su obra literaria no tendría ni la eficacia ni el alcan¬
ce de las inspiraciones clásicas si no las animaba y encendía en genio del
idioma, y por esta razón consagró al estudio del castellano buena parte de
6U actividad intelectual. Leyó ávidamente la gramática de Bello y la co¬
mentó en forma luminosa. Dejó entre sus originales varios apuntes sobre
temas absolutamente gramaticales, y formuló la verdadera teoría del ver¬
so castellano, cuando dijo: «Lo que constituye el verso esencialmente es
la distribución de los acentos en series regulares; eso es lo que se llama
ritmo. Quien dice ritmo dice verso. La medida no es una cualidad primiti¬
va en el verso sino una consecuencia del ritmo. Así pues la diferencia
esencial que hay entre el verso y la prosa, es la misma que existe entre la
marcha militar y el paso ordinario, la igualdad de los compases que hay
en aquélla y falta en ésta. Lo que hay de común entre el verso y la músi¬
ca es el compás. Lo que hay de más en la música es el tono. La conver¬
sación, o sea la prosa, carece de ambas condiciones». No se puede ser ni
más preciso, ni más claro, ni más exacto en la definición de un concepto.
Hubo en Caro una curiosa diversidad de talentos y de facultades al
parecer antagónicas. Fué poeta al mismo tiempo que matemático insigne;
lírico a par de filósofo. Bueno será recordar aquí, que, siendo empleado
de la dirección de crédito público, reformó la contabilidad. Oigámoslo,
porque el dato es curioso. «Las incoherencias y confusos métodos plan¬
teados en aquella oficina por su primer director, me obligaron a estudiar
profundamente el método de contabilidad universalmente seguido en el
comercio y conocido con el nombre de partida doble». Mas la partida doble,
fundada en ficciones semejantes a las legales de los romanos, no podía
satisfacer a un espíritu acostumbrado al ejercicio del análisis, a la preci¬
sión de la nomenclatura y a la exactitud de los resultados. «Esto me con-
dujo a meditar más y más sobre los verdaderos principios de la contabili¬
dad, y después de muchos esfuerzos, ensayos y trabajos, creo por fin ha¬
berlos descubierto».
Creo oportuno reproducir aquí también su concepto acerca del co¬
mercio: Dice así: «Si el abrazar una profesión fuese negocio de elección
y de voluntad, la profesión que yo habría abrazado seria el comercio. Es
una profesión independiente, moral y lucrativa. Independiente,, porque un
comerciante de nadie depende sino de su honradez, de su actividad y de
sus cálculos. Moral, porque el comercio contribuye a desenvolver todos
los hábitos de orden, de frugalidad y de economía. Lucrativa, porque en
140 UN FILOSOFO poeta
el comercio es donde regularmente se han acumulado las grandes fortunas
y es la carrera cuyo horizonte presenta más halagüeñas y largas perspec¬
tivas para una ambición honrada. Además, el comerciante es viajero y en
los viajes halla la más favorable ocasión para ensanchar su inteligencia,
para instruirse en las lenguas, leyes y costumbres de los diferentes pueblos ;
para adquirir la prudencia que calcula los peligros y la intrepidez que los
arrastra para estudiar a los hombres, para comparar unos países con otros,
y presenciando el espectáculo de la libertad y de la civilización a que han
llegado los unos, comprender el punto final a que pueden encaminarse
los otros».
Por otra parte, no ha sido rara en Colombia esta especie de autono¬
mía que, dentro de su espíritu, han ofrecido varios poetas colombianos.
Don Miguel Antonio Caro, hijo de don José Eusebio, fué igualmente un
hombre dotado de los talentos poéticos y de las disciplinas filosóficas y
jurídicas, bien que su inspiración lírica no tuvo nunca el vuelo de la de
su progenitor; don Rafael Núñez fué un romántico ardiente y un poeta
de lira apasionada, al mismo tiempo que pensador filosófico y profundo
sociólogo; don Diego Fallón es el autor de una arrobadora poesía a la
luna, que recuerda el idealismo de los poetas ingleses, y cultivaba las ma¬
temáticas no como aficionado sino como hombre de ciencia y era también
músico insigne; a Silva no lo favorecieron las circunstancias para desarro¬
llar sus certeros y bien calculados proyectos industriales; en los tiempos
actuales, el maestro Valencia fué muy versado en asuntos médicos y en
cuestiones de economía y de ciencias naturales. De modo que es tradi¬
cional en Colombia esta multiplicidad de facultades de sus grandes poetas,
y por eso nada de extrañó tiene que José Eusebio Caro fuese un contabi¬
lista de genio original dentro de esta árida rama, al mismo tiempo que un
poeta de soberano arranque lírico.
Esta multiplicidad de faci^ltades, aparentemente antagónicas, le¬
jos de haber conducido a Caro al campo de la dispersión intelectual y de
la anarquía de los instintos, hizo de él un ser dotado de espléndida unidad
moral, y le dio un sentido casi heroico de la personalidad. Porque es esta
personalidad lo que descuella principalmente en Caro, ya se trate del hom¬
bre o bien del poeta. Sus versos no se confunden con los de ningún otro
bardo americano. Llevan profundamente marcado el sello de su carácter
austero, lógico pero al mismo tiempo sensible y capaz de todas las ternu¬
ras humanas. Dentro de la numerosa variedad de temas y de asuntos que
despuntan en la poesía de Caro, cualquier lector inteligente adivina la
unidad de espíritu y de doctrina, que no estorban a la diversidad de tonos
líricos. Pero hay siempre una nota fundamental en esta poesía, nota que
la suministra el propio autor, tomándola de lo más profundo y entrañable
de su personalidad. Es, repito, su carácter de hombre, que viene a ser co¬
mo el elemento másculo de su poética. En una carta fecha en Nueva York
y dirigida a don Julio Arboleda (5 de julio de 1852) nos da Caro una es¬
pecie de resumen de su doctrina lírica, que puede servir de método crí¬
tico para juzgar e interpretar su propia obra. Dice así:
«La poesía es el canto del hombre, y nada más. En ese canto hay dos
cosas: la voz y el sentimiento; las dos juntas son la poesía. La voz sin el
sentimiento expresado, es solo música; el sentimiento sin la voz es solo
pasión. El poeta no es solo un hombre apasionado, porque entonces todos
los hombres que tienen fuertes y nobles pasiones lo serían; ni es solo un
RAFAEL MAYA
141
músico, porque entonces lo serían todos los músicos. El poeta es un hom¬
bre que canta lo que siente. Guando no canta lo que siente, sino cuenta lo
que inventa, baja de poeta a novelista, y en este descenso, así pierde el
carácter de poeta como lo perdería si no cantando lo que siente sino rea¬
lizando lo que inventa, pasase de poeta a ingeniero».
Esta cita es preciosa, pues nos da la clave de la poesía de Caro. Esta
clave consiste en buscar en ella, ante todo, valores humanos, vale decir,
sentimientos e ideas, realizados estéticamente por medio de la música.
A eso podríamos reducir la lírica de Caro, como, en general, toda poesía
lírica, que no es ni debe ser más que la trascripción melódica de la sensi¬
bilidad exaltada en contacto con la vida. La poesía lírica es choque vital,
que lleva sus resonancias a todos los ámbitos de la conciencia. Efectiva¬
mente, en lo que concierne a Caro, podemos rastrear todas las circuns¬
tancias de su existencia en sus poemas, que casi siempre tienen carácter
autobiográfico, pero tomada esta palabra no como recuento de menuden¬
cias diarias, sino como la historia de un espíritu, p si se quiere, la fábula
de un alma. Caro identificó sus versos y su alma, y comunicó a sus poe¬
sías todas las grandes inquietudes que hicieron de esa alma un escena¬
rio grandioso por donde pasaron todas las imágenes del amor y de la
muerte, ante la presencia de Dios y bajo el presentimiento de la eter¬
nidad. ¿Cómo no había de tener unidad, y unidad perfecta, una lírica
que se nutría siempre de las eternas fuentes humanas que, en todos los
siglos, le han prestado vigor, frescura y perennidad al arte de los hombres?
Gomo hombre, hay en Garó un cierto equilibrio de temperamento
que recuerda la sólida sencillez de la columna dórica. Profundamente
apasionado, de temperamento ardiente, no tuvo, sin embargo, arrebatos
emocionales ni linaje alguno de intemperancias, ya se tratase de sus
ideas, de su arte o de su carácter. Fue firme siempre, sin arrogancia va¬
na, y orgulloso sin vanidades pueriles. En varias circunstancias de su vi¬
da demostró estas cualidades de su alma, aún a costa de graves peligros
personales. Combatió el despotismo demagógico del general José Hilario
López con ruda franqueza. Impugnó abiertamente a quien había sido su
profesor en las aulas universitarias, el doctor Ezequiel Rojas, propagador
: en la Nueva Granada de las teorías de Bentham, contra las cuales volvió
¡ Garó todo el vigor de su dialéctica apretada y poderosa, pues ya apunta¬
mos cómo el pensamiento lógico predominaba en Garó sobre sus otras
facultades mentales. Desde un punto de vista estrictamente personal, dió
muestras claras de su sangre fría en cierta ocasión en que fue retado a
un duelo. Oigámoslo:
«El Señor X, a consecuencia de ciertas expresiones relativas a él que
se hallan en el último número de (aquí el nombre de un periódico) me ha
hecho decir, hoy lunes 21 por la tarde, en el altozano de la catedral, por
medio del señor XX que exige una satisfacción de mi parte, por aquellas
expresiones. Yo he dicho al señor XX que, a pesar de la repugnancia
que siento de entrar en relaciones con el señor X, estaba pronto a darle
aquella satisfacción. Esto quiere decir que el señor X considerando que
aquellas expresiones mías deben tomarse en un sentido que no le es hon-
I roso, desea o que yo las explique, o las retire, o las reitere, poniéndome
t en peligro de ser herido o muerto por él. Yo no puedo explicarlas sino
t en un sentido que le es desfavorable. Tampoco puedo retirarlas. Estoy,
1 pues, dispuesto a reiterarlas en situación de poder ser muerto por el se-
142
UN FILOSOFO POETA-
ñor X. Este tirará contra mí hasta dos pistoletazos, con bala, con las pis¬
tolas, en el lugar y a la distancia que determine el señor A. de acuerdo
con el señor B. a quien doy poder al efecto. Si quedare yo vivo, reiterare
lo que he dicho, explicando como explico ahora que aquellas palabras sig¬
nifican. .... Esta declaración, repetida dos veces, equivaldría a los dos pis¬
toletazos que yo hubiera de tirarle. Yo no puedo ni debo hacer contra el
otra especie de tiro. No tengo deseo, ni interés ni obligación de herir o
matar al señor X; bien al contrario. Pero sí tengo ínteres y obligación
positiva de sostener en todo caso lo que he dicho, porque es la verdad.
El señor X tiene derecho, según la opinión, a que yo lo satisfágales de¬
cir, a que lo deje satisfecho de que lo que he dicho, lo dije sin ligereza
de pasión, antes bien con toda premeditación y con el pleno conocimiento
de causa, y resuelto a correr todas las consecuencias de mi dicho, es de¬
cir, al peligro de ser herido o muerto por el señor X. Esta especie de sa¬
tisfacción tengo mucho gusto en dársela al señor X. y en dársela com¬
pleta. Bogotá, 21 de enero de 1850. José Eusebio Caro». «Y así se veri¬
ficó el duelo —continúa el autor del estudio crítico del cual hemos co¬
piado este documento, que figura sin nombres propios salvo que ^el se¬
ñor Z. no disparó sino una sola vez, dejándole desarmado la extraña re¬
solución de su adversario».
Cumplimos con un deber de lealtad literaria manifestando que tanto
esta declaración de Caro como otros documentos que figuran en este es¬
bozo crítico, pertenecen al prólogo que don Miguel Antonio Caro escri¬
bió para la edición de las obras de su padre, don José Eusebio, edición
que fue hecha en 1873, como tomo primero de una Biblioteca de Autores
Colombianos, publicada por los redactores de El Tradicionista . El estu¬
dio de don Miguel Antonio Caro es una de sus más completas y sagaces
páginas de crítica literaria, y es guía indispensable para quien pretenda
comprender la obra del autor de La Bendición Nupcial, o escribir sobre
él. Hay otro rasgo que pinta a lo vivo el carácter de José Eusebio Caro.
Aquí cedemos la palabra al ya citado prologuista:
«Cuando en 1844 se discutía en la cámara de representantes el pro¬
yecto de división territorial del doctor Ospina, proyecto que José Eusebio
Caro defendió con todas sus fuerzas; habiendo hecho el señor Julio Ar¬
boleda la suposición, en el autor del proyecto, de maquiavélicos fines con¬
tra la constitución nacional, indignado Caro le observó al señor Arbo¬
leda que no era a un propietario de esclavos a quien correspondía supo¬
ner a nadie enemigo de la libertad. El señor Arboleda, no halló a mano
otra cosa qué replicar sino inculpar a Caro .como parasito de la adminis¬
tración Herrán, aunque a éste Caro le había tratado de nulo, y aunque
sus antecedentes en la misma Gamara y su conocido carácter lo ponían
a cubierto de toda tacha de adulación; como nadie adula al poder ejecu¬
tivo si no es por algún empleo, y como él «prefería (son sus expresiones)
al silencio la palabra y a la palabra el acto», hizo allí mismo renuncia del
destino que ocupaba en la secretaria de interior (aprovechando la pre¬
sencia del señor secretario, el doctor Ospina, amigo suyo, quien la acep¬
tó incontinenti) ; y prometió no desempeñar cargo alguno público duran¬
te aquella administración. . . En cuanto al señor Arboleda, a pocos días
sg presentó en su casa, deseoso de una reconciliación ; a invitación suya
recitó cada uno algunas de sus poesías favoritas, y concluyo la entrevista
con un afectuoso abrazo».
i,:- '
RAFAEL MAYA
143
No son frecuentes estos rasgos en la época que alcanzamos ; por eso
mismo nos parecen heroicos. Ese era José Eusebio Caro, desde el punto
de vista de la etica personal. jTodo un hombre! Y es eso lo que da a sus
versos, por encima de la calidad artística, un valor eterno, que traspone
los términos de las escuelas literarias o de las concepciones estéticas, que
los sitúa en ese campo de universal eficacia donde el arte no es más que
en el sentido de lo eterno. No concebía Caro la
poesía sino como expresión de anhelos perdurables. Nunca hizo versos
ocasionales, ni canto temas de suyo frivolos. Permaneció siempre frente
a los más graves problemas del alma y del universo, no en la actitud del
esceptico ni del que niega, toda metafísica, sino como creyente en Dios ;
pero esta creencia no le impidió sentir frecuentemente ese estremecimien¬
to de temor humano, demasiado humano, que sacude las fibras del espí¬
ritu ante^ la contemplación del misterio. El soplo del abismo siempre eriza
los nervios por más que oigamos, en su fondo, las consoladoras voces de
la esperanza. Hay en la muerte una parte de terror fisiológico al que no
pueden sustraerse los espíritus más firmemente anclados en la fe ultra-
terrena. El sol de la creencia, iluminando el espíritu, proyecta sobre la
tierra la sombra del triste animal humano. Esta sombra aparece también
en los versos de Caro, como en los escritos de todo gran pensador. Pero
no es desesperación ni miedo, sino santa melancolía que nace de la mis¬
ma limitación de la inteligencia para abarcar lo absoluto. Lfa misma verdad
es triste en el sentido de que solo sirve para hacernos conocer el error
y el engaño que nos rodea. Algo de lo dicho se traspira en estas estrofas
de Caro :
Tristes y mortales córrense mis días;
Hoy como ayery mañana igual a hoy;
Campos , montañaSy cielos , todo cambia;
Pero no cambia , nó, mi corazón .
Pronto quizá. . . la muerte cerca tengo. . .
La odiosa muerte vaga en mi redor .
Es alta noche . . . el enemigo en frente. . .
Tal vez mañana callará mi voz.
La inspiración de Caro es esencialmente lírica. Se le cuenta entre
los románticos, por relación a la época en que se desarrolló su genio poé¬
tico, que corresponde exactamente al esplendor de aquella escuela poé¬
tica; pero Caro del romanticismo no tomó más que algunos elementos
que están implícitos en la esencia lírica, y que se habrían desarrollado fa¬
talmente dentro de su poesía, fuese cualquiera la época en que hubiera
nacido y escrito. El sentido religioso de la existencia y la inquietud de
origen metafísico, son aspectos muy característicos del romanticismo, y
en Caro constituyen la base de su tendencia poética. También es román¬
tico el hecho de identificar la vida con el arte, y ya vimos que es^ésta
una de las notas predominantes en el arte de Caro. En cambio la orde¬
nación metódica de las ideas y hasta de las emociones; la racionalización
del sentimiento — si se me permite la expresión — ; la justeza de la for¬
ma, que se adapta casi científicamente al pensamiento, y otras circunstan¬
cias, tan notorias en Caro, son de procedencia y extracción clásicas.
En general, la crítica ha llamado a José Eusebio Caro el poeta filó¬
sofo. Así lo denominan su propio hijo que es, al mismo tiempo, su mejor
crítico, y don Marcelino Menéndez y Pelayo, que siguiendo las huellas
144
UN FILOSOFO POETA
de don Miguel Antonio, formuló acerca del autor de El Bautismo uno
esos juicios definitivos y fervorosos que quedan como paginas clasicas
en la historia literaria de los países. Por el entusiasmo con que esta juz¬
gado Caro en esta ocasión, esa página critica nos recuerda el estudio qu
el mismo Menéndez hizo sobre Heine, aunando los fervores de la admi¬
ración personal a la severidad del juicio justiciero y exacto. Puede a ír-
marse que sobre muy pocos poetas españoles escribió Menendez con tan¬
to amor como sobre José Eusebio Caro. Quizás (o sin quizas) contribuyo
a ésto la efigie moral del poeta ocañero, en el cual vio reflejadas Menen¬
dez muchas de las virtudes cristianas y de las cualidades de carácter que
a él mismo lo enaltecían, y que hicieron de su crítica no solo una escueta
de alta literatura, sino una cátedra de moral religiosa y de etica mte.ee-
tual. Pues, bien; Menéndez también califica a Caro de filosofo, con es¬
tas palabras: «Ningún poeta ha santificado con tan nobles acentos de
filosofía religiosa los goces y dolores del hogar, ni ha dicho palabras mas
elocuentes sobre Dios y la eternidad, sin que el verbo inflamado de la
poesía lírica perdiera nada de su color al contacto de la materia filosó¬
fica. Nadie podrá dividir en Caro el poeta, el filósofo y el hombre. . .»
Gómez Restrepo, en su no menos entusiasta y hermoso estudio sobre
el impugnador de las doctrinas utilitaristas, habla también de la profun¬
didad metafísica do su poesía y Pombo, en su poesía panegírica, que es
también uno de los juicios más acertados y justos sobre don José buse-
bio, repite frecuentemente las palabras metafísica y filosofía aplicadas
al autor que motivó grandioso elogio lírico. No hay duda, pues, acerca
del carácter filosófico de la poesía de José Eusebio Caro.
¿Pero es el autor de Estar Contigo predominante y exclusivamente
un vate metafísico, un formulador de teorías rimadas sobre Dios, el al¬
ma el universo, o un pensador sistemático que hubiese desarrollado en
anuncie que tenéis un hijo)— queréis que esa pluma la queme. No; no pue-
ta del amor, o más concretamente, el cantor de una sola mujer, de la m-
mortal Delina, quien fue luego su esposa. La trayectoria de esta pasión
puede seguirse paso a paso a través de sus poemas, ya que cada uno de
ellos es como una estancia o jornada en la historia de este amor. Prime¬
ro, el encuentro inicial y los tímidos balbuceos de la pasión que nace;
después la incertidumbre ante un rival que aparece designado en muchas
de esas poesías, y ante el cual el poeta siente los naturales celos de la
pasión insegura de su objeto; más tarde la hora en que la mujer dilecta
corresponde a su apasionado admirador; posteriormente, en serie no in-
terrumpida, la proposición de matrimonio, la bendición nupcial, la ven¬
tura doméstica, el anuncio del primogénito y el bautizo de éste. Hay
que advertir que me he valido, para esta enumeración, de los mismos tí¬
tulos de las poesías de Caro. La historia es completa. Algunas poesías
que no caben literalmente dentro de esta enumeración ascendente, se re¬
fieren a episodios de esos que no faltan nunca en estos grandes dramas
del corazón; el poeta teme no ser correspondido; el amante ha ofendido
involuntariamente a su prometida; una ligera contrariedad nubla el ros¬
tro de ésta, y el joven novio se intranquiliza indagando la causa de seme¬
jante circunstancia, etc. En su mas vasto conjunto, los poemas de Caro
son la historia, pues, de su enamoramiento y de su matrimonio, referido
todo con ardorosa pasión, en términos de varonil y a veces extraña fran¬
queza, como acontece con la poesía que el autor dedica a su hijo por
RAFAEL MAYA
145
nacer. Se necesita, como dice Menéndez y Pelayo, cierto heroico candor
para abordar líricamente un tema como éste; pero Caro lo hace en tér¬
minos que aparecen como sublimes. Y aquí hace al caso recordar que
unos críticos chilenos, de cuyo nombre no quiero acordarme, tildaron
esa poesía de obscena, cuando es de una magnífica pureza y de una inspi¬
ración casi religiosa. Veamos cómo respondió Caro a los tales o, mejor
dicho, a cierto personaje colombiano que había repetido la imputación
de los chilenos:
«Me acusa V. S. de haber escrito versos obscenos. ¡Ah! ¿V. S. tam¬
bién quiere darme lecciones de moralidad y de rigidez de costumbres?
Creo estar soñando, porque, en fin, entre el desorden de los cuarteles,
entre los relajamientos de las campañas, V. S. ha visto mis costumbres,
como yo he visto las suyas. Impuse mis manos paternales sobre el seno
que encerraba el fruto de un amor legítimo, para bendecirlo, desde en¬
tonces, en nombre de Dios; y la imaginación de V. S. empañada con su¬
cias nubes, ¿no ve en este acto sublime de un padre sino el acto indecente
de un libertino? Y quiere que la pluma con que escribí mis mejores ver¬
sos — versos para siempre grabados en vuestra memoria a despecho de
vuestros rencores (sí; porque esos versos no los olvidaréis jamás y los
repetiréis involuntariamente como una oración cuando vuestra esposa os
anuncie que tenéis un hijo) — queréis que esa pluma la queme. No; no pue¬
do quemarla... Esa pluma la guardo para legársela a mi hijo; la guardo
para que conozca la pluma con que su padre escribió los versos en que
le bendecía desde el seno de su madre».
Veamos ahora quién era la mujer que despertó en Caro tan profun¬
dos sentimientos. El mismo la describe en las siguientes líneas:
«Yo me he acercado a las más celebradas mujeres de Bogotá; he
visto a las más hermosas, he tratado a las más inteligentes. Algunas ha¬
brán podido divertirme; ninguna habría logrado sorprenderme. En ella,
solo en ella, he podido admirar aquella exquisita finura de observación
que sabe caracterizar con una palabra el objeto a que se aplica; aquel
tacto de las actuaciones, tan raro como precioso, por el cual adivina más
bien que descubre, el mejor procedimiento en cada caso dado; aquel en¬
tendimiento despejado y sin nubes, que sin envanecerse y sin humillarse
sabe poner cada consejo, cada recomendación, cada elogio, en el lugar
que le corresponde; aquella sagacidad penetrante que, de una sola ojea¬
da, y deduciendo de uh solo rasgo el carácter entero de una persona, en
una acción toma principio para desenvolver una conducta. . . Su maravi¬
llosa hermosura es la menos notable de sus cualidades, la menor de sus
perfecciones».
Tal era la hija del doctor Tobar, ministro-juez que fue de la alta
corte de justicia, y «uno de los fundadores de la independencia america¬
na». Tal era Delina , nombre poético con que Caro la inmortalizó en sus
poemas. Este amor resistió inalterable a la convivencia conyugal. Bastan¬
tes años después de casado, todavía escribía Caro a su mujer, desde Car¬
tagena, sitio de donde tuvo que devolverse a los Estados Unidos, al saber
que el despotismo demagógico reinaba todavía en su patria: «Mi corazón
nació para amar y para amarte a ti. Después de haberte conocido me era
imposible dejar de amarte, me era para siempre imposible ser feliz sin
tu amor. En cualquier estado que te hubiera conocido, te habría amado
natural, instantáneamente, te habría amado como te ame, como te amo
l
146
UN FILOSOFO POETA
ahora, como te amaré hasta el día de mi muerte». Es oportuno puntuali¬
zar aquí que este día trágico para la Nueva Granada, cuyos rumbos po¬
líticos habrían sido distintos si Caro vive más tiempo, según lo afirma
Suárez, este día de luto para las letras castellanas llegó tres años después
de escrita esta carta, cuando Caro contaba apenas treinta y cinco años de
edad. Murió lejos de su hogar, según lo había presentido, víctima de la
persecusión política contra él decretada, y que le obligo a expatriarse a
los Estados Unidos. Por cierto que fue en la patria de Franklin donde
escribió su poesía titulada La Libertad y el Socialismo que Menéndez
Pelayo considera «la mas arrogante y magnifica de sus inspiraciones lí¬
ricas». En esas estrofas dio Caro respuesta a sus enemigos y dejó, al
mismo tiempo, un tremendo cuadro del estado social de la Nueva Grana¬
da hacia 1849.
Con raras excepciones, pues, las poesías de José Eusebio Caro son
amorosas y se refieren a la mujer a quien posteriormente condujo al al¬
tar. Entonces, ¿cómo es Caro poeta filósofo? Podemos afirmar que la
filosofía fue en Caro una derivación de su sentido erótico. Sin la muerte,
difícilmente se hubiera filosofado, decía Schopenhauer, y lo mismo podría
afirmarse del amor, que se funda precisamente en el sentimiento de que
todo perece y se extingue, y lucha contra esta oscura y bella fatalidad.
Consideradas humanamente las cosas, en un mundo en el que no existie¬
ra la muerte, tampoco existiría el amor, y sin éste, la metafísica no ha¬
bría nacido, puesto que es esa pasión la que nos lleva a la consideración
de lo absoluto. El amor aspira a la totalidad y a la inmortalidad. El amor
es como la síntesis suprema de la actividad cósmica. Por el amor ascen¬
dió Caro a las regiones de la filosofía. Esa la fuerza que lo impulsó a
buscar la explicación última de los seres, y la razón del espíritu. Y en
el ápice de aquella escala de interrogaciones encontró siempre la idea de
Dios, como clave última del misterio terreno. El amor, en Caro, es religio¬
so, más que filosófico. La suya es una especie de teología del corazón,
mejor que una concepción de su inteligencia. Delina, como Beatriz a Dan¬
te, le enseñó los misterios ultraterrenos y abrió a sus ojos las puertas
del paraíso.
Podría objetarse que, desde este punto de vista, el amor fue en José
Eusebio Caro una concepción intelectualista y religiosa, y que adhirió
a él como se adhiere a una tesis abstracta, por simple determinación del
entendimiento. No hay tal. Caro sentía el amor con pasión de hombre y
efectivamente hay pasión ardiente en sus versos; pero al trasladar al
arte esa pasión, el amor se intelectualizaba, se convertía en idea, sin per¬
der por eso, sus raíces sentimentales. Admirablemente bien expresó es¬
te fenómeno don Miguel Antonio Caro cuando dijo:
«El amor inspiraba; la razón escribía. Caro esgperimentaba la pa¬
sión más intensa, y sinembargo sus versos no son la obra directa de esa
pasión. Formulábalos mediante la reflexión, sin que por eso se resientan
de frialdad, a manera de un pintor que hiciese un buen retrato, ausente
el original. Sus versos no son la expresión espontánea, el grito de sus
sentimientos; son una imagen bella y pura de esos mismos sentimientos
convertidos en ideas; pero imagen que lleva el calor y el aroma de un
corazón apasionado».
Así se explica la aparente antinomia que había entre Caro hombre
y Caro poeta, desde el punto de vista de la pasión amorosa. La más alta,
RAFAEL MAYA
147
completa y profunda de sus poesías es la que lleva como título La bendu
ción nupcial, e scrita con ocasión de su matrimonio, como se infiere del
título. Los críticos chilenos, a que me he referido antes, se admiraban de
que un hombre, en ocasión semejante, se hubiese puesto a escribir un tra¬
tado de metafísica, en vez de pensar en la consabida «luna de miel», en
el hotel de moda para pasarla, o en el usual «viaje de bodas» como cual¬
quier petimetre adinerado. Pensaba en sus responsabilidades de hombre,
de marido y de futuro padre; pensaba en la generación que de él saldría,
y en la vasta cadena humana a que daría origen su enlace con la mujer
predilecta de su corazón; pensaba en la incertidumbre del porvenir, en
la suerte misma de su amor, en la inevitable cosecha de desengaños que
es la vida, en los azares de su vida de político y de combatiente por los
ideales de la cultura cristiana, en época adversa a la religión; pensaba en
su muerte, en la suerte de su hogar y de su nombre, una vez desaparecido
el, y en otras cuestiones por el estilo que, si deben ser la preocupación
de todo hombre sensato en aquel temeroso trance, en Caro revestían gra¬
vedad suma, porque su imaginación todo lo agrandaba, y su inteligencia
dramatizaba las ideas al proyectarlas sobre la eternidad.
¿Es posible, decimos ahora, desde un punto de vista abstracto, la
poesía filosófica? ¿No se oponen, por definición, estas dos materias? ¿No
tiene objetos y fines distintos? En rigor lógico, pudiérase contestar afir¬
mativamente a estas interrogaciones. Efectivamente, el filósofo, en tér-
minos^ generales, busca la verdad, y el poeta la realización de la belleza.
El filosofo especula racionalmente y el poeta intuye por medio de la ima¬
ginación. La filosofía generaliza y la lírica, como todo arte, parte de lo
concreto y personal. En toda filosofía hay envuelto cierto rigor sistemá¬
tico, que sujeta a método estricto el raciocinio; la poesía es un libre di¬
vagar que no tiene como norma sino la verdad de las asociaciones y la
analogía de los símiles, todo ello de acuerdo con la fantasía del poeta. La
filosofía da la explicación de las cosas, por medio de sus últimas razones;
la poesía nada explica porque no le interesa remontarse a la ley del fe¬
nómeno, sino ofrecer este mismo fenómeno en el plano de la simple con¬
templación estética, dentro de su inmediata y simple realidad. Tales son,
entre otras, las diferencias entre la actividad filosófica y la creación poéti¬
ca. Pero si nos salimos de este rigor dialéctico, y contemplamos las cosas
con más amplitud de criterio, veremos cómo sí puede haber una especie de
filosofía lírica o de poesía filosófica, según la manera como el poeta abor¬
de los problemas fundamentales de la filosofía.
Poetas ha habido que, de hecho, han tocado en sus versos temas per¬
tenecientes a alguna rama de la especulación trascendental, por ejemplo,
Lucrecio, que puso en verso las teorías cosmológicas de Epicuro. Otros
han tratado líricamente asuntos más concretos, pero que caen, de hecho,
dentro de la técnica filosófica, como los que han cantado al hombre en ge¬
neral, y allí está el caso de Lamartine; al tiempo, a la inmortalidad, o se
han referido a ciertos aspectos morales de esas mismas cuestiones, como la
justicia, la verdad, la inestabilidad de las cosas humanas, la fuga de las
pompas y honores, etc. Esta poesía de carácter moral es muy española, y
caracteriza casi íntegramente los primeros siglos de la literatura castella¬
na, desde Berceo hasta Jorge Manrique. Entre nosotros no ha tenido
cultivadores de mayor mérito ni ha producido obras que merezcan ser
mencionadas. Quizás nos falta a los colombianos, y en general, a los es-
148
UN FILOSOFO POETA
critores de Hispanoamérica, ese sedimento que depositaron, en el alma
tico, dentro de la libertad lírica. En Colombia es notable , por ^este aspe^
to el doctor Núñez, que hizo entrar en los dominios de la poet
dé entraña filosófica y aun científica, con el natural perjuicio que de allí
derivaron por igual la lírica y la ciencia, pues ni esa poesía alcanza toda
su expresión estética, por una lado, ni, por otro, llega a
demostraciones científicas, siendo apenas una expres.on rudimentana d
estos problemas, expresados por medio del balbuceo lírico. Muchas de
las poesías de Núñ'ez son exposiciones prosaicas de temas “Mtificos, e -
eritas en renglones cortos. La materia de otras resulta mas inteligible si se
convierten en prosa las estrofas. Muchos de estos temas, asi refundidos
podrían entrar, por derecho propio, en los asuntos sociales y sociológicos
que Núñez manejó, con tanta destreza, dentro de su labor periodística.
Otros poetas, por el contrario, lejos de proponerse asuntos propios de
la especulación racional, consideran las ideas y los sentimientos desde su
punto de vista más universal y trascendente, partiendo siempre de casos
concretos que han herido su sensibilidad. Tal es el caso de José Euseb.o
Caro. Casi ninguno de los asuntos de su poesía pudiera servir de tema de
estudio en alguna clase de metafísica o de ciencias naturales, como si acon¬
tece con algunos mitivos líricos de Núñez; pero todos ellos entran en esa
serie de incitaciones universales que siempre han movido la inteligencia
de los hombres hacia consideraciones de índole general. Solo hay un caso
en que Caro usó de un motivo propio exclusivamente de las ciencias po-
líticas, y es en su poesía llamada La Libertad y el Socialismo, que es un
ejempló casi único de refundición lírica de un tema prosaico de suyo
¿Pero con qué donaire supo sortear el poeta los escollos propios de esa
clase de intentos literarios! La adaptación de la expresión al tema no pue-
de ser más armónica Hay estrofas, en esa poesía que son P^ ectas desde
el punto de vista del equilibrio guardado entre la dureza del tema y su
traslación a la escala poética. Véanse algunos ejemplos:
Que esa ambiciosa inquieta hipocresía
no es menos vil que la falaz piedad /
No hay opresión cual esa tiranta
que usurpa con sacrilega ironía
tu nombre , Libertad .
Los hombres todos por su ser iguales
ante una ley universal de amor ,
y solo por sus obras desiguales ,
como lo son las almas inmortales
delante del Señor .
El hombre nunca a hombre degradando ,
rey de sí mismo y de sus cosas rey .
El fin del hombre el fin de Dios llenando
la Ley del hombre santa reflejando
de Dios la santa ley .
RAFAEL MAYA
149
*
Estos ejemplos bastan para demostrar cómo el genio poético de Caro
sabía dar ligereza y arrebato a temas pesados por naturaleza y que otro,
menos audaz o menos consciente de sus fuerzas artísticas no se habría
atrevido a tocar. Caro no se arredra ante la natural aridez del tema, ni an¬
te la casi imposibilidad de poetizar un capítulo de sociología y de historia
política colombiana. Se lanza al tema con toda la arrogancia del caso, y
sale en verdad victorioso, pues la poesía de Caro se lee siempre con gusto,
a causa de esa conciliación estética y científica de que hablamos ya, tan
hábilmente lograda. Don Julio Arboleda también escribió versos análo¬
gos, casi en las mismas circunstancias políticas de Caro y contra el mismo
general José Hilario López, y, sinembargo, los versos del cantor de Pu-
benza han envejecido más que los de Caro, y solo pueden leerse con cri¬
terio retrospectivo. La oda de Caro es de perpetua actualidad, como lo es
el caso político allí contemplado, y su doctrina sigue y seguirá vigente,
dentro del espiritualismo cristiano, como una de las bases más inconmovi¬
bles de la filosofía católica frente al problema social. ¡Ese fue el acierto
de Caro! Contempló el problema apenas con referencias circunstanciales
a la historia política de Colombia, desarrollando la tesis doctrinal en un
sentido válido para todas las épocas y circunstancias del mundo.
Pero dejando a un lado esta poesía, que es de fondo estrictamente cien¬
tífico, los demás poemas de Caro pertenecen a esa filosofía general de la
vida que puede formularse cualquier espíritu reflexivo, aun cuando Caro
sí meditó en obras de exposición doctrinaria y en amplios desarrollos de
tesis metafísicas, pero esto corresponde a su labor en prosa, y en esto no
nos quedan más que esbozos. Bien sabido es que proyectó una Filosofía del
Cristianismo , cuyo plan, según don Miguel Antonio Caro, concuerda bas¬
tante con el de los Estudios Filosóficos de Augusto Nicolás. Pero no nos
corresponde investigar esta faz del talento filosófico de José Eusebio Caro.
Su filosofía poética, pues, es libre especulación sobre cuestiones vitales,
pero desarrollada en veces en forma casi silogística, por la precisión del
pensamiento y la exactitud de las expresiones e imágenes. Todo el dogma
de la supervivencia del espíritu, por ejemplo, está condensado en estos
dos versos maravillosos:
El hombre es una lámpara apagada.
Toda su luz se la dará la muerte.
Difícilmente se puede ser más «matemático» díganlos asi, en la expo¬
sición de una idea, y difícilmente pueden juntarse, con arte igual, el pensa¬
miento trascendental y la imagen poética que lo simboliza. Aquí se revela
esa perfecta armonía de facultades que había en Caro, principalmente do¬
nes de pensador y sus atributos de lírico. Oigamos ahora estas estrofas
de La bendición Nupcial:
Oye: Oios es aun mas alia del mundo
y antes Que el mundo fuese > El existía ; i
al resplandor del sempiterno dta
goza feliz de su inmortal Beldad.
Sabio y fuerte , benévolo y fecundo ,
quiso manifestar su omnipotencia ,
y aún más que su poder y vasta Ciencia
quiso fuese alabada su Bondad.
150
UN FILOSOFO POSTA
El era Dios . De Padre quiso el nombre ;
y creó cuanto envuelve el ancho cielo ,
cuanto lleva la tierra en su gran vuelo ,
cuanto esconde el abismo mugidor.
Del mundo rey formó por fin al hombre ,
libre , feliz, inteligente y bello ,
y en lo hondo de su ser, con vivo sello,
la imagen estampó de su Creador .
Mas el Perfecto, el Infinito es uno:
El, do todo principia y se termina,
El solo al vago porvenir domina
del centro de la inmoble eternidad.
Ni al Hombre, hijo de Dios, ni a ser alguno,
dar pudo Dios lo que es de Dios tan solo:
¡En la mano abarcar, de polo a polo,
del tiempo y la creación la eternidad t
¡Sí, solo Dios es Dios! mas, en su ciencia,
sin igualar así su criatura,
dióle la libertad y ley segura
para regir su propio corazón.
¡Oh sumos bienes: libertad, conciencia,
por los cuales al hombre limitado,
no lo salva o condena el resultado,
mas lo salva o condena la intención!
Esta es la regla, la alta ley es esta:
no conseguir el bien sino buscarlo,
que en buscarlo de veras, no en hallarlo,
el mérito consiste y la salud
¡Oh! ¡gloria a Aquél por quien la ley fue impuesta
que en esa ley que todo lo reparte,
cada cual se llevó la mejor parte:
Dios el poder, el hombre la virtud!
Afirma Don Miguel Antonio Caro que, en sus últimos años, don
José Eusebio redactaba primero sus poesías en prosa, y luego las trasla¬
daba al verso. El procedimiento no fue de la exclusiva invención del autor
de la Bendición Nupcial que antes había sido empleado, y posteriormen¬
te, un poeta francés radicalmente opuesto a Caro en ideas y en sensibilidad
artística, Garlos Baudelaire, también se sirvió de él para componer mu¬
chas de las poesías de Las Flores del Mal. En las estrofas de don José
Eusebio Caro, arriba trascritas, es visible este procedimiento, es decir,
el de una primera y sosegada elaboración reflexiva, a la cual siguió des¬
pués el simple engaste poético. De otra manera, es decir, si Caro aboca
^directamente el asunto, difícilmente habría logrado tan extraordinaria
precisión de conceptos. Gomo los escultores, modelo primero sus ideas
en la dúctil arcilla de la prosa, que se presta a todas las rectificaciones, y
luego las trasladó a la materia poética definitiva, al duro y perenne bronce
de sus versos.
Rincones mejicanos
La Bahía de Acapulco
Por ' Vicente Dávila
Cuando Hernán Cortés, conquistador y fundador de la nacionalidad
mexicana, se entrevistó en Toledo con el emperador Carlos V, iba car¬
gado de merecimientos de sus obras, y de calumnias y persecuciones de
sus émulos y de sus envidiosos. Ante el monarca casi pesaron más las
segundas que los primeros, no obstante el ser inusitados.
No se le concedió lo que solicitaba con el dereého de la espada,
que es el supremo don de los conquistadores. Era el gobierno de la Nue¬
va España, su empresa de audacia, coraje y sacrificios, en donde Ñuño
de Guzmán, Matienzo y Delgadillo, tres pequeños envidiosos, incapaces
de hacer obra de aliento, atropellaban contra todo lo que era de Cortés.
El emperador no quiso atender a las justas reclamaciones del magno
conquistador y dejó que otros, incapaces de ofrecer tierras conquistadas
a la corona, hicieron trizas el nombre glorioso del fundador del más vasto
império del nuevo mundo.
Le concedió el título de Marqués del Valle de Oaxaca y propiedades
de hasta 23.000 mil vasallos; y le nombró Capitán General. Antes de re¬
gresar de España se unió en matrimonio con doña Juana de Zuñiga, so¬
brina del duque de Béjar. Este enlace, según el cronista Bernal Díaz del
Castillo, le menguó el apoyo decidido de su gran defensora en ta corte
doña María de Mendoza, esposa del comendador mayor de León, fa¬
vorito de Carlos V. Porque defraudó las esperanzas matrimoniales, na¬
cidas en el pecho de doña Francisca de Mendoza, hermana de aquella,
al calor del cortejo amoroso de Cortés.
Lo cierto es que éste y su mujer regresaron a México por los anos
de 1530 y pasaron a vivir a Cuernavaca, tierras de su jurisdicción. Allí,
construyó un palacio, que junto con las iglesias, es casi lo único que visita
el extranjero, con suma dificultad por sus calles tan mal empedradas y
tan sucias. El palacio, que debe ostentar la estatua del fundador, sirve de
casa de gobierno. Menos mal que en estos últimos tiempos se le han he¬
cho algunas reparaciones.
Para llenar el vacío de su menguada autoridad dio impulso a la agri¬
cultura, cría y pequeñas industrias, pero como su vocación y tendencias
no eran las de un hacendado, se enfrascó de nuevo en las conquistas, hia-
bía traído capitulaciones de la corte para expedicionar al mar del sur.
Empezó por construir navios en los puertos de Tehuantepec y Acapulco,
y lanzó a las aguas a sus tenientes. Pero el fracaso le perseguía y fueron
sus naves a estrellarse contra las olas irritadas del Pacifico. En 1535 re¬
suelve ponerse él mismo al frente de nueva expedición, en busca de tie¬
rras al Occidente. Dio con las de California, adonde arribo todo desmán*
telado. Que de los dos barcos San Miguel y San Marcos, construidos en
Acapulco, y salidos en la expedición con Diego Hurtado de Mendoza en
1532, ya tenía conocimiento del fracaso y pérdida de estos.
152
LA BAHIA DE ACAPULGO
Agarrado como el Ayax de la Ufada, a la península californiana, le
encuentran las cartas de su mujer y de don Antonio de Mendoza, el nue¬
vo virrey de México. Le llaman urgentemente. A su regreso fue cuando
permaneció en la selvática bahía de Acapulco. Desde allí regreso a Guer-
navaca. Cortés aparece, en esos años, un esforzado marino en la nave¬
gación de aquellas costas.
Más tarde, por marzo de 1803, otro de los grandes hombres de la hu¬
manidad, el sabio Alejandro de Humboldt, llegó a sus playas en compa¬
ñía de otro sabio, el francés Aimé Bompland. El viajero alemán ante
la belleza salvaje de las rocosas cumbres y de sus agrios peñascales, ex¬
clama: «Acapulco, la más hermosa bahía del Pacífico, parece una inmen¬
sa hoya tallada, por la mano del hombre, en montañas de granito». De en¬
tonces para acá esta observación se confirma cada día. Para el suscrito
sólo le supera la encantadora bahía de Guanabara de Río Janeiro, en la
costa del continente americano. Pero en las playas de la Copacabana bra-
sileira la mano del hombre ha completado la obra del Creador.
Allí empezó Humboldt su labor de coordinados, que luego llevo a
cabo en el territorio mexicano. Dejó un plano del puerto, que ilustra este
escrito. Acapulco fue durante la colonia la rada adonde arribaron los ga¬
leones que desafiando los mares de la China, Japón, India y Filipinas
venían cargados de mercancías vistosas: sedas, que semejaban enjam¬
bres de mariposas ; lozas, jarrones, y tibores de múltiples dibujos y co¬
lores, especies orientales donde abundan la canela olorosa y el incienso
que sahúma el ámbito sagrado de los Iconos votivos.
Todo era animación y bullicio en las polvorientas calles de aquel
pueblucho, de ranchos coloniales y jacales indígenas. Una que otra casa
de teja y de estrechos portales, asomaba acá y allá. Quizás las mismas
que hoy se ven. La escasa población de negros, inditos, mestizos y blan¬
cos, se duplicaban a cada arribo de galeón. Esto constituía una feria.
Pasó la vida colonial, y la república independiente, después de las re¬
friegas sangrientas de la emancipación, dejo languidecer el comercio de
aquella costa. Y quedó, durante más de un siglo, en completo abandono
de Dios y de los hombres. Ni siquiera un muelle.
Cuando el visitante recorre el centro, donde se extienden las ventas
del mercado en las calles sucias, mal empedradas, llenas de aguas y des¬
perdicios, causa la más triste impresión por el desaseo y atraso de aquel
puerto, que tiene por marco, para guarecer su bahía, las rocas más be¬
llas y caprichosas del mar.
Estos graníticos peñascos, cortados a bisel, de hasta 60 metros de al¬
tura, formados por desgarraduras violentas de conmociones^ sísmicas, en
donde se cuentan más de 30 ensenadas, reclama la atención pública de par¬
te de los gobernantes.
Que en esa especie de valle que empieza en la conocida con el nom¬
bre de La Quebrada , y que se alarga en declive y luego se explaya en una
planicie hasta donde la estribación de la cordillera va a morir cerca de
la playa, se halla el viejo poblado.
Y no obstante el haberse iniciado una activa fabricación de quintas
en los cerros, donde sobre las enhiestas rocas cimentan los arquitectos
las bases de sus construcciones, que semejan blancos palomares . en los
picos acantilados de la abrupta serranía, el pueblo permanece sucio, des¬
tartalado y polvoriento.
VICENTE DAVILA
153
Toca al gobierno nacional atender al llamamiento urgente de las en¬
senadas y bahías más caprichosas de un puerto. En primer término debe
enviar un ingeniero constructor, que trace la ciudad que comprenda to¬
dos los caseríos, que viajando de La'Quebrada sigan por la hondonada y
cerros hasta donde termina el casquillo, detrás del hotel Papagayo.
Esta ensenada tiene unos tres kms. de larga por unos dos de ancha
desde la. pláya hasta las faldas de la serranía que la limita al Norte. Abar¬
ca los muelles, el castillo de San Diego, playa Hornitos y la primera par¬
parte de Hornos. Unos pequeños morros frente a una especie de derruía
do torreón limitan esta hermosa playa de los bañistas.
La malyor parte de este valle, que será el asiento de la ciudad, es
plana con pequeñas eminencias donde hay casuchas. Algunas canteras
que sirven para la construcción. Al fondo, en las faldas del cerro, la ver¬
tiente Santa Cruz, que alimenta el acueducto del puerto. Más al oriente,
en una mancha de árboles, un pequeño ojo de agua. Siguiendo la serra¬
nía se pasa la estribación que forma el casquillo, por donde viene la tu¬
bería de agua potable, traída de gran distancia, para aumentar el volumen
de agua del acueducto.
Convendría, que antes de trazar el plano de la ciudad, el gobierno
nacional enviase al ingeniero a hacer un estudio práctico a Rio de Janei¬
ro, donde la obra del h#mbre científico ha trazado una población tan be¬
lla como su bahía de Guanabara.
Luego sigue una segunda ensenada, de solo un km. de playa que se
adentra, hasta donde muere la serranía, en unas cuantas centenas de me¬
tros. La limita, en el mar, el farallón de los Alcatraces. Este promontorio
pétreo evoca en el recuerdo del viajero de 40 años atrás, «El centinela
farallón del Pampatar», puerto de la isla de Margarita. Fecundo vivero
desde la colonia por sus ricas ostras, sus preciosas perlas y sus variados
peces. ¡Mexicanos, cuando viajéis por el Oriente de Venezuela, acercaos
a las playas de Margarita donde en las hermosas de Pampatar hallaréis
brisas saludables para el organismo y una dulce quietud para el espíritu
agitado ! '
Frente al farallón de los Pelícanos, en Piedras Blancas hacia la serra¬
nía, se estrecha la playa de modo que no hay ensenada alguna. Este te¬
rreno escabroso tiene unos dos kms. de largo. Pero los últimos dos kiló¬
metros, hasta la Playa loaros, donde está la base naval, vuelve una ense¬
nada a dar cabida a la extensión de la ciudad.
De toda esta playa, en su primera parte de tres kilómetros, el inge¬
niero constructor bien podrá hacer algo semejante a la célebre playa e
Copacabana, en Río de Janeiro, con sus cinco kilómetros de larga. Son
dos grandes avenidas, Atlántida y Copacabana, con edificios de unos sie¬
te pisos, que contienen una población de mas de 40 mil almas.
Una cosa vital en estas fundaciones de puertos es el drenaje de las
aguas limpias, sucias y lluviosas. Todo este sistema debe estar no so o tra¬
zado sino construido, antes que los ingenieros cimienten los muros de
los edificios y casas de particulares.
Como las casas de La Quebrada y caseríos de los cerros hasta los
muelles tienen fuerte declive, bien puede llevarse un colector principal
por la calle de entrada al centro, que pasando por frente del hotel Las
Hamacas, vaya a vaciarse en el colector central, que desde allí, siga orí-
154
LA BAHIA DE ACAPULCO
liando la playa hasta llevarlo detrás de los pequeños promontorios que se
levantan frente al hotel Papagayo . A ese colector matriz caerán todas las
alcantarillas de la nueva ciudad, para así mantener limpias las aguas del
puerto y las de Hornos que utilizan diariamente los bañistas. El final del
colector debe prolongarse, más afuera, por una tubería que vaya al fon¬
do de la bahía. El modus operandi depende del sistema de cloacas que es¬
time más conveniente el ingeniero constructor del puerto Los america¬
nos del norte en esto, como en todo lo pertinente a la higiene de las ciu¬
dades, son hábiles maestros.
El anclaje de los barcos, que custodia el castillo de San Diego, y don¬
de el gobierno nacional ha construido unos 200 metros de muelles, está
llamado a recibir los navios de todo el Pacífico. Por de contado que fal¬
tan más muelles y los almacenes correspondientes, que la obra se halla
en mantillas.
Hay otro sitio, que se encuentra al voltear un pequeño cabo que limi¬
ta al puerto principal, llamado la Bahía de Santa Lucía , hoy Manzanillo,
muy cómoda para un astillero. Detrás de esta enorme península de gra¬
nito se hallan Caleta y C atetilla, a donde acuden los bañistas. Frente está
la isla grande de la Roqueta que forma otra entrada del mar a la Bahía
de Hornos, llamada Boca Chica. Contigua queda Boca Grande, o La Bo¬
cona como le dicen los acapultecos, la cual tiene unos dos kilómetros de
anchura.
Esta configuración de entradas de barcos semeja a las dos de Carta¬
gena de Indias en Colombia. Allá Boca Grande fue obstruida, en parte,
para los navios de los piratas y bucaneros que infestaban la bahía. Sólo
quedó libre Boca Chica, de fácil defensa por los dos castillos a su entra¬
da. En Cartagena de Indias el viajero admira las murallas más grandes
y mejor defendidas, con sus castillos y caminos subterráneos, que deja¬
ron los conquistadores en América.
En el morro que separa las playas de Caleta y C atetilla acaba de
construir una hermosa quinta el señor general Maximino Avila Cama-
cho, cuya vista da un sugestivo panorama. El terraplén que le hizo para
dar entrada a los autos fue un bien. Quedó desde luego separada la pla¬
ya de C atetilla, donde son los baños, de Caleta adonde llegan forzosa¬
mente las aguas sucias de las quintas que la rodean. Sólo que debe pro¬
hibirse a los bañistas, que ignoran esto, el que usen las aguas de Caleta .
Puesto que ya el secretario de comunicaciones y obras públicas posee
una vistosa residencia en Acapulco, a él le toca, en el desempeño de sus
atribuciones administrativas tomar, como cosa propia, la construcción del
moderno puerto con su pintoresca ciudad. Debe desde luego echar por
tierra todo lo malo que hay en el desmantelado, polvoriento y sucio case¬
río de gitanos, que lleva el nombre de Acapulco.
Las doscientas y más quintas que se miran recientemente en los ce¬
rros, y unos cuantos hoteles en las playas, ya están en su lugar hermo¬
seando, como blancos palomares, aquellas abruptas y salvajes rocas que
circundan las diversas ensenadas. El gobierno de la revolución mexicana,
que con su carretera asfaltada de 450 kilómetros dio impulso a las nuevas
construcciones, debe terminar la obra.
El aumento del turismo, tanto nacional como extranjero, se marca
cada año. Esto da una vida al puerto de Acapulco, desconocida antes
de la carretera. Tal es el valor real de las buenas vías de comunicación
VIGENTE DAVILA
155
entre los pueblos. Pero esta vía, que es la continuación de la carretera
Laredo-México, adolece de algunas deficiencias. Tanto a la entrada de
Tasco como a la salida, por ser entre cumbres, las curvas son forzadas.
Deben, desde luego, ampliarse, cortando las salientes en cada vuelta. Es¬
to mismo sucedió en los cuarenta kilómetros de la carretera macadamizada
entre La Guaira y Caracas, de curvas estrechas, como que la vía es tam¬
bién de meras cumbres. Los choques que destrozaron vidas fueron fre¬
cuentes, hasta que el gobierno nacional amplió las curvas. Además, en la
de Acapulco, antes y después del Cañón de Zopilote asoman de nuevo
las curvas, con su estrechez amenazante.
Guando se sale en lancha de vapor por Boca Grande se halla, a poco
tiempo, la Bahía del Marqués resguardada también por sus graníticas
cumbres. Esta se comunica por un canal ensombrecido con las ramas
de los manglares, cuyas raíces dan a las aguas un rojizo color. Afuera
una enorme playa abierta, donde las olas se estrellan con la misma vio¬
lencia y el estrepitoso fragor de las ondas del Caribe en Venezuela. Es des¬
de luego peligrosa para los imprudentes bañistas que se alejan demasia¬
do de sus orillas.
Hay otras ensenadas en la parte opuesta al casquillo que forma la
gran bahía. Entre las principales se nombran La Quebrada, de gigantes
peñones cortados a bisel. Desde una altura de hasta 30 metros los chama¬
cos, ejercitados desde muy chicos, se lanzan al fondo del canal. Esta di¬
versión de los clavados constituye uno de los números más pintorescos
de aquella caverna, que Humboldt admiró por la estrepitosa algazara de
sus olas al romperse en sus duros acantilados.
Contigua está el Abra de San Nicolás donde la Bahía de la Langosta
sirve para el paso refrescante de las brisas del mar. Luego un saliente ro¬
coso que se alarga a la manera de un diente de una rueda de granito, la¬
brada en la roca viva por la mano del Artífice Supremo. Otra bahía, la
del j Fatal; y así hasta dar con las playas de Caleta y Coletilla . En los sa¬
lientes que son pequeñas penínsulas, se construyen febrilmente quintas
caprichosas. Muchas de ellas de centenares de pesos. Entre las más cu¬
riosas se hallan la de un lord inglés y la de don Manuel Clamón Acosta,
hijo de la pintoresca ciudad de Zacatecas.
Al visitarlas semejan grandes barcos que se lanzan a las hondas ba¬
hías que casi las circundan. Sólo la proa queda asida al continente. El pa¬
norama que rodea a estas quintas, es no solo atractivo sino de un encan¬
tamiento aterrador. El ánimo, saturado de esencias marinas, se siente
suavemente atraído por la desnudez de aquellas rocas y sus cortantes
acantilados.
Bien cuadran sobre el marco de este gigantesco anfiteatro de cum¬
bres, que forman la salvaje y encantadora bahía de Acapulco, las esta¬
tuas de granito de dos representativos humanos: Hernán Cortés, el con¬
quistador y el primer armador de buques en la rada de Acapulco; y Ale¬
jandro de Humboldt, que empezó allí sus trabajos científicos de a .Nue¬
va España *.
Caracas, enero de 1945.
1 A los datos personales se agregan algunos de los que traen Bernal Díaz del Cas¬
tillo en la «Conquista de la Nueva España», 2 tomos; Alejandro de Humboldt en el
«Ensayo sobre el reino de la Nueva España», 5 tomos; Salvador de Madanaga en «Hernán
Cortés»; y Eduardo Ríos en «Fray Juan de San Miguel».
El año literario en Chile
por Julián de Ballesteros
Ha sido este año de gracia de 1944, que acaba de terminar, algo escaso
en producción literaria, en parte por la agitación política que zarandeó
al país de sur a norte y, en parte, por el alud de obras de todo género que
nos envió el continente americano, principalmente Argentina, con sus
prolíferas editoriales y Méjico, que avanza como un gigante para conquis¬
tar el mercado literario de Hispanoamérica.
Se ha dicho que los chilenos son inclinados a la historia en sus diver¬
sas formas, que los poetas y novelistas son escasos y los ensayistas y fi¬
lósofos apenas asoman la meditabunda faz por el mundo de las letras y
tal vez, para confirmación de lo dicho, el año se ha abierto con un libro
de memorias históricas y se ha cerrado con una grave historia de un so¬
lemne y agudo historiador.
Las memorias de don Ricardo Cox Mendes abren la marcha con su
libro Recuerdos de la Revolución del 91 en que el autor, ya veterano en
las lides del pensamiento, refiere con verbo ágil, pintoresco, las aventuras
de su mocedad en la malhadada revolución del 91. Es una crónica de una
amenidad suma que realmente cautiva y muestra un aspecto doloroso de
una revolución que no logró transmutar nuestros hábitos sociales.
Don Francisco Encina termina el ciclo de las obras históricas de este
año con el tercer volumen de su Historia de Chile , erudita, y al mismo
tiempo de alto interés humano. Estudia en este libro la colonia con sus
gobernadores guerreros y las intrigas de palacio que hacen sonreír en es¬
tos tiempos de triunfante democracia. Es lástima, sin embargo, que su arre¬
ligiosidad y espíritu liberal antiguo le haga cometer injusticias con la Igle¬
sia y sus hombres y, como de paso, trate despectivamente a varones es¬
cogidos que han realizado ardua labor social como el Padre Luis de Val¬
divia.
Tras de la historia camina la biografía de personajes de alto coturno;
la inicia, el primero, don Pedro Lira Urquieta escribiendo una bella bio¬
grafía del Padre jesuíta Alonso O valle, una gloria de Chile y de la Com¬
pañía. Es el primer escritor chileno de la colonia, de pluma elegante y de
colorido estilo; amó a su tierra con afecto entrañable y lo demostró pre¬
sentándola con orgullo a la faz del mundo como una tierra de gran belle¬
za y de clima ideal. Acompañan a la biografía escogidos trozos de la obra
como una confirmación en que Lira Urquieta apoya su tesis.
Un alma cumbre es la biografía de doña Juana Ross de Edwars, alma
critiana de plenitud de vida interior, que asombra. La autora, señora Car¬
men Valle, ya conocida en Colombia, ha sabido presentar a su heroína en
el panorama del país y en una mansión suntuosa y envuelta en las costum-
JULIAN DE BALLESTEROS
157
bres y en la atmósfera de ese tiempo, sencilla y a la vez grandiosa. Doña
Juana Ross, era una santa; en medio del boato de su casa señorial vivió
en una pobreza absoluta. Su familia y sus hijos fueron los pobres a quie¬
nes consagró su vida entera. Se lee con sumo agrado esta vida y no sólo
con deleite, sino con mucho provecho.
Detrás de tan delicada matrona desfila Miranda escrito por don Emi¬
lio Rodríguez Mendoza, diplomático de antiguos blasones que ha trazado
cuadros históricos y semblanzas de conquistadores y de magistrados y de
guerreros. El distintivo del diplomático escritor es el vigor con que pinta,
nada de finura en los rasgos ni delicadeza en la pincelada, su pincel es una
brocha que deja un trazo rojo o azul y hace vibrar el color y hace saltar
la figura de su personaje fuera del lienzo. Por eso a Miranda visionario,
el terrible caudillo venezolano, de múltiples facetas, le convenía este for¬
midable biógrafo que hace rugir a su personaje tal como acontecía en los
heroicos tiempos en que vivió.
En pos viene El C onquistador de Pascua , el Hermano de los Sagra¬
dos Corazones Eugenio Eyraud, que convirtió la isla con su virtud heroica
evangelizándola totalmente, después de trágicas aventuras. Obra escrita
por el capellán del ejército; el capellán visito la isla con detenimiento y ha
sabido extraer de las exóticas tierras de oceanía la esencia misma de la raza
presentando al hermano misionero en lucha contra todos los elementos hos¬
tiles: el clima, el paganismo, la miseria, las supersticiones, y la feroz hostili¬
dad de algunos caudillos. Obra — tal vez un poco larga — pero de mucho in¬
terés, pues logra coger el ánimo hasta darle uno cima a la lectura.
Una raza militar es como la biografía de Arauco escrita por el general
don Indalecio Téllez. El autor, general del ejército, es un apasionado por la
belicosa raza araucana; la conoce íntimamente, porque la ha estudiado si¬
guiéndola en toda su larga trayectoria. En este libro prueba el carácter
distintivo de esta raza, muestra las antiguas guerras en que se distinguió
y pone de relieve a Lautaro, a quien le da el epíteto de genio militar, pues
sin ningún elemento indígena crea un ejercito y las armas apropiadas y,
por intuición y observación asidua, coloca ante las tropas españolas una
legión disciplinada e irreductible que muchas veces pone en serios apu¬
ros a los capitanes de la conquista.
Don Alejandro Vicuña, sacerdote ya avezado en este género biográfi¬
co, corona su labor con esta duodécima: El Bautista .
La austera y penitente figura del precursor salede los capítulos de
.este libro con un vigoroso realismo. Vicuña se encariña con su personaje,
lo medita largo tiempo viviendo en su constante compañía, estudia con
paciencia el ambiente social y familiar en que el personaje vivió y después
se lanza a la obra para darle término con halagador éxito.
Si Alejandro Vicuña fuera amigo de las sonajas y del bombo, ya esta¬
ría su nombre en todos los labios de la América hispana y seria rico y
famoso: es sacerdote, y con esto está dicho todo. Sin embargo ha logrado
imponerse.
Cierra el cortejo histórico una monografía de mucha enjundia escri¬
ta con limpio estilo castizo por el reverendo P. Juan de Guermca y se
llama Historia del Monasterio de Clarisas de Nuestra Señora de la Vic¬
toria. Su solo nombre evoca la época romántica de la Colonia, cuando os
158
EL AÑO LITERARIO EN CHILE
capitanes eran austeros y piadosos como unos monjes y en los regimientos
del rey se rezaba el Angelus y se respiraba un ambiente puro de cris¬
tianismo.
El libro es copioso, erudito, de ochocientas páginas, y documentos
rancios y actas y necrologías y listas de religiosas. Al comenzar, el lector
tiembla pensando que aquello le va a resultar una mole aplastante, de que¬
brantarle los huesos! y se equivoca, es lectura de rara amenidad, bien
coordinados los capítulos, y en estilo fluido, como de un narrador ya ave¬
zado que sabe presentar a los personajes y sus hazañas desde un ángulo
amable.
Hay tres libros patrióticos en el año literario: uno solemne y monu¬
mental del historiógrafo de la Academia de Historia don Garlos Peña
Otaegui y se llama Santiago de siglo en siglo .
Peña Otaegui ha mirado con cariño la aldea, que en el siglo dieciséis
fundara don Pedro de Valdivia (1541), capital del reino, Santiago del Nue¬
vo Extremo.
La aldea va creciendo, se va desarrollando tal como una criatura,
con lentitud, pero con seguridad: Así como las enfermedades y las pes¬
tes arruinan a los niños y los dejan raquíticos y macilentos, que causan
lástima, tal le aconteció a la aldea, cuyo nombre le quedaba grande, San¬
tiago del Nuevo Extremo , pero vinieron los años, los inviernos, los lus¬
tros y aquello, deforme y desorbitado, se fue convirtiendo en la gran ca¬
pital que ostentaba cierta agreste belleza cordillerana al comenzar el siglo xx.
Gori dibujos, planos y documentos, el cronista ameno va narrando esa
historia y el libro deja una impresión de una cosa bien lograda.
El segundo libro patriótico es un curioso Diccionario Aíilitar para los
profesionales y para los que desean internarse por esos campos en cuyo
lejano horizonte luce la patria. El autor es el capitán Kaplan, oficial dis¬
tinguido del estado mayor, que entrega con su obra su experiencia militar
en este diccionario.
Y el tercer libro es El llamado de la patria que bajo el patrocinio de la
vicaría militar publica el capellán mayor don Julio T. Ramírez O.
Es un breve código de moral para el conscripto que entra a los cuar¬
teles sin saber nada de lo que le aguarda. El capellán le presenta con su¬
ma claridad los. deberes patrióticos, religiosos y morales y le muestra las
ceremonias militares y los fastos heroicos que se van presentando.
La novela ha tenido pocos cultores, pues los que presiden el grupo
son ya antiguos y fogueados maestros de este discutido género.
El primero es Pedro Prado, un clasico de las letras castellanas. Ma¬
neja un estilo original de forma elegante, coloreado de una poesía de la
tierra que embellece delicadamente los capítulos. Es considerado el pri¬
mero de los escritores de Ghile, pues, apesar de que lleva más de treinta
años en ía brecha, mantiene el entusiasmo de la mocedad.
Este ano íeproduce una famosa novela, Alsino , que tuvo un largo pe¬
riodo de actualidad y es una especie de fabula poética en que el protago¬
nista, un jovenzuelo del pueblo, siente que le brotan unas extrañas alas
que le permiten volar.
. ^n, seéuida, viene don Mariano Latorre, autor premiado con el pre¬
mio mas grande de nuestra literatura y que ha conquistado un lugar emi¬
nente en las letras nacionales.
JULIAN DE BALLESTEROS
159
Mariano Latorre es el primero de los pintores de nuestros campos y
montañas; describe con una pericia original, con una fuerza y una luz que
deslumbra; apesar de todo, los paisajes parecen aplastar al hombre; de
aquí que los huasos, pescadores y labriegos y mozas, posean un alma in¬
definida, vagarosa, como si fueran sombras.
Latorre ha publicado este año Tierra de pellines con las mismas ca¬
racterísticas de sus demás obras: paisajes de maravilla y sombras de
humanos . . .
Eduardo Barrios, ex-ministro de educación, ex-rector de la biblioteca
nacional, autodidacto, estilista delicado, de elegante forma, arreligioso por
formación intelectual, y por el medio social en que se ha desarrollado su per¬
sonalidad, ha lanzado este año una novela titulada Tamarugal, después de
un largo silencio de quince años.
Este nombre indígena Tamarugal es el de una estéril pampa del nor¬
te de Chile, en donde el salitre — el precioso abono — es purificado des¬
pués de una serie de procedimientos largos de enumerar y difíciles de
describir. Allí viven en su ambiente turbio, seco, calcinante, los obreros
del salitre en medio de la hostilidad de la naturaleza y de los hombres;
pues bien, esto lo ha novelado Barrios con maestría, pintando a un grupo
de personajes que allí viven y florecen en el abandono espiritual más ab¬
soluto. Como de paso, ha trazado cuadros vivientes de aquella industria,
del paisaje tétrico, de la pampa, y de ese tráfago de pasiones mezquinas
o soberbias que alienta en los hombres.
El escritor criollo don Luis Durand ha recogido sus escritos en un
libro: Casa de la Infancia . Son narraciones muy sencillas del campo chi¬
leno, con personajes y paisaje bien escogidos, y el lenguaje del huaso y del
obrero chileno.
Pese a que ni el esilo ni el asunto son cosas muy selectos, ni de alta li¬
teratura, hay sinembargo observación aguda de la realidad y personajes
sencillos que comienzan a experimentar el descontento que la demagogia
ha sembrado en las clases populares.
Olegario Laso Baeza es un capitán de caballería en retiro, que escri¬
be cuentos militares con mucho arte, presentando el medio ese tan cerra¬
do para el mundo, con una trasparencia y una verdad que seduce.
Es lástima que los conflictos que allí estallan y se desarrollan con
mayor frecuencia, sean esos conflictos pasionales en que el amor sensual
aparece con un relieve violento, rudo, que hiere la pupila y está en pug¬
na con el sentido moral. El novelista sólo ha retratado lo que ha podido
contemplar en su breve paso por los cuarteles, pero así y todo, el escritor
católico debe hacer sentir su doctrina moral en sus escritos y enseñar
con la elocuencia con que lo han hecho los maestros de la pasada genera¬
ción, tal como Bourget, Bazin, Pereda, Goloma, Caballero, etc.
Otro autor guerrero es el poeta aviador Diego Barros Ortiz, que ha
reunido en un volumen relatos fantásticos de escenas de ultratumba, apa¬
riciones extrañas de fantasmas, muertos que penan, etc.
Diego Barros es un poeta de fuste y también escribe en prosa con
elegante despreocupación; por eso sus Cuentos de ultratumba han sido bien
acogidos por la crítica, pero todos hubieran deseado conocer sus expe¬
riencias sobre el espacio y lo relativo a las impresiones del mortal cuando
va cruzando el éter en alas del avión. . .
160
LE AÑO LITERARIO BN CHILE
La didáctica tiene pocos cultores: el primero es el profesor de la
Universidad de Chile, doctor de la Gregoriana, don Carlos Hamilton.
Ha escrito Derecho Canónico , magnífico texto bien ordenado, escrito
con claridad meridiana, y la Historia del Derecho ; ambos son textos guias
en que las diversas materias han sido presentadas no solamente de acuerdo
con las normas pedagógicas, sino con un acopio abundante de doctrina pa¬
ra satisfacer al más exigente de los juristas.
La poesía tiene esclarecidos representantes: el primero es el capellán
del ejército don Bernardino Abarzúa vastamente conocido en toda la Amé¬
rica Hispana por su bien cortada pluma de periodista y por sus vibrantes
discursos políticos.
El capellán Abarzúa es delicado poeta. Ya cuenta a su haber algunos
volúmenes de bellas composiciones inspiradas en que el brío de la imagen,
la emoción y la fluidez del verso compiten dando la impresión de la be¬
lleza lírica.
La última obra Remanso vesperal ostenta en la portada un paisaje
que armoniza con el contenido del libro: un ciprés meditabundo, sobre
un remanso — en un atardecer de otoño: todo, en un ambiente de paz
y de dulzura.
En medio del torbellino moderno, en que se retuercen los conceptos,
y las estrofas simulan acertijos y los cuadros, alucinaciones de enfermo, es¬
tá serenidad del poeta-sacerdote, cautiva. Por eso el autor proclama su
ideal :
¿Ves? El remanso guarda su deseo,
y su rostro, que cede al devaneo
de las auras, sonríe a las estrellas. . .
Hay en la redondez de su recodo
viveza de pupila transparente,
que, apesar del tumulto, la corriente
no ha salpicado en ribereño lodo .
El remanso contempla de este modo,
siempre joven, la bóveda esplendente
y, reiterando sus miradas, siente
que el cielo en ellas se estremece todo.
Otro poeta religioso, Fray Damasceno Espinosa ha publicado este
año una colección de selectas composiciones místicas con el título de Ecos
del camino .
El dulce Francisco de Asís ungió a su discípulo con su ingenuidad
y le ha comunicado la virtud de mirar el mundo con los ojos limpios y
serenos del que contempla en las criaturas un reflejo de la hermosura
del Señor.
Por eso Fray Damasceno en medio de sus tareas de maestro, de pre¬
dicador y de director de obras sociales y de beneficencia va diciendo sus
estrofas cristalinas en que palpita el amor de Dios. Así cantando y re¬
zando el camino se acorta y la sangre se refresca y queda en el aire un
cántico del cielo.
Gomo síntesis de toda la poesía chilena se presenta el libro del joven
bardo y periodista don Garlos René Correa. Su título es Antología de
Poetas chilenos 1557-1944.
JULIAN DE BALLESTEROS
161
Ha recogido todos los cantos y poemas y romances de los portaliras
que han pasado por estas tierras hurañas del Nuevo Extremo desde la
epopeya de Ercilla hasta los gritos histéricos de los vanguardistas de es¬
ta hora tenebrosa en que vivimos. Hay de todo, himnos clásicos y leves
canciones modernas, cosas magníficas que elevan el alma y estertores que
maltratan el oído y hieren el alma. *
Es lástima que el libro se resienta de una ligereza y de una levedad
que no se comprende y muchos errores de fechas y de crítica deslustran
el conjunto que merece, por el esfuerzo, un voto sincero de aplauso.
La crítica ha recibido la obra con displicencia y, a veces con suma
acritud y se explica, como el poeta Correa hace de juez literario en la
prensa y muchas veces dictamina con severidad, la juventud le ha hecho
pagar caro los juicios adversos. ¡Así va el mundo!
Coronan el año dos libros religiosos de autores ya consagrados por
la opinión pública: Fátima , el primero de ellos, escrito por el rector de
la Universidad Católica, monseñor Carlos Casanueva O.
Monseñor Carlos Casanueva es el sacerdote más activo y más apos¬
tólico de la nación: humilde, sencillo y ágil, con largos años de profesorado
y de intensa vida de predicación, su laboriosidad es proverbial: Se le en¬
cuentra en todas partes ya rigiendo con admirable tino la Universidad
Católica, ya visitando algún tugurio o predicando, o en una antesala de
algún personaje para pedir alguna gracia para algunos de sus universita¬
rios, siempre juvenil, siempre escondido va dejando tras de si un reguero
de bendiciones.
Hombre de tan asombrosa actividad ha encontrado tiempo para es¬
cribir esta obra del moderno mensaje de la Virgen al mundo, el mensaje
de la Virgen de Fátima. Y lo ha escrito con unción y con amenidad de tal
manera que se lee con deleite . . .
El mensaje de María debe ser escuchado de tales labios sacerdota¬
les!
¿Y el último libro? Obras selectas de un orador sagrado que ha hecho
resonar los púlpitos de la metrópoli, don Jorge Salcedo Rossel.
Escribe de broma dos o tres prólogos graciosos y presentado por un
erudito sacerdote, entra en materia con un solemne discurso a la Virgen
Santísima del Carmen cuyo trono erigido a la orilla del mar parece desafiar
la adversidad y el tiempo.
Este libro sustancioso y leve cierra el año literario de 1944.
Relacionado con la literatura merece una loa entusiasta la revista ju¬
venil y universitaria que con el título sugestivo de Orientaciones publican
los jóvenes católicos de Valparaíso bajo los auspicios de los religiosos de
los Sagrados Corazones.
En verdad el material es nutrido, los colaboradores están pertrechados
con la sólida filosofía de nuestra fe cristiana y por eso abordan con claridad
los problemas que nos preocupan en esta hora tenebrosa en que vivimos
¡Ad multos annos!
t
Un proyecto notable de ornamentación
templaría
por Eduardo Ospina, S. J.
De la interesante exposición pictórica presentada por Mme. Andrée
de Sobocka de Groot en el salón de la Biblioteca Nacional (marzo 7-21
de 1945) quisiéramos considerar sólo el proyecto trazado por la artista
para la iglesia de la Sagrada Familia, regentada por los PP. de Santo Do¬
mingo en Curazao. .
El proyecto contempla solamente el testero principal de la n^ve
mayor y espacios contiguos. Sus partes están dispuestas por grupos ter¬
narios y cuaternarios, apropiados para la composición monumental.
En el triple lienzo vertical del testero se desarrollan en un tríptico
las escenas culminantes en la vida y en la obra del Mesías, así:
A) Su manifestación (Epifanía), B) Su sacrificio salvador (el Calva¬
rio), C) Su triunfo (la Ascensión, (Figuras A), B) y C).
En los plementos de la bóveda y sobre aquel tríptico van tres cam¬
pos con figuras especialmente relacionadas con cada una de las partes
de él: a lado y lado Isaías (figura a), el profeta del nacimiento virginal
y manifestación del Mesías, y David (figura c), el profeta de la glorifi¬
cación del mismo Mesías. En medio de estas dos figuras, la Santísima
Trinidad (figura b): el Padre, en su imagen tradicional del Anciano, y
el Espíritu Santo, la Paloma divina, contemplan extasiados la Hostia sa¬
grada, cumbre del Sacrificio y Gloria de Jesús.
En la bóveda también y más lejos, pero equidistantes del centro:
cuatro Santos dominicos (Santo Domingo, Santo Tomás, San Jacinto y
el mártir Van Gorken ( figura d), y cuatro Santas de la Orden femenina (San¬
ta Catalina, Santa Rosa de Lima, Santa Imelda y Santa Inés) (figura e).
Recuérdese que el proyecto es para un templo dominicano.
Bajo esos dos grupos, en lienzos verticales, dos escenas alusivas a
la sagrada Eucaristía: a la izquierda del altar, el profeta Elias (figura
f)y recibiendo del ángel el pan que restauró sus fuerzas, y a la derecha
los peregrinos de Emaús a la mesa (figura g).
Por el sólo agrupamiento de los temas se advierte ya la grandiosa
síntesis religiosa de esta composición trascendental. Pero ella se com¬
prende mejor por el desarrollo de cada parte.
Consideremos primero el tríptico central.
A) La Manifestación del Mesías . Esta se lleva a cabo en el momento
típico de la «Epifanía» (palabra griega que significa «manifestación»),
y la composición da a la Epifanía su sentido más trascendente: en la par¬
te central, Jesús en brazos de su Madre abre los suyos para acoger a
* . •
Figura A Figura B _ Figura C
La Manifestación del Mesías El Sacrificio del Mesías El Triunfo del Mesías
164
UN PROYECTO DE ORNAMENTACION TEMPLARIA
los que vienen a adorarle. Y an¬
te todo a las almas inocentes, re¬
presentadas por un grupo de ni¬
ños de primera comunión. Luego
los sencillos pastores y los ma¬
gos espléndidos, cuyos cortejos
se ven aproximarse desde diver¬
sos puntos del horizonte para in¬
dicar la variedad de naciones que
vienen a la Iglesia. En la parte
superior, los ángeles entonan el
Paz a los hombres tan amados
de Dios.
B) El Sacrificio salvador del
Mesías . Esta es una de las par¬
tes más ricas en contenido dog¬
mático y en fuerza sintética.
En su parte inferior se expre
sa la realidad de la vida cristia¬
na en la fecunda fórmula Ora
et labora . La oración está perso¬
nificada en la plegaria de la fa¬
milia: el padre recogido, en pie,
Figura a) El profeta Isaías
la madre arrodillada y los peque-
ñuelos en actitudes bien caracteri¬
zadas. El trabajo está expresado por
una escena de pescadores.
En la parte media se desarrolla
el purgatorio, vida intermedia en¬
tre la de este mundo y la otra defi¬
nitiva. La disposición de sus figu¬
ras toma como un movimiento espi¬
ral que recuerda algunas obras de
Rubens y de Tintoretto, y que ex¬
presa bien la naturaleza transitoria
y ascendente de la purificación ul-
traterrena. Esta parte está también
esbozada de tamaño natural en un
gran cartón (3x4 metros) donde
las figuras en muy variadas actitu¬
des expresan felizmente un senti¬
miento complejo típicamente cristia¬
no: el íntimo sufrimiento resignado
junto con el intenso anhelo de libe¬
ración.
En lo alto de esta parte central
domina la escena del Calvario. Su
Figura b) La Santísima Trinidad.
EDUARDO OSPINA
165
ejecución es realista, pero su
colocación sintética le da una
trascendencia dogmática: es el
sacrificio redentor que trasfor¬
ma la vida orante y laboriosa
en eternidad feliz y redime con
su virtud expiatoria las almas
aún detenidas en el fuego puri-
ficador.
Es notable el estudio de ca¬
da personaje para esta escena
superior: el suave y ardiente
San Juan contempla en silen¬
cio, una de las santas mujeres
aterrorizada parece echar pie
atrás, la Virgen María, fuerte
y amorosa, se abraza a la cruz
con ternura y serenidad. Y así
las demás figuras.
G) La Glorificación del Me¬
sías . Es la gloria misma de la
ascensión a los cielos en com-
FlGURA d) Grupo de Santos dominicanos
posición que recuerda la asunción
de la Virgen por Rafael y la aún
más grandiosa de Tiziano. En la
parte inferior se agrupan los após¬
toles presididos por la Madre de
Jesús, como una personificación
de la Iglesia que se extasía en el
triunfo del Redentor. Arriba, Je¬
sús glorioso entre el cortejo de
los grandes personajes del Anti¬
guo Testamento.
Las dos figuras superiores, Isa¬
ías (figura a) sobre la Manifesta¬
ción del Mesías y David (figura
c ) sobre su Glorificación, son bue¬
nas figuras decorativas.
En cambio la figuración de la
Santísima Trinidad (figura b) sa¬
le de lo ordinario como concep¬
ción original y como ejecución.
Como concepción original, porque
166
UN PROYECTO DE ORNAMENTACION TEMPLARIA
será talvez la primera vez que en una representación visible de las tres
Personas divinas, el Hijo está figurado por la Hostia eucaristica. esta
muy bien! Más relación tiene la Hostia como figura simbólica y plástica
con el Dios sacrificado que la figura del Anciano con el Padre Eterno
o la figura de la Paloma con el Espíritu Santo. Pero en la presente com¬
posición dogmático-litúrgica la Hostia eucarística como realidad teoló¬
gica, como forma simbólica y aún
como figura geométrica tiene un
alto sentido. La Eucaristía es la
Figura e) , Grupo de Santas dominicanas
perpetuación de la oblación reden¬
tora de Jesús (el Sacrificio in¬
cruento: realidad geológica) ; la
Comunión es la comunicación su¬
prema que en esta vida tenemos
con la divinidad en virtud del Sa¬
crificio de Jesús (el Pan de Vida:
realidad simbólica), y la Hostia,
visualmente, es no sólo un foco
de blancura, suma de todos los
colores, sino también, geométrica»-
mente, es el círculo, el foco de la
regularidad monumental, la figu¬
ra perfecta por su concentración
y por su radiante equilibrio. Así
colocada la Hostia en la cumbre
central de esta gran composición
viene a ser como la plenitud de
la síntesis ideológica y como una
aurora cándida que todo lo en¬
vuelve en su purificante ilumina¬
ción.
i * * *
Esta obra, como estilo, tiene sus
caracteres propios.
La primera nota característica
que llama la atención en ella es el
denso sentido dogmático.
Se necesita una inteligencia profunda y muy formada, para intuir la
admirable belleza de los misterios cristianos y la excelsa armonía con
que se asocian unos con otros. Solo una fuerte preparación doctrinal y
una meditación penetrante puede envolver en vínculos tan firme y sen¬
cillamente enlazados esos hechos descollantes en la vida del Salvador.
No conocíamos obras de tanto vigor varonil creadas por una mente feme¬
nina. Obras de tanto aliento teológico honrarían a un gran artista cristiano.
La profundidad doctrinal comunica a esta alma de artista y de cris¬
tiana un impulso místico, superior al entusiasmo estético. Solo que no¬
sotros quisiéramos dar a la palabra místico un sentido religioso y cristia¬
no, aunque no para significar la comunicación extraordinaria en el or¬
den sobrenatural. La intensa luz que brota de las profundidades del dog¬
ma cristiano se hace llama de afecto en una personalidad que lleva en sí
el fuego de la raza francesa y la recóndita y dolorosa pasión de las razas
EDUARDO OSPINA
167
eslavas. Ese sentimiento místico se advierte en todas las partes de la com¬
posición. Pero nos parece condensarse de manera especial en la figura¬
ción de la Santísima Trinidad. Esta es una intuición tan alta y original
que merecería ella sola ser realizada en una gran vidriera de catedral
gótica.
De esta intimidad de sentimiento cristiano procede otro carácter de
la composición total: el dramatismo , que en algunos casos se llamaría
dinamismo con una ex¬
presión tal vez más exac¬
ta. Es dramática la esce¬
na de la Crucifixión por
la variedad y fuerza de
las actitudes. Es dinámi¬
co el Purgatorio por la
unidad y ardor del sen¬
timiento general. Esta
realidad de intenso mo¬
vimiento haría las com¬
posiciones de Mme. de
Groot realmente popula¬
res en un ambiente cris¬
tiano y las aproxima a
las composiciones orna¬
mentales de la Edad Me¬
dia.
* * *
Y todas estas condicio¬
nes de fondo ideológico,
sentimiento religioso y
¡movimiento dramático,
explica en buena parte
la técnica de esta origi¬
nal artista. Esas condicio¬
nes la impelen a buscar
la expresión general de
las escenas y por eso ela¬
bora más la disposición
del conjunto que la per-
feción de los detalles. En
este sentido posee uno
£ dd en las exposiciones religiosas de Rem-
brandt: a la intensidad dramática se .ordenan y casi dinamos se
sacrifican los detalles. Pero con frecuencia la obsesión deaideaydl
sentido total deja imperfectas, tal vez incorrectas, las formas pa t cu a
res En esto nos parece ver un influjo de su maestro Georges Desvallie-
res tan amable por su noble pasión religiosa y tan extraño y borrascoso en
su ejecución En esas obras no hay que buscar rostros y manos hermosas,
ni actitudes arrogantes, sino facciones y ademanes expresivos en todo el
realismo y humildad de su verdad humana.
El procedimiento preferido para la ejecución de esta obra es e res-
co: el austero fresco sobre superficies de cemento gris que da al f n
1
Figura f) El profeta Elias
168
UN PROYECTO DE ORNAMENTACION TEMPLARIA
su color; el fresco que exige rapidez de labor y desecha el pulcro detalle
para realizar grandes efectos de tonalidad y movimiento. Este es el pro¬
cedimiento predilecto para esta artista que trabaja con tanto afán como
si se hubiera apoderado para siempre de su alma el sentimiento angus¬
tioso de la fuga hacia el destierro ignoto en los vehículos precipitados
bajo el fuego de los aviones invasores.
# * *
Creemos que pocos de los visitantes de esa exposición se dieron cuen¬
ta exacta del gran sentido encerrado en aquellos sencillos dibujos, rá¬
pidos y esquemáticos,
y aquellos imperfectos
esbozos en tamaño na¬
tural, que hablan muy *
poco al público ordina¬
rio, no preparado para
la comprensión inter¬
pretativa de un boceto e
impresionable sólo con
las obras acabadas y
con los colores defini¬
tivos. Algunos juicios
oídos al azar nos han
confirmado en nuestro
principio de que los ar¬
tistas no deben mostrar
al vulgo sus borradores,
so pena de la incom¬
prensión x. Pero no du¬
damos que los espíri¬
tus preparados com¬
prendieron la capacidad
artística de la persona, la profundidad de su idea, el empuje de su eje¬
cución y la valentía de su profesión de fe religiosa.
Esto lo decimos del vulgo; pero no esperábamos de un artista semejante incom¬
prensión. Don Gonzalo Ariza, joven pintor de grandes disposiciones, de estilo pictórico
muy original e interesante que no nos proponemos analizar ni discutir censura acremen¬
te esta exposición en un artículo de El Tiempo (18 de marzo). A vueltas de ideas abstrae-
tras y vagas, más o menos defendibles o vulnerables, que nos hacían recordar las palabras de
Roberto Pizano: ¡Los artistas no somos filósofos /, escribe como reproche de esta exposi¬
ción predominantemente religiosa: «Un aspecto excepcionalmente importante de la pintura
es su uso; el arte religioso para que sea un arte, vivo, debe desempeñar su función, y re¬
sulta un poco absurda una exposición de pintura con cuadros religiosos que, lógicamente,
deben tener su sitio en los templos». Según tal mentalidad sería un desatino exponer en
un salón un lienzo religioso de Rafael o de Ribera; habría que retirar la mayor parte de
los óleos que enriquecen el Museo de Arte Colonial de Bogotá y, lo que es más grave,
habría que suprimir las secciones más valiosas de los museos del Louvre en París, del
Prado en Madrid y de la Galería Nacional en Londres. Aplicado el principio en rigor,
un bodegón pintado para un comedor no debería exponerse sino en su comedor, uña esta¬
tua tallada para un mausoleo, no podría mirarse sino en el cementerio. Más aún no de¬
berían hacerse los llamados «Salones de artistas», pues ningún artista realiza sus obras
para dejarlas en ellos perpetuamente .
*
Figura g) Los discípulos de Emaús
Instrucción
que debe ser observada por los tribunales diocesanos
en las causas de nulidad de matrimonios
y por José María Urta, S. J.
Art. 35, § 1® — Son hábiles para acusar el matrimonio:
1) Los cónyuges, a no ser que ellos mismos hubieren motivado la cau¬
sa del impedimento;
2) El promotor de justicia, cuando se tratare de los impedimentos
por su naturaleza públicos, en virtud de su propio derecho (Comm. Pont»
17 Iil. 1933 ad rv), y sin necesidad de previa denuncia; y si ésta hubiere
tenido lugar, en cualesquiera otros impedimentos, siempre que el denun¬
ciante careciere del derecho para entablar la acción encaminada a obte¬
ner la declaración de nulidad de su matrimonio, salvo con todo lo que se
prescribe en los artículos 38 y 39 de la presente Instrucción.
§ 29 _ Todos los demás, aun cuando fueren consanguíneos, no tienen
derecho para acusar el matrimonio, sino tan sólo para denunciar la nu¬
lidad del matrimonio o al Ordinario del lugar o al promotoi de justicia
(can. 1971).
§ 39 — Los acatólicos, tanto los bautizados como los no bautizados, no
podrán desempeñar el papel de actor en las causas matrimoniales. Con
todo, si se presentaren razones especiales que persuadan su admisión, se
deberá recurrir, en cada uno de los casos, a la Sagrada Congregación del
Santo Oficio (v. la respuesta de la Sagrada Congregación del Santo Oficio,
del día 27 de enero de 1928).
Art. 36 — En aquellas diócesis, en las cuales los oficios de promotor
de justicia y defensor del vínculo se acumulen en la misma persona (y. el
can. 1588), si la causa hubiere sido instituida por el promotor de justicia,
se designará otra persona, que desempeñe el cargo de defensor del vinculo.
Art. 37, § l~ El cónyuge es inhábil para acusar el matrimonio, si
hubiere motivado él mismo la causa culpable o del impedimento o de la
nulidad del matrimonio.
§ 29_ El que hubiere verificado la causa honesta y lícita del impedi¬
mento, es hábil para acusar el matrimonio.
§ 39 — También son hábiles para acusar el matrimonio los cónyuges,
que se hubieren casado bajo la presión del miedo o de la coacción.
§ 49 _ Los que son inhábiles para acusar su matrimonio, pueden muy
bien denunciar la nulidad del mismo o al Ordinario del lugar o al promo¬
tor de justicia del tribunal competente (v. el can. 1971 ^ 2^ y la bomm.
170
INSTRUCCION SOBRE LAS CAUSAS DE NULIDAD DEL MATRIMONIO
Pont., 12 mart. 1929; 17 feb. ^1930, y 17 iul. 1933, en respuesta a las pre¬
guntas primera, segunda y tercera).
Art. 38, § l9 — Guando la denuncia de nulidad hubiere sido presenta¬
da por uno de los cónyuges o por ambos, sobre la base de que uno de ellos
o los dos
a) excluyeron con acto positivo de voluntad el mismo matrimonio
o todo derecho al acto conyugal, o alguna de las propiedades esenciales
del matrimonio; o
b) pusieron alguna condición en pugna con la sustancia del matri¬
monio,
el promotor de justicia no acuse el matrimonio, sino avise con todo
encarecimiento al cónyuge o a los cónyuges, que miren por su conciencia,
y que si fuere posible, quiten la causa del impedimento, verbi gratia, pres¬
tando, de acuerdo con la ley canónica, nuevo y válido consentimiento.
§ 29 — Guando la nulidad del matrimonio en referencia, hubiere lle¬
gado a ser pública con grave escándalo de los fieles, y el denunciante hu¬
biere dado señales de arrepentimiento sincero, a juicio del Ordinario;
y la causa de nulidad denunciada se apoyare en razones, o de hecho o de
derecho, tan ciertas y válidas, que la nulidad del matrimonio aparezca del
todo probable ; entonces el promotor de justicia tiene el derecho y a la vez
la obligación de acusar, conforme a las leyes, el matrimonio denunciado.
Art. 39 — Si la nulidad del matrimonio fuere denunciada por el cón¬
yuge o los cónyuges, que hubieren sido la causa culpable o del impedimen¬
to o de la nulidad del matrimonio, exceptuados los casos de que se trató
en el artículo precedente, el promotor de justicia no entablará acción, si
no verificaren estas tres cosas:
a) que se trate de un impedimento que por una parte hubiere llegado
a ser público, y por otra que se apoye en argumentos, o de hecho o de de¬
recho, tan ciertos y poderosos, que no pueda dudarse con seriedad de la
existencia del impedimento;
b) que el bien público, esto es, la remoción del escándalo, así lo pidie¬
re, de acuerdo con el juicio del Ordinario;
c) que no sea posible, una vez cesado el impedimento, celebrar, con¬
forme a las leyes, el matrimonio.
Art. 40 — El Ordinario, aun cuando hubiere recibido la denuncia de
nulidad, nunca acuse por sí mismo, sino más bien defiera el asunto al
promotor de justicia de su tribunal, quien procederá conforme a las nor¬
mas que antes se establecieron.
Art. 41, § l9 — Las denuncias presentadas por escrito, cuyos autores no
puedan ser interrogados personalmente, podrán en circunstancias especia¬
les, y a juicio del Ordinario, considerarse causa suficiente para entablar
proceso, pero entonces se deberán hacer con todo esmero y a tiempo las
oportunas averiguaciones.
§ 29— No se tomarán en cuenta ora las denuncias anónimas, salvo
que éstas suministren pruebas de hecho positivas y graves, ora las no
anónimas, cuando el derecho de acusar competa a los cónyuges, y no se
trate de impedimentos por su naturaleza públicos (v. el art. 35 § l9 n. 2).
JOSE MARIA URIA
171
§ 3? _ Si la denuncia hecha por otros contuviere pruebas, de las cua¬
les parezca colegirse la nulidad probable del matrimonio ; el Ordinario
o el promotor de justicia verán, después de haber interrogado con cautela
y secreto a los denunciantes, si se puede y debe proceder a la acusación
€x officio, conforme a la norma establecida en los artículos 38^ y 39, o si
por el contrario habrá que obtener dispensa para la revalidación del ma¬
trimonio.
§ 4? _ El promotor de justicia retirará la acusación, si más tarde lle¬
gare a convencerse de que ésta no se puede sustentar sólidamente con ra¬
zones basadas en derecho o en hechos.
Art. 42 — El matrimonio que, en vida de ambos cónyuges, no hubiere
sido acusado; una vez acontecida la muerte de ambos o de uno de ellos,
de tal manera se presume que fue válido, que no se admitirán pruebas en
contra de la referida presunción, a menos que la controversia a que nos
referimos, se presentare en los tribunales de manera incidental (can. 1927).
TITULO IV
DE LOS PROCURADORES Y ABOGADOS
Art. 43, § l9 — Aun cuando la parte litigante pueda por sí misma accio¬
nar y responder en juicio, conviene sin embargo que tenga un abogado, o
elegido por la misma o dado por el presidente del tribunal, conforme a las
normas que siguen.
§ 29 — El presidente, oído el colegio de los jueces, podrá también de¬
signar otro abogado, si las circunstancias así lo pidieren, v. gr., en los ca¬
sos de ser muy negligente el abogado que eligió la parte (v. can. 1655, § 29).
§ 39 — Si ambos cónyuges pidieren la declaración judicial de nulidad,
bastará que uno de ellos constituya abogado, a menos que la otra desee tam¬
bién constituir el suyo propio, o el presidente así lo creyere oportuno.
§ 49 — La parte demandada, que se oponga a la nulidad del matrimonio,
podrá constituir su abogado, por más que interviniere en la controversia
el defensor del vínculo, quien debe propugnar su validez, y tendrá la obli¬
gación de suministrarle argumentos y pruebas.
Art. 44, § l9 — La parte puede asimismo nombrar procurador distinto
del abogado.
§ 29 — Es propio del procurador, representar a la parte, y exhibir al
tribunal los libelos y recursos de cualquier género; mas lo que se refiere
a la defensa, se reservará siempre al abogado.
Art. 45 — Por más que el actor o el reo hubieren constituido su procura -
dor o abogado, con todo deberán siempre presentarse en persona ante el
tribunal, cuando el derecho o el juez así lo pidieren (can. 1647).
Art. 46 — Guando la causa hubiere sido entablada por el promotor de
justicia, conforme a la norma de los artículos 35, § l9 n. 2, 38 y 39, el cónyuge,
que no tiene derecho para acusar el matrimonio, podrá constituir su aboga¬
do; mas, si el promotor de justicia retirare la acusación o si no apelare con¬
tra la sentencia del tribunal, cesará también el oficio del referido abogado.
Art. 47, § l9 _ La parte no puede elegir sino tan solo un procurador,
y este no podrá darse sustituto, a no ser que se le hubiere concedido para
hacerlo facultad expresa (can. 1656 § l9).
172 INSTRUCCIONES SOBRE LAS CAUSAS DE NULIDAD DEL MATRIMONIO
§ 2® — Y si, por motivo justo y con anuencia del presidente, hubieren
sido deputados más de uno por la parte, el nombramiento se considerará
hecho de tal manera, que sea posible entre los varios elegidos la prevención
(can. 1656 § 2*).
§ 39 — Los abogados, firme lo establecido en el artículo 46, pueden ser
varios (can. 1656 § 39).
§ 49 — El procurador, a menos que el presidente conceda lo contrario
en atención a circunstancias especiales, deberá residir en la misma ciudad,
en la cual se hallare radicado el tribunal, o al menos en un lugar cercano.
Art. 48, § l9 — El procurador y el abogado deberán ser «atólicos, mayo¬
res de edad y conspicuos por su honestidad y fama de religión; el acatólico
no podrá ser admitido, a no ser por excepción y por necesidad debidamen¬
te comprobada (v. el can. 1657 § l9).
§ 29 — El abogado debe, fuera de lo dicho, ser doctor al menos en
derecho canónico (v. can. 1657, § 29), y haberse ejercitado laudablemen¬
te por tres años en las prácticas judiciales eclesiásticas ; y sería muy de
desear que esto se hiciera en el tribunal de la Sagrada Rota Romana.
§ 39 — El procurador deberá ser al menos licenciado en Derecho Canó¬
nico, y haber cumplido laudablemente el aprendizaje — noviciado, le lla¬
ma la Instrucción— del cual se habla en el párrafo 29.
§ 49— E procurador y abogado, para que puedan ser admitidos a ejer¬
cer sus respectivos cargos, necesitan la aprobación del Ordinario, la cual
podrá ser o general para todas las causas, o especial para alguna determi¬
nada (v. el can. 1658 § 29). Con todo, los abogados del S. Consistorio, o los
que figuran en el catálogo de la S. R. Rota, no necesitan dicha aprobación,
pues tienen derecho para ejercitar la abogacía en cualesquiera tribunales
diocesanos, a menos que el Obispo lo prohibiere por grave motivo, caso en
el cual se permitirá el recurso a esta Sagrada Congregación encargada de
la disciplina sacramental.
Art. 49, §19 — El procurador no será admitido por el presidente, si
primero no hubiere depositado en el tribunal el mandato escrito y especial
para pleitear. Este mandato deberá también figurar al pie del libelo y de
la citación, en ambos casos, con la firma del mandante. Dicho mandato,
para que sea válido, deberá contener las indicaciones del día, mes y año
en el cual se otorgó, y además la firma deberá ser reconocida por el párroco
o por la Curia (v. el can. 1659 § l9).
§ 29 — Y si el mandante no supiere escribir, habrá constancia de ello
en la escritura, y será necesario que el párroco o el notario de la Curia
o por lo menos dos testigos, cuyas firmas hubieren sido reconocidas por el
párroco o por la Curia, pongan su firma al pie del mandato (v. el can.
1659 § 29).
§ 39 — El mandato del procurador deberá conservarse en las actas de
la causa (can. 1660).
§ 49 — El abogado no podrá hacerse cargo de la defensa, si no hubiere
recibido comisión, a manera de mandato procuratorio, o de la parte o del
presidente (v. el art. 43) ; de todo lo cual deberá quedar constancia en lasi
actas (can. 1661).
JOSE MARIA URIA
173
Art. 50 — El procurador, si no tuviere mandato especial para ello, no
podrá renunciar a la acción, instancia o a los actos judiciales, y generalmen¬
te realizare aquellas cosas, para las cuales se requiere mandato especial
(v. el can. 1662).
Art. 51 — Tanto el procurador como el abogado pueden ser rechazados
por el tribunal, expidiendo decreto, ora ex officio, ya a petición de parte,
mas sólo por razones justas y graves, y salvo el derecho de recurso al
Obispo.
Art. 52, § l9 — Los abogados y los procuradores pueden se removidos
por aquel , de quien recibieron su nombramiento, salva la obligación de pa •
garles los honorarios que les sean debidos; mas para que la remoción sur¬
ta efecto, será menester que se les notifique, y que si se llevó a efecto la
contestación de la demanda, tanto el presidente del tribunal como la par¬
te contraria hubieren tenido noticia auténtica de la remoción (can. 1664
§ i9).
§ 29 _ El mandato expira tan pronto como hubiere sido resuelta por
sentencia definitiva la causa, salvo el derecho y la obligación de interponer
dentro del espacio de diez días la apelación, a no ser que el mandante se
opusiere a ello (v. el can. 1664 § 29).
Art. 53, § l9— Es de la incumbencia del Obispo publicar el catálogo
o el álbum, en el cual figuren los abogados y procuradores admitidos en su
tribunal. En dicho catálogo se mencionará el derecho que tienen para ejer¬
citar el patrocinio, de acuerdo con la norma establecida por el articulo
48 § 49, tanto los abogados del S. Consistorio, como los que figuren apro¬
bados en la S. R. Rota.
§ 29 — Los abogados inscritos en el catálogo tienen la obligación, por
virtud del mandato que les hubiere impartido el presidente del tribunal, de
prestar el patrocinio gratuito, o por lo menos la gratuita asistencia a las
personas, que hubieren recibido este beneficio del tribunal (v. los arts.
237-240).
Art. 54 — Los abogados y procuradores no pueden:
1) Exigir en forma pacticia emolumentos exorbitantes; y si lo hi¬
cieren, el pacto se considerará nulo y se les aplicarán las penas, de las
cuales se trata en el can. 1665 § 29;
2) Traspasar los cánones de la profesión, o por dádivas o promesas
o por otra cualquier causa, bajo las penas de las cuales se hab a en e
canon 1666;
3) Renunciar al mandato, hallándose aún pendiente la controversia,
sin justo motivo que deberá ser aprobado por el presidente.
Nota: can. 1665 § 29. Los pactos de que se trata en el primer párrafo
del canon, serán inválidos, y quienes los celebraren, podran ser castigados
con multa por el juez o por el Ordinario. Ademas el abogado que llegare
a faltar en esta materia, podrá ser suspendido del oficio, y si reincidiere
también destituido y privado del titulo. . , . , ,
Can. 1666. Los abogados y procuradores que prevaricaren dejándose
sobornar con dádivas o promesas, o de otra cualquier manera hicieren
traición a las obligaciones propias de su oficio, deberán ser removidos ; y,
fuera de la reparación de los daños, deberán ser castigados con multas y
otras sanciones proporcionadas a su falta.
174
INSTRUCCIONES SOBRE LAS CAUSAS DE NULIDAD DEL MATRIMONIO
TITULO V
DEL LIBELO INTRODUCTORIO DE LA CAUSA
(Nota: En castellano diríamos sencillamente de la introducción de
la causa).
Art. 55, § l9 — La causa de nulidad de matrimonio solamente podrá
ser introducida por las personas, que tengan derecho para acusar el ma¬
trimonio, conforme a las normas establecidas, de las cuales se trata en el
título m de esta Instrución.
§ 29 — Quien deseare acusar el matrimonio, deberá presentar el libe¬
lo ante el tribunal competente, y en dicho libelo se propondrá el objeto
de la controversia y se pedirá la intervención del juez, para declarar la
nulidad del matrimonio (v. el can. 1706).
Art. 56 — Si el actor no supiere escribir, o se hallare impedido legí¬
timamente para presentar el libelo, podrá proponer de palabra su peti¬
ción ante el tribunal. Y cuando esto aconteciere, el Oficial mandará al ac¬
tuario que escriba la referida defensa, y una vez escrita, deberá ser leída
al demandante, para que la apruebe y ponga al pie de ella la señal de la
cruz en testimonio de aprobación; de todo lo cual dará fe el notario (v.
el can.T707 § 1 y 3).
(Nota: Can. 1707 § l9. La demanda, por regla general, se propondrá
por escrito. Con todo, si el actor no supiere escribir o se hallare impedido
legítimamente para proponer por escrito su demanda, la propondrá de pa¬
labra ante el tribunal. § 2r Además, en las causas de fácil investigación
o de menor cuantía y que han de ser resueltas con rapidez, podrá el juez,
según su prudente arbitrio, permitir que el actor presente la petición oral¬
mente. § 39 Pero en ambos casos corresponde al juez ordenar que el no¬
tario escriba la demanda y que sea leída al demandante, para que éste
la apruebe).
Art. 57 — El libelo se redactará de esta manera:
1) Se expresará el tribunal, ante el cual se pretende introducir la cau¬
sa, verbi gratia, ante el tribunal ordinario eclesiástico de la diócesis N. ;
2) Se indicara la petición; conviene a saber, que se declare nu’o el
matrimonio, por este o aquel capítulo, verbi gratia, por razón de impo¬
tencia o miedo etc., o por muchos, si los capítulos de nulidad fueren más
de uno;
3) Se expondrá, al menos de manera general, en qué derecho se
apoya el actor para comprobar lo que se alega y se afirma. No es nece¬
sario, ni conviene, desarrollar con esmero y prolijidad los argumentos,
ya que esto pertenece a los períodos de prueba y defensa; basta que se
vea que la petición no carece de fundamentos sólidos.
4) . Deberán también presentarse-los datos que se relacionan con el
domicilio, cuasi-domicilio, y la residencia actual de las partes, con el ob¬
jeto de que el tribunal sepa si es o no competente en la causa, de acuer¬
do con los cánones.
JOSE MARIA URIA
175
5) El libelo deberá estar suscrito por el actor o, si éste hubiere sido
en él nombrado, por su procurador, salvo lo que se prescribe en el artí¬
culo 56, añadiendo el día, mes y año, y además el lugar en el cual el actor
o su procurador dijeren que habitan o residen, al efecto de recibir los
autos (v. el can. 1708).
(Nota: Can. 1708. El libelo, por medio del cual se introduce la cau¬
sa, deberá:
1) Expresar delante a *>uál de los jueces se introduce la causa, qué
se pide, y contra quién. ,
2) Indicar brevemente y en general en qué derecho se apoya el actor,
para comprobar la verdad de lo que alega y afirma.
3) Ser suscrito por el demandante o por su procurador, con la indi¬
cación del día, mes y año, y del lugar en que habitan o dicen habitar en
orden a recibir las notificaciones del tribunal).
Art. 58 — El Oficial de la Curia procurará que conste de la identi¬
dad de la persona, que acusa el matrimonio, de acuerdo con la Instrucción
emanada de esta Sagrada Congregación el día 27 de marzo de 1929.
Hé aquí la Instrucción a que se refiere el artículo 58 :~
Normas que deben observarse en los procesos sobre matrimonio rato
y no consumado para precaver la dolosa sustitución de las personas .
En el curso de los procesos sobre matrimonio rato y no consumado
puede suceder a veces por desgracia que, al presentarse una persona ante
el tribunal para deponer, o para someterse al examen de médicos peritos
se sustituya con dolo a otra persona llamada al tribunal, o que por .cual¬
quier título interviene en el proceso. Principalmente en las grandes ciu¬
dades, en las cuales es tan fácil y a la vez tan frecuente el traslado de
un lugar a otro, hay que precaver el mencionado crimen.
Por tanto, esta Sagrada Congregación, solícita por conservar la san¬
tidad de tan gran Sacramento, y para que la investigación judicial, cuyo
objeto es el descubrimiento de la verdad, no sirva para maquinar fraudes,
decretó que en esta clase de procesos se observen las normas siguientes:
I — 1) Los Oficiales encargados de la instrucción de estas causas, pro¬
curen con toda diligencia investigar en la instrucción del proceso la iden¬
tidad de las personas, que actúan en el tribunal, y en primer lugar, la del
actor y la de la parte demandada; y para lograrlo, exigirán el documento
emanado de la potestad eclesiástica o de la civil, conforme a las normas
legales, en su original o en copia auténtica, que deberán guardarse en
las actas.
2) La copia auténtica, si no contuviere las señales particulares de las
personas, que suelen requerirse en dichos documentos, como por ejemplo,
su fotografía, al menos deberá expresar cuanto se exige para distinguir
a una persona de otro sin lugar a equivocaciones.
3) Y si no fuere posible obtener documentos de esta naturaleza, se
asegurará la identidad de las personas por otros procedimientos equiva¬
lentes, o también por testigos ; y semejantes documentos y deposiciones se,
guardarán de igual manera en las actas.
4) Mas si el juez instructor o el defensor del vínculo o el actuario
conocieren muy bien a la parte que demanda o a la que es demandada;.
176
INSTRUCCIONES SOBRE LAS CAUSAS DE NULIDAD DEL MATRIMONIO
omitido todo lo referente al documento de identidad, darán fe en las ac¬
tas del conocimiento que poseen.
II — En el curso de la investigación judicial, se observarán las mismas
cautelas en lo referente a las personas de los testigos y peritos, y de las
comadronas.
III — Las cautelas, de que venimos hablando» se deberán observar
con especial cuidado, conforme a lo que pidiere la calidad de las personas,
cuantas veces la parte que demanda o la que es demandada, o los testigos
o los peritos son examinados en otra Curia por virtud de exorto.
IV — 1) Cuantas veces la parte demandante o la demandada tengan que
ser examinadas por los médicos, se entregarán a éstos o a las comadronas
los documentos acerca a la identidad de la persona, que se guardan en las
actas, con el objeto de que no haya lugar a fraudes.
2) Cuando los peritos, las comadronas o la matrona, respectivamen¬
te, que intervienen en el examen, conozcan personalmente a la que va a
ser examinada, en términos que sea inútil recurrir a los mencionados
documentos, bastará que se dé fe de esta circunstancia en las actas del
proceso.
3) Una vez llevado a cabo el examen, mientras se hacen las pregun¬
tas acostumbradas a los peritos o a las comadronas, se citará también a
la persona que fue examinada, para que comparezca ante el tribunal, y pa¬
ra que se le hagan las preguntas encaminadas a poner fuera de toda duda
la identidad de la persona.
4) Si la persona no quisiera o no pudiere comparecer, se harán de
igual manera las preguntas en torno a la identidad de la persona exami¬
nada, habida cuenta de la relación de los peritos y de los documentos, que
hubieren sido trasmitidos a este fin, conforme a lo que se dijo en el pá¬
rrafo primero.
V — Las cautelas en referencia se observarán con mayor esmero, de
acuerdo con lo que pidiere el caso, si el examen se va a realizar en otra
Curia por virtud del mandato rogatorio (exhorto).
VI — Puede suceder que o por haberse omitido algunas cautelas, o
porque éstas no fueron bien observadas, o porque no dieron resultado,
se verifique y se descubra la sustitución dolosa de la persona, y que esto
acontezca:
1) Durante el proceso;
2) Cerrado el proceso, pero sin que hubiere sido enviado a Roma;
3) Una vez que el proceso se envió a Roma.
1 — a) Durante el proceso, el juez inquirirá si la parte que demanda
o la que es demandada procuró la sustitución y si la realizó la parte de¬
mandada, y la que es demandada no se opusiere a ello, decretará, oído el
defensor del vínculo, que la parte demandante perdió su derecho para
proseguir la instancia, y esto lo declarará en decreto, que se guardará
en las actas.
b)Si la parte demandada se opusiere, el juez, oído igualmente el de¬
fensor del vínculo, establecerá si y con qué género de diligencias se ha¬
brá de proceder ulteriormente.
JOSE MARIA URIA
177
c) Y si la. parte demandada fue la que llevo a cabo la sustitución do¬
losa, el juez, oída la parte demandante y el defensor del vínculo, dirá
qué debe hacerse en tal caso para remover por completo los efectos del
fraude, y para establecer la verdad de los hechos, tomadas en cuenta to¬
das las circunstancias de la causa.
d) Si tanto la parte demandante como la demandada hubieren cons¬
pirado para procurarse la sustitución dolosa, declare y decrete el juez
que la inquisición procesal no se podrá continuar y déla por terminada.
e) Si la parte que demanda, se mostrare arrepentida, y presentando
al tribunal nuevos argumentos pidiere que se proceda ulteriormente, el
juez instructor, una vez tratado el asunto con el defensor del vínculo, ha¬
bida cuenta principalmente de las nuevas deducciones, y procurando evitar
cualquier peligro de fraude que pudiere actuar la contra parte, podrá
asentir, decretando que se continúe la instrucción.
f ) Si la sustitución dolosa hubiere sido realizada no por la parte de¬
mandante ni la demandada, sino por otra persona, el juez establecerá, oído
el parecer del defensor del vínculo, de qué manera se podrán obviar los
efectos del fraude, para que no sufran detrimento ni la verdad de otras
atestaciones ni todo el proceso.
2 — a) Una vez descubierta la sustitución dolosa, y terminado el pro¬
ceso, pero sin que éste hubiere sido remitido aún a Roma, el Ordinario,
después de haber oído el parecer del juez instructor y del defensor del
vínculo, establecerá si por virtud de la sustitución dolosa queda anulado
totalmente el proceso, o sólo en parte; y si conviene o no recurrir al su¬
plemento de los autos, con el fin de evitar los efectos de la sustitución
dolosa.
b) Cuando la sustitución dolosa se hubiere llevado a término con el
propósito de atacar la tesis sustentada por la parte demandante, en tér¬
minos que se pueda muy bien presumir que la referida tesis se corrobora
debido a la mencionada actuación dolosa, el Ordinario, al remitir las actas
del proceso a Roma, explicará y declarará distintamente lo sucedido.
c) Mas por ventura será oportuno que, con el objeto de explicar
más claramente los hechos, se completen ulteriormente los autos del proce¬
so, observadas fielmente todas las reglas que a él conciernen.
3) Cuando se descubriere la sustitución dolosa, una vez que el proce¬
so fue enviado a Roma, el Ordinario procurará cuanto antes remitir a esta
Sagrada Congregación sus observaciones, después de haber oído los pare¬
ceres del juez instructor y defensor del vínculo, dando pormenorizada
cuenta de todas y cada una de las circunstancias del hecho, e indicando
también cuál pudo ser la ocasión y causa del fraude.
( C ontinuará)
Glosas
Fábula y certidumbre de García Moreno
por Manuel del Alcázar
l - Un testimonio y ana sugerencia
Si es conocida en el mundo la repú¬
blica del Ecuador, cierto no creemos
que lo sea por haber nacido en ella el
nuevo Quincey don Roberto Andrade o
alguno de sus descendientes . . . ; sino
porque fue la cuna del gran estadista
americano don Gabriel García Moreno,
ese hombre inmenso, admirado por sus
mismos enemigos cuando eran éstos lo
suficientemente cuerdos como para no
mirar la historia a través de las manos
ensangrentadas de Macbeth.
El propio Montalvo, ese mestizo es¬
tentóreo, impulsivo, bien hablado, que,
con tal de hacerse oír en su escritos,
era capaz tanto de imitar a Cervantes
en su castizo estilo, como de parodiar
en la vida cotidiana a don Quijote ata¬
cando a follones tiránicos —que al fin
no pasaban de engendros de su fan¬
tasía — ; tanto de llenarse la boca con
el lenguaje sonoroso de Cicerón cuan¬
do fustigaba al avieso Catiliña, como
de tomar poses catilinarias e incitar al
asesinato del mismo Cicerón. . . El pro¬
pio digo, don Juan Montalvo, una vez
muerto aquel que creyó tirano por haber
cometido don Gabriel la insoportable be¬
llaquería de opacar con su grandeza al
escritor de Ambato, no pudo menos de
reconocer los méritos de aquel a quien
odió cuando vivo y veneró de muerto.
No era mal patriota don Juan, aun¬
que sí extraviado, y le sobraba ingenio
para darse cuenta cabal del abismo a
que rodaba su malaventurada patria en
manos de los amigos de los asesinos de
García, y, lleno de despecho, escribió,
entre otras, esta página vigorosa y sin¬
cera:
« ¡ García Moreno ! , j qué hombre ! , es¬
te sí, ¡qué hombre! Nacido para grande
hombre, sin ese desvío lamentable de la
naturaleza hacia lo malo. Sujeto de
grande inteligencia, tirano sabio, jayán
de valor y arrojo increíbles; invencio¬
nero, ardidoso, rico en arbitrios y expe¬
dientes; imaginación socorrida, volun¬
tad fuerte, ímpetu vencedor . . . García
Moreno adorado de un partido numero¬
so; apoyado en el clero, este gigante de
sotana; temido, querido por la clase mi¬
litar; hombre raro, ser misterioso para
las mujeres; lleno de fuerza, poder, efi¬
cacia, con vida física y moral para mu¬
chos años, cae el día menos pensado»1.
¡Tardío arrepentimiento! Pero al me¬
nos noble reparación moral de una prís¬
tina moral incitación al crimen. . .2.
Resulta por el contrario vergonzoso
el hecho de que alguno de los impe¬
nitentes actores materiales de la muerte
de don Gabriel, aún no harto de san¬
gre, o tal vez — y entonces sería ello to¬
davía más vergonzoso — con el fin de
justificar lo que en su propio subcon¬
sciente no puede menos de catalogar en¬
tre lo injustificable, trate de arrastrar
por el lodo de las imprentas a su enor¬
me víctima recubierta con un manto de
1 Cfr. El Desperezo del Regenerador.
2 Montalvo se glorió con frecuencia de
haber sido el autor intelectual del seis de
agosto; Mi pluma lo mató solía decir él
mismo hablando de García Moreno. Su obra'
más soez y exaltada es La Dictadura Per -
petua, publicada en Panamá, en que abierta¬
mente instiga el periodista al asesinato..
REVISTA JAVERIANA
179
\
escritos faltos por completo de ética y
documentación 3.
Y que cuando el asesino se ha can¬
sado de escribir, sugestione algún ines¬
crupuloso para que lo haga . . . ! Y que,
aún después de haber bajado él tam¬
bién a la tumba, haya legado tan inno¬
ble herencia a sus pobres descendien¬
tes. . . Esto es inhumano y bochornoso.
La obra de Roberto Agramonte so¬
bre García Moreno lleva en su psiquiá¬
trica envergadura menos idea que oro,
ese mismo oro que corrió abundante¬
mente por ciertas cantinas de Quito en
agosto del 75 para embriagar a los des¬
contentos de la justicia garciana, y lan¬
zarlos a «una actitud criminosa y de¬
lictiva».
Y hace poco la Revista de América 4
se ha hecho eco de parecidas vejacio¬
nes al extinto.
¿Será que tampoco se ha agotado el
oro que vino de las logias de Lima5
para electrizar «en actitudes justicieras
y libertarias» a los Harmodios a que
hace referencia el señor Raúl Andrade en
su artículo de la revista mencionada? 6 *.
i
// - La fábula
Fábula y certidumbre de García Mo¬
reno se intitula el artículo que ha apa¬
3 Entre otros escritos de Roberto Andra¬
de, insultando a García Moreno o tratando
de justificar su actuación homicida, pueden
citarse El Seis de agosto y ¿Caín?.
4 Cfr. N? 1, enero de 1945; pág. 126-129.
5 Según Herrera, en los bolsillos de Rayo
se encontraron billetes del Banco de Lima.
Por otra parte, consta de la corresponden¬
cia secreta que mantuvo Polanco con la Lo¬
gia de Lima, y uno de los victimarios hizo
más tarde a la misma Logia ciertos recla¬
mos... Sobre la participación de la maso¬
nería en la muerte de García Moreno pue¬
de verse la obra documentada de J. L. R.
Historia de la República del Ecuador, t.
h, págs. 625-628.
6 No está comprobada por la historia la
concurrencia de las dos conspiraciones dife¬
rentes en el asesinato de García Moreno, a
que se refiere el articulista. Lo que de nin¬
gún modo pertenece a la verdad es su ase¬
veración gratuita en contra del ilustre ge¬
neral Salazar, amigo íntimo y sincero del
recido en el primer número de la Re -
vista de América 7 . Supone el autor, se¬
ñor Andrade, que no se ha llegado a
la certidumbre. Y en bastante menos
de cuatro páginas hace la luz. Lo pri¬
mero, echa por tierra, si no todo cuanto
se ha escrito hasta ahora, al menos lo
que parece conocer el articulista sobre
la que él mismo llama «personalidad
compleja, varia, tan rica en tonos y ma¬
tices. .. de don Gabriel García Mo¬
reno».
A Berthe lo llama exégeta fantasea¬
dor e inescrupuloso ; a Manuel Gálvez,
su malogrado novelista.
Francamente, deseáramos alguna do¬
cumentación escrupulosa que probase
la fantasía de Berthe; pues este escri¬
tor aduce algunos incontrovertibles do¬
cumentos 8, al par que el señor Andrade
-no aduce ninguno. Por lo demás, exé¬
geta no significa propiamente hablando
historiador ni biógrafo, como parece en-
presidente y su ministro de guerra: a este
respecto puede verse lo que un historiador
tan imparcial como el francés Leguhir afirma.
Loe. cit. págs. 629 y ss. Esta calumnia con¬
tra Salazar fue urdida por el director de
las dos conspiraciones, el infame doctor
Manuel Polanco, quien pretendió inculpar al
ministro de guerra como instigador de la
conspiración fraguada por unos cuantos mi¬
litares retirados del ejército y a cuyo fren¬
te se hallaba el exgobernador de oriente,
Faustino Rayo. Según las declaraciones poste¬
riores de los reos consta que uno de los pri¬
meros actos revolucionarios después del ase¬
sinato, consistía precisamente en la prisión
de los generales Salazar y Sáenz. Además,
entre innumerables escritos que demuestran
lo infundado de la acusación contra el gene¬
ral Salazar, inventada, como dijimos por Po¬
lanco, y extendida en el extranjero por
Roberto Andrade, puede verse el más se¬
rio de ellos Defensa documentada del gene¬
ral Francisco Javier Salazar.
7 Cfr. N9 1, año 1, enero de 1945, págs.
126-129.
8 No queremos decir con esto que la obra
de Berthe sea definitiva; adolece cierta¬
mente de excesiva admiración por su héroe.
Algunas fallas tiene que pueden llenarse
con documentos que han ido apareciendo
luégo; mas no por ellos carece de mérito,
ni en modo alguno puede ser calificada de
inescrupulosa. Puede verse el interensante
juicio que da sobre él Manuel Gálvez en
el prólogo de su obra, pág. 8-10.
180 ••
GLOSAS
tender el señor Andrade; se refiere esta
palabra al fiel expositor o intérprete de
la Sagrada Escritura: así se expresa el
diccionario de la lengua. Pero, aun to¬
mándola en un indulgente sentido tras¬
laticio, pensamos que no está bien en
manera alguna añadirle los consiguientes
epítetos; pues, decir que un escritor es
exégeta — o intérprete fiel — y afirmar
al mismo tiempo que es fantaseador e
inescrupuloso , es tan paradójico como
afirmar que el señor Andrade carece de
fantasía.
A Manuel Gáivez lo apellida, sin más,
novelista; al paso que un poco más
abajo parece brindarnos el señor An¬
drade el descubrimiento de que Zweig
es un biógrafo de cuerpo entero, gran
psiquiatra, escritor y crítico. Mas, ¿por¬
qué el escritor argentino será califica¬
do de malogrado? , ¿talvez porque se
metió a novelista y salió un biógrafo
tolerable de García Moreno? Cierto, la
obra de Gáivez no ha sido aún estudia¬
da críticamente. En nuestro concepto,
no es una obra de primera mano, ni
científicamente- documental: pero gene¬
ralmente sus narraciones se mueven en
el plano histórico trazado por autorida¬
des competentes de la biografía de Gar¬
cía Moreno, y orienta la figura del bio¬
grafiado conforme a sus características
personales y a los acontecimientos polí-
. ticos y religiosos de su época. Podemos
decir que es la obra de vulgarización
más seria y agradable de las que, hasta
ahora, se han escrito sobre el presiden¬
te mártir: en ningún modo definitiva;
pero tampoco merece llamarse simple¬
mente novelesca.
En cuanto a los acres inciensos que
le quema al tercero y último de los
exégetas que ha leído el señor Andrade,
bien quemados están y allá se las ha¬
ya Agramonte con quien tan bien debe
conocerlo que hasta le imita en sus sín¬
dromes de caso clínico. . . Ya se me ha¬
bía ocurrido alguna vez que fue harto
malaventurado el escritor cubano el día
en que se le ocurrió meterse a fabrican¬
te de su marioneta grotesca , movida
por ignotos resortes de tramoya interior ,
o a confundir Ginebra con Genova, que
es peor.
Concluye su primer gran párrafo el
escritor de América con esta apódosis
grandilocuente:
«Así (en manos de tales biógrafos,
carentes de la garra crítica de Raúl
Andrade), don Gabriel expía su delito
de celebridad en covachuelas de anti¬
guallas y policromadas estampas reli¬
giosas (se refiere a Berthe), o bien
sobre la mesa de anfiteatro anatómico,
por cuyas claraboyas se cuela esa nebli¬
na soñolienta, tan favorable a los apa¬
recidos sin licencia»; Ahora sí que ha¬
bló correctamente ! : f que se aguante
con paciencia don Roberto Agramonte,
para quien van dedicadas estas postre¬
ras flores.
Sin ninguna transición, ni idea a que
se refiera, continúa el señor Andrade,
después de un paciente punto aparte:
«El mismo final luctuoso 9, (parece
que Andrade se duele y vierte lágrimas
al recordar este final) de don Gabriel,
trazando una pirueta en el aire en acro¬
bática despedida (creemos que esta es
una manera poco reverente de recordar
la muerte de quien ha sido capaz de
excitar el llanto del escritor) entre el
relucir de los parabólicos machetes y el
estruendo de los inofensivos y sonoros
pistolones románticos, coloca una ca¬
bal cimera de tragedia sobre su torva
actitud espectral, enigmática y opro¬
biosa».
Eso sí que está interesante lo de los
inofensivos pistolones! Tan inofensivos
como el que desde la negrura de la sel¬
va de Berruecos hizo desplomarse a Su¬
cre exclamando: «jAy, balazo!», y ex¬
pirar en brazos de Caicedo . . . ; que para
el señor Andrade no parece ser todo
esto sino una mera historieta fabulosa,
y el vencedor de Tarqui se habría des¬
nucado cayendo de la muía tan sólo de
miedo por haber escuchado el estruendo
9 Véase Diccionario de la Lengua: Luctuo¬
so — triste y digno de llanto.
REVISTA JAVERIANA
181
de los sonoros cuanto inofensivos pis-
tolones de Sarria, Rodríguez y Taminan-
go . . . ! Podríamos asegurar que, de ha¬
ber heredado alguno de los pistolones
del seis de agosto, estaría muy dispues¬
to nuestro romántico escritor a suicidar¬
se con él a boca de jarro . . .
Angustiado el señor Andrade por el
tópico de la fábula médica garciana,
trata de rectificar conceptos talvez au¬
ténticos y escribe este párrafo que
transcribimos pidiendo mil excusas a
nuestros lectores:
«¿Con qué objeto recurrir — dice — a
la fábula, si bastan sus acusados rasgos
y sus dimensiones de espectro, para
hacer de él un prodigioso personaje
shakespereano, con su trenzado látigo
feudal y sus metálicas pupilas de papa
satánico, envenenador e incestuoso, que
explora entre las grietas de los cráteres
el hallazgo de su alma?».
Nosotros también queremos hacer
unas preguntas:
l9 — ¿Qué lector en sano juicio ha
concebido jamás la robusta figura de
García Moreno en forma de espectro?
Pues a don Raúl parece que el fantasma
del presidente mártir le persigue asesi¬
nándole el sueño.
¿Verdad que el lenguaje parece de
Shakespeare y que así hablaba Mach-
beth? 10.
2? — Las frases siguientes, ¿no se apli¬
can mejor en su brutalidad inhumana a
alguno de los fugitivos del seis de agosto
que anduviera rondando los cráteres del
psicoanálisis para hallar a su alma algu¬
na disculpa?
Luego el señor Andrade, tras haber
echado tan grande lance psicológico,
continúa y dice:
«Ruega a Dios — de rodillas o desa¬
fiante? — que sus enemigos se muevan
para enviarlos a su cadalso erguido,
siempre en espera vertical, — extraño
signo erotómano — de esófago sediento.
Así hay que situar a don Gabriel».
10 Cfr. Machbeth, Act. n, esc. 2.
Preguntamos de nuevo:
1° — El piadoso cristiano que se hu¬
millaba sincero hasta llevar con los hi-
*
jos del pueblo la cruz sagrada del Re¬
dentor en los pasos quiteños de semana
santa ¿podía haberse dirigido a su Dios
desafiante?
29 — ¿Podrá pensarse que quien más
de una vez pidió — casi suplicante — a
su enemigo el general Maldonado que
no se volviera en inicuas maquinaciones
contra su magnánimo perdonador, quien
concedió gustoso el indulto a Endara
y Espinel, solicitase a Dios — como dice
Andrade — que se movieran sus enemi¬
gos para tener la satisfacción de fusi¬
larlos? Y ya preso el reincidente Maldo¬
nado, ¿no le mandó todavía el presi¬
dente ofrecer la libertad, y aun — se¬
gún parece — proponerle la huida en
Tixán, cuando lo traían preso a la ca¬
pital? n.
3® — ¿Algún psicólogo podrá explicar
eso del cadalso como símbolo erotóma¬
no? Si acaso, hablemos de erostracis-
mo. . .
Pero hagamos más bien un alto en el
comentario verbal de nuestro erudito
biógrafo de cuatro páginas.
Y, puesto que luego va a afirmar so¬
lemnemente que ni en su postrer ins¬
tante ha tenido suerte don Gabriel, co¬
mo quiera que «los fabulistas han al¬
terado e intentan alterar la estética y
la emoción dramática de ese tránsito,
mutilando su desmesura dramática», nos
vemos en el caso de hacer un poco de
historia positiva, para demostrar que
los acontecimientos del seis de agosto,
por lo menos, están algo más cerca de
la acribia y pureza histórica de lo que
piensan los enemigos del presidente
mártir.
No tenemos la pretensión de ser ori¬
ginales, ni de decir la última palabra;
la historia evoluciona, siquiera acciden¬
talmente. Ni es nuestra intención, en
11 Cfr. Historia de la República del Ecua¬
dor por J. L. R., t. 11, cap. iv, en los
párrafos viii y x. Quito, 1925.
182
GLOSAS
tan breve espacio como el que dispo¬
nemos, dar un juicio definitivo sobre
la biografía completa de García Moreno
y sus actuaciones políticas con frecuen¬
cia discutidas en algunos particulares.
/// - La certidumbre
Vaya, pues, sólo una breve pero do¬
cumentada narración de la tragedia del
seis de agosto de 1875:
«Tratándose el 5 de agosto en el con¬
sejo de gobierno de prevenir la desgra¬
cia que se tenía por inminente, él opi¬
nó, como siempre, que debía relegar¬
se este cuidado a la policía. No le arre¬
draba la muerte, antes gustoso se re¬
signaba a ella, pues sabía que su san¬
gre no iba a derramarse sino por las
nobles causas de su patria y de su re¬
ligión, móviles que habían sido de to¬
da su vida pública. Ese elevado pensa¬
miento, reforzado por la confianza de
que Dios no abandonaría al Ecuador,
le impulsaba a veces a exclamar: «Pue¬
den matarme los enemigos de Dios y de
la Igesia, pero Dios no muere!»12.
Parodia esta frase el señor Andrade,
afirmando que don Gabriel no había
dicho sino lo contrario, es a saber, «con
arrogante soberbia, tras el insomnio cun¬
dido de sobresaltos», habría dicho «mis
enemigos están en el deber de extermi¬
narme. . .».
¿Podría el ilustre historiador probar
su aserto y citar el documento que ates¬
tigüe semejante aseveración, opuesta a
todo lo que sabemos de García Moreno?
No basta poner las frases entre comi¬
llas para que ellas sean históricas; es
preciso citar algún documento fidedig¬
no, y, cuando son dudosas, citar el con-
12 Puede verse este relato en Op. cit.,
págs. 608 y ss. La verdad de la última fra¬
se consta de diversos documentos. Cfr.
Vida de García Moreno por Berthe, ni, xn.
Véase también Un Gran Americano por
José Leguhir, caps. 46 y 47. La narración
del asesinato de García Moreno de Gálvez
no creemos sea del todo precisa, pues le
fallan algunos pormenores; pero en general
no tiene errores sustanciales. Véase su obra:
Vida de G. G. M., Ed. Difusión, 1942;
cap. xin, págs. 385 y ss.
texto para que no se deforme la verdad.
Nos interesaría conocer tan raro docu¬
mento.
Pero prosigamos nuestra narración,
que es necesario llegar al cabo de ella
para probar en última instancia la fal¬
sedad histórica y la fealdad literaria de
cierta afirmacioncilla final del escritor
en cuestión, en la cual parece que ha
sintetizado todo su oscuro pensamiento.
Sus familiares notaban que la interna
preparación de la víctima para el sacri¬
ficio venía perfeccionándose por mo¬
mentos. Comulgó el día 6, que era pri¬
mer viernes de mes 13, y, antes de apli¬
carse al trabajo, apuntó en su cartera
este pensamiento: «Señor mío Jesucris¬
to! Dadme amor y humildad, y haced¬
me" conocer lo que hoy debo hacer en
vuestro servicio» 14.
El encierro a que se redujo toda la
mañana 15 desconcertó el primer plan
de los asesinos y dio ocasión a que se
entendieran para ir a esperarle a in¬
mediaciones del palacio a la hora de
despacho. En efecto, después del al¬
muerzo, se encaminó en esa dirección,
en unión de su esposa, deteniéndose lue¬
go, según costumbre, en casa de su
suegro, en la esquina de la Compañía,
donde sus familiares hicieron los mayo¬
res esfuerzos para detenerlo.
13 Cfr. J. L. R., Loe. cit. pág. 609.
14 Cfr. Documentos particulares. Entre
las más tiernas y heroicas expresiones que
dejó escritas en sus últimos días puede
leerse la carta en que se despide del Santo
Padre; también es interesante la que di¬
rige a su íntimo amigo don Juan Aguirre,
que termina así: «Voy a ser asesinado...
soy dichoso de morir por la santa fe... nos
veremos en el cielo», fecha el 4 de agosto
de 1875.
15 La había pasado escribiendo su mensaje
para el congreso que se reuniría el 10. Por
esta razón no pudo asistir al examen de la
escuela de Santo Domingo al que había ofre¬
cido concurrir; sabedores de lo cual, los
asesinos lo esperaron primero —conforme
al primer plan — en la plaza de Santo Do¬
mingo para inmolarlo casi a la vista de sus
familiares ; luego decidieron esperarlo en
las inmediaciones de palacio. El presidente
se dirigía, cuando el asalto, a la Imprenta
Nacional.
REVISTA JAVERIANA
183
Despidióse — o más bien arrancóse —
de su familia; abrochóse el abrigo y sa¬
lió con el edecán, comandante Manuel
Pallares 16, recorrió la calle de la Uni¬
versidad, visitó el Santísimo expuesto
en la catedral 17 y pasó en derechura al
palacio.
La una y media de la tarde 18. Al su¬
bir las gradas del portal, contestó los
saludos que Rayo, Cornejo y otras per¬
sonas le dirigieron 19. Fue subiendo las
escalones, pero, no bien hubo dado unos
diez pasos en el peristilo, al llegar a la
tesorería, Rayo, que le había ido si¬
guiendo de lado, le asesto con rapidez
un terrible machetazo en la nuca, abrién¬
dole una ancha herida oblicua, y deján¬
dolo aturdido 20.
Interpúsosele en el acto un joven mu¬
lato de nombre Daniel Cortés, que asió
los brazos del asesino por la espalda,
mientras unía su voz a la del edecán
pidiendo socorro 21.
Encorvado el cuerpo, el presidente
se dirigió precipitada y aturdidamente
por delante hasta una puerta próxi¬
ma23, hubiera podido guarecerse allí
y defenderse.
16 Cfr. Declaraciones del mismo Pallares.
17 Lo niega Roberto Andrade, pero, en¬
tre otros testimonios irrecusables, puede
verse el del doctor Ignacio Salazar, testigo
presencial.
16 Quizás un poco antes. No habían dado
las dos, cuando el juez de letras doctor Jo¬
sé M. Guerrero había comenzado a reci¬
bir declaraciones en su despacho distante
pocos pasos del lugar del crimen.
19 M . Acosta añade que Rayo se puso
a la izquierda del presidente y le fue acom¬
pañando hasta que, al despedirse, dando un
paso atrás, lo acometió. J. L. R., loe. cit.
pág. 610, no lo cree probable; pero es lo
cierto que Rayo estaba últimamente en
buenas relaciones con García Moreno, a
quien acababa de entregar una montura que
le había encargado, pues era de oficio ta¬
labartero.
20 Cfr. Declaraciones juradas de los tes¬
tigos, proceso, folio 65. ,
21 Refieren la actuación de Cortes los
testigos Ulpiano Coronel, Emilio Vaca,
Margarita Carrera, y el mismo Cortes en
sus declaraciones; además hay otros tes¬
tigos oculares, aunque otros no la men¬
cionan . »
22 Declaraciones de Cortes y Acosta.
Pero los jóvenes Cornejo, Andrade y
Moncayo — los de la acción justiciera
y libertaria de que habla Andrade el
-mozo — ;} que estaban valientemente
apostados junto a la pared de la teso¬
rería23, le descargaban sus revólveres
(entiéndase pistolones románticos ) a
quemarropa, y le obligaron & retroce¬
der hacia el primer agresor24.
Rayo, con rapidez de fiera, logra des¬
prenderse de Cortés, a poder de heri¬
das y de violentas sacudidas, y, dando
de paso un pincho de machete en el
23 Cortés, Morillo y doctor Gándara. Un
testigo de once años, que publicó a 5 de
agosto de 1934 una narración de lo que vio,
y que acaba de aparecer, desgraciadamente
anónima, en El Siglo de Bogotá del sábado
3 de marzo de 1945, N? 3249, parece que
sitúa a estos jóvenes en otros lugares, y
dice: «Mientras éste (Rayo) acosaba al pre¬
sidente, menudeando los machetazos, un
sujeto pequeño de estatura ... estaba apos¬
tado en el primer arco del atrio muy cerca
de los dos combatientes ; y desde allí hacia
tiros de revólver con cierta visible turba¬
ción y con evidente falta de tino ; de ahí que,
en vez de hacer blanco en don Gabriel, ha¬
bía herido a Rayo en el nudo de un pie.
Quien así disparaba... resulto ser el joven
universitario Pedro Cornejo... A cierta dis¬
tancia yendo y viniendo con agitación des¬
de el atrio de la capilla mayor hacia la por¬
tería del antiguo Colegio de San Gabriel y
disparando así mismo tiros de revolver sin
dirección alguna, se encontraba un sujeto
que posteriormente supe había sido don
Abelardo Moncayo. Así mismo, en el ángulo
de la plaza, detrás de la cruz de piedra, en
actitud de acecharlo todo, estaba don Ro¬
berto Andrade, ambos evidentemente cóm¬
plices en el asesinato. En cuanto al joven
Polanco, a quien yo no conocía entonces,
según se me dijo, había estado en la esqui¬
na de la Concepción observando los hechos».
Hay que notar que este testigo, según su
propia confesión, se hallaba, durante esta
primera parte de la escena, a una cuadra
de distancia de los acontecimientos, por lo
que no pudo precisar todas las circunstan¬
cias; en cambio, en lo que se refiere a a
segunda parte —después de la caída de la
víctima a la calle— la relación anónima a que
nos referimos es de una precisión extraor¬
dinaria, pues el informante se hallaba su¬
bido en un árbol a 20 metros del lugar don¬
de se hallaba tendida la víctima.
24 De esta primera descarga hablan mu¬
chos testigos, como Morillo, Cortes, A.
Martínez, Acosta y Gándara. Roberto An¬
drade confiesa que hirió en la frente a Gar-
184
GLOSAS
cuello a Pallares25 para acallar sus
gritos, volvió furioso a la víctima y le
descargó otro machetazo en el cuello 26.
# Sin voz, sin fuerzas, rodeado de ase¬
sinos — impulsado por el instinto vital —
trató de defenderse con lo que tenía en¬
tre manos27, que era el rollo del men¬
saje28, luego con el bastón que débil¬
mente meneaba para desviar los ma¬
chetazos, hasta que hubo de soltarlo 29.
cía Moreno con su revólver; pero esto de¬
bió ser poco después, como quiera que la
bala de su primer disparo no salió, por lo
que en primera instancia se contentó con
golpearle el pecho con el cañón de su re¬
vólver o pistolón inofensivo. De la herida
que le dejó en la frente a la víctima hablan
los informes de los facultativos y el testi¬
monio del doctor Proaño y Vega, director
de El Nacional.
25 ej relator anónimo de El Siglo parece
conocer este detalle; aunque habla de una
herida de Pallares, la atribuye a haberse es¬
trellado contra una puerta. Mas parecen afir¬
mar lo contrario y culpar a Rayo otros tes¬
tigos, como Emilio Vaca, Vásquez, el doc¬
tor Manuel Vaca y el mismo Pallares. Se¬
gún Roberto Andrade, Cornejo habría ad¬
vertido al edecán que se retirara, pues «na¬
da había con él»; mas Cornejo niega ha¬
ber pronunciado estas palabras que, dice,
fueron de Rayo. Pallares en todo caso, con¬
tinuó gritando, fuera de sí, «¡Asesinos!
1 Bandidos! ¡Matan al presidente!», lo cual
hizo que Rayo interviniera contundentemen¬
te con su machete.
26 Testigos inmediatos Cortés y E. Va¬
ca. La narración de esta primera parte de
la tragedia hecha por Pallares es más confor-
me con la tradición callejera y añade algu¬
nos pormenores olvidados por Cortés ; pero
por desgracia no siempre está conforme con
la mayoría de los testigos del proceso.
27 Lo atestiguan Ulpiano Coronel y Eloy
Proaño Vega.
-8 mensaje ensangrentado se conserva
aún. El testigo anónimo de El Siglo dice
que le pareció que «el agredido tenía inuti¬
lizado el brazo derecho y paraba con el iz¬
quierdo los machetazos». De ninguna narra¬
ción auténtica consta que el presidente se
llevara la mano hacia donde tenía el revól¬
ver; además, después del primer golpe,
quedó tan aturdido que todos sus actos pro¬
bablemente hasta poco antes de expirar, fue¬
ron inconscientes y mecánicos.
29 Pallares afirma que él recogió el bas¬
toncillo, cuando «S. E.... al defenderse con
la mano para parar el golpe, recibió un cor¬
te que lo obligó a botar el bastón, el que
fue levantado por el declarante para acome-
Indefenso del todo, tambaleante, fue
retrocediendo frente al agresor, escu¬
dando instintivamente la cabeza con
la sanguinolenta piltrafa del brazo. Lo¬
gró arrimarse a una columna, pero un
momento no más. Cuando se llevaba la
mano izquierda a la cabeza 30, lan-
zanse de repente los jóvenes de las
pistolas y le hacen una segunda descar¬
ga 31. Rayo, con el rostro fruncido y
ensangrentado, se lanza sobre el presi¬
dente, y de un empellón 32 lo arroja a
la plaza desde el alto pretil en que se
iniciara la horripilante escena. Antes
de caer en el vacío, se oyó a la víctima
prorrumpir en un ¡ay! doloroso33. El
cuerpo fue a estrellarse de cabeza sobre
las desiguales piedras del empedrado,
tras una caída de casi tres metros.
Satisfechos los heridores, quedaron
desde arriba contemplándolo, por si da¬
ba alguna señal de vida, y uno de ellos
— ya en el colmo de su exaltación — dio
un tiro al aire y dijo: «¡Viva la patria!
¡Hemos matado al tirano!»34.
ter a Rayo en defensa del señor agredido,
y le dio dos golpes; que, a ese tiempo, se
presentaron Cornejo y Andrade con revól¬
ver en mano para disparar contra S. E.
y el testigo». ^ Sucedió esto antes de recibir
el edecán el hurgonazo de Rayo?: No queda
en claro.
t 39 La derecha la tenia casi por completo
inutilizada, y llevaba el dedo pequeño col¬
gante.
31 Bastante claras aparecen las dos des¬
cargas en las declaraciones de Cortés, Váz¬
quez, E. Vaca, Camilo NoÜvos; Angela
Sagú, (hija de la covachera), Gándara Ve¬
ra y Morillo.
32 Testimonio de A. Sagú, E. Vaca y
Rafael Puertas. La relación anónima de
El Siglo dice que «por ir caminando de es¬
paldas hacia la plaza, en llegando al borde
del atrio, faltóle el suelo y cayó». Natural¬
mente, como el autor de esta relación se
hallaba entonces todavía a una cuadra de
distancia, no pudo ver todos los movimien¬
tos de Rayo.
33 Testimonio de Margarita Carrera, la
covachera .
34 E. Vaca. Parecidas expresiones le oye¬
ron después los testigos Emilio Gangotena,
Clotilde Bueno, Dolores Landázuri, Luz
Peñaherrera y l0s doctores Valdivieso y
Gortaire.
REVISTA JAVERIANA
185
Por fin, con las frecuentes descar¬
gas, empiezan los curiosos a acudir a
la novedad y al lugar mismo del sinies¬
tro; pues ya de antes hubo testigos ocu¬
lares en la plaza35, en los extremos
del portal, en las oficinas y calles ad¬
yacentes. Algunos se atrevieron a salir
de las covachas ipferiores del palacio,
de la tesorería, de las oficinas de ha¬
cienda y gobernación.
Nadie sinembargo osa impedir la con¬
sumación de la terrible tragedia, ame¬
drentados por el furor y la exaltación
de los criminales.
Aún no ha expirado el presidente.
Allá abajo se mueve todavía, con una
pierna levantada 36, en sus últimos es¬
tertores. Hay que acabar la obra.
Bajan los victimarios precipitada¬
mente la grada que da a la calle fronte¬
ra al cuartel, y, al torcer para la plaza,
dirigen inquietas miradas hacia el pues¬
to de guardia 37. Cuando descendió Ra¬
yo, corrió Cortés gritando: «¡Favo¬
rezcan!, que matan al presidente!».
Entre la caída del herido y la llegada
de los asesinos mediaron unos momen¬
tos, durante los cuales varios hombres
35 La relación anónima de El Siglo dice
que la plaza estaba completamente desier¬
ta. Así le debió parecer; pero de los pro¬
cesos aparece lo contrario.
36 Anotación curiosa de la relación anó¬
nima de El Siglo . Durante esta segunda par¬
te, el informante se encontraba a 20
metros, y pudo precisar detalles. El doctor
Proaño Vega dice que, cuando levantaron
el cuerpo de don Gabriel para llevarlo a la
catedral y asistirlo, lo encontraron «repo¬
sando sobre el lado derecho, vuelta la cara
hacia arriba; los ojos casi enteramente abier¬
tos; el cuerpo yacía medio recogido, dobla¬
das las corvas, como si hubiese hecho un es¬
fuerzo para levantarse».
37 No se ha podido establecer el orden en
que bajaron los victimarios, pues los enu¬
meran en distinta forma Cortés, Molina,
Puertas y Cornejo. Al mirar al cuartel de¬
seaban cerciorarse si Sánchez había logrado
sublevar al batallón N° 10, y estaban in¬
quietos al constatar que nadie se movía
allí. El testigo anónimo de El Siglo dice
«Rayo desde la esquina daba voces y como
que llamaba a los soldados que hacían la
guardia, pero no vi que alguno de ellos
se acercase».
del pueblo, saliendo de las covachas se
animaron a rodearlo y ver de asistirlo,
mientras algunas mujeres se deshacían
en gritos pidiendo socorro 38.
Pero aparece de pronto Rayo, des¬
greñado, centelleantes los ojos, la boca
en una horrorosa comisura, y, levan¬
tando en alto el goteante machete,
«apártense, mujeres» gritó, y agitó la
hoja. Un artesano rehúsa apartarse;
Rayo furibundo le increpa: «Retírense,
ajo!, que quiero verlo muerto a este39,
y en el acto, hincando la rodilla 40, des¬
carga golpe tras golpe sobre el inde¬
fenso yacente, apuntándole a la cabeza
y al pecho. «No sea infame como Caín
con su hermano Abel», grita una voz
dolorida. Es otro de los artesanos que
había tardado en retirarse41. Y el ver¬
dugo . . í contestó . . . con tirarle una
cuchillada horizontal... Ya planeaba
el cintarazo oblicuo hacia el vientre del
compasivo hijo del pueblo — de ese pue¬
blo humilde que tanto amó a su jefe — ,
cuando una mano desangrada, con pro¬
fundos desgarrones palpitantes, se le¬
vantó del suelo, erguida, noble. . . y
sirvió de escudo al inocente obrero.
¡Otro tajo más! 42. Pero se había salva¬
do el artesano, quien por evitar el to¬
que dio tal salto que fue a caer den¬
tro de la covacha inmediata. La ciega
rabia de Rayo se acreció todavía, ina¬
gotable, acompañando los machetazos
con espumarajos e improperios: «De¬
fiéndete ahora! . . . Tirano de la liber-
38 Delante de la covacha ocurrieron es¬
cenas muy tiernas. Candorosamente expo¬
nen sus impresiones Margarita Carrera, An¬
tonio Martínez, Vicente Monteros y Da¬
niel Grijalva. Conmovida la tendera por la
mansedumbre y tranquilidad del herido, no
pudo más, y fuera de sí «poniendo las ma¬
nos» se acercó a Rayo suplicándole con
lágrimas que cese en su infame tarea.
33 Margarita Carrera y Alejandro Ceba-
Hos. Completa la escena Vicente Monteros.
40 El relato anónimo de El Siglo dice que
el verdugo se sentó encima; otros añaden
que lo pisoteaba y pateaba.
41 Antonio Martínez.
42 La autopsia oficial reconoció 6 heridas
de revólver y 14 de machete, de las cuales
S eran mortales.
GLOSAS
186
tad! . . . Muere, jesuíta con casaca! . . .
Muere, muere, muere..,.»43.
« Dios no muere», se oyó, con voz va¬
liente y sumisa, murmurar al mori¬
bundo 44.
¿Podrá imaginarse algo más solemne?
El rostro mismo de don Gabriel des¬
pués de muerto, a pesar de las contor¬
siones que el dolor le pudiera imprimir,
denotaba una soberana tranquilidad
— como afirman testigos presenciales de
la autopsia — , una sumisión profunda
a la Divina Providencia, una grandeza
de alma que sólo puede comprenderse
al conocer su arraigo en la fe y su
amor al deber sobrenatural.
IV - La epopeya
¡Dios no muere! ¡sublime!
No es ya solo la tragedia clásica, do¬
lorida y grande. Es el soberano poema
de ultratumba, que se borda en los la¬
bios del mártir en tres palabras más
grandilocuentes que la catarsis poética
de Milton o los ay es desgarradores e
impotentes del Edipo Rey. Es la copia
humana del divino poema trágico de
la cruz.
Bello es sin duda contemplar al cam¬
peón de la justicia y del derecho, al de¬
fensor de la paz verdadera de su pue¬
blo, al gran estadista moralizador y em¬
peñoso del progreso material de su pa¬
tria, en pleno vigor de acción durante
sus agitados años de presidencia. Pero
mucho más sublime es contemplarlo en
el instante arquitectural y estático de
su muerte heroica y resignada, como
cumple a fiel imitador del Maestro di¬
vino.
Epico cuanto se quiera puede ser el
último debatirse de los héroes homéri¬
cos, luchando febriles contra su adver-
43 Bedoya, Margarita, Monteros, Grijal-
va y otros.
44 Lo testimonian, entre otros, Margari¬
ta Carrera y don Eloy Proaño Vega. El
Chantre de la catedral, monseñor D. Pás-
tor, antes de darle la última absolución,
preguntó al moribundo si perdonaba a sus
enemigos ; cerciorado de ello, le impartió
el Sacramento.
sario que lo ha derribado en tierra en¬
sangrentado, y aún contra el hado y la
ineludible Kere tan odiada; nos conmue¬
ve en verdad, con un triste desplome de
nuestro espíritu disgustado sutilmente,
el batallar estéril de la agonía inconfor¬
me y rabiosa del gladiador romano con¬
tra su voluntad vencido.
Mas, ¿de qué subidos quilates de es¬
tética y de humanismo no es el su¬
cumbir tranquilo del mártir cristiano
que — como su Divino Ejemplar — se
ha ofrecido a la muerte «porque quiso»?
¡Morir perdonando! Morir, tal vez, con
la sonrisa en los labios convulsos
por el sufrimiento . . . ! Pero con son¬
risa cristiana!, no con la del escéptico
o del misántropo repulsivos; con la
apacible dulcedumbre de quien acaricia
un ideal solitario, íntimo, supremamen¬
te pacificador del alma. . . ! Supera mil
veces a todo lo ponderable un tránsito
así, en que destella el apacible y sere¬
no fulgor de una voluntad sobrehumana
que, sobreponiéndose al menguado ren¬
cor o a la gloria de la defensa varonil
y audaz, es capaz de rechazar todo co¬
nato de defensa en infructuosa cuanto
dulce angustia, y pone todo su ahinco
en vencerse a sí misma. . . y perdonar,
y confiar sólo en el Omnipotente!
Y exclamar con la ahogada voz, o al
menos con el gesto: «Podéis matarme. . .
Si hubiera querido defensa, rodeado hu¬
biese andado por doce legiones de ede¬
canes y detectives... Mas..., yo no
he luchado por mí. He luchado por la
causa de Dios ... ¡ Puedo morir yo . . .
Pero Dios no muere!
Negar la gloria de una muerte así;
preferir, en el campo de la estética y
de la psicología, el rabioso grito incon¬
forme del aqueo al revolverse iracundo
en supremo esfuerzo sobre su sangre,
maldiciendo al enemigo que lo ha ven¬
cido ¿no será retrogradar la cultura del
siglo xx, y anhelar por los primitivos
instintos de los héroes de la edad de
hierro?
Sin embargo este final no le satisface
para su Ídolo al señor Raúl Andrade.
REVISTA J AVERIAN A
187
Prescinde de la realidad, de lo que pa¬
só en verdad ; fantaseador, con una son¬
risilla de psiquiatra que le asoma por
debajo del contraído labio, y que preten¬
de ser plagiaria de algún olvidado no¬
velista ruso, busca para don Gabriel un
airón postizo — al que sin embargo ape¬
llida cabal cimera — , y se empeña en
colocar al mártir a la . altura de sus
asesinos.
«No ha tenido suerte don Gabriel en
su postrero tránsito — exclama — . Los
fabulistas han alterado e intentan al¬
terar la estética y emoción de ese trán¬
sito, mutilando su desmesura dramá¬
tica, poniendo entre sus rígidos labios
sanguinolentos — que apenas si podrían
contener espumarajos rabiosos — aque¬
lla frasecita ritual, dulzona, ingenua, ap¬
ta para mancebos en el final languide¬
ciente de una comedieta de monjas».
La frasecita dulzona, que le desplace
a nuestro superhombre americano es la
sublime aquella de «Dios no muere».
Se rebela el señor Andrade contra los
hechos, niega la realidad, la historia.
Y afirma, afirma categóricamente, que
no dijo eso don Gabriel, que eso no
encuadra bien con la figura de torva
actitud espectral y enigmática que se
ha forjado — probablemente por relatos
deformados oídos en la infancia — en
su mente inspirada; que eso no debió
haber dicho, no y no y no: «Si acaso
blasfemaría»... Maravilloso: ahora sí
ya se siente el señor Andrade un genio
superior por sus aguas juertes dureria -
ñas, mil veces superior a los MurilJos
y Velásquez, a los Rafael y Miguel An¬
gel y a los demás míseros autores de
policromadas estampas religiosas . . .
Y así, con tranquilidad tan pon¬
tifical, deja el señor Andrade en la Re¬
vista de América, «desfigurada y ca¬
ricaturesca» esta figura americana apa¬
sionante. ¿No queda García Moreno
más mixtificado que nunca, «caricatu¬
rizado con torpe desmesura» por estos
violentos chafarrinones del articulista,
que lo ha ido desfigurando «como con
espejos convexos de un gabinete de
sorpresas» . . . ?
Por favor, señor Andrade, por humani¬
dad, por arte. . . no se exhale con estas
alidadas. O, si las quiere escribir, escoja
para sus tragedias, algo más «plástico»,
algo de más «lejanía» que la histórica
figura inconmovible de nuestro gran
contemporáneo.
Le aconsejo el Prometeo, o Filoctetes:
Pertenecen a eso que tantas veces ha
nombrado usted en su escrito y que de¬
be de atraerle sobre manera, a la fábu¬
la; que no se sabe si estos entes sufrie¬
ron su tortura resignados o maldicien¬
tes. Con ellos puede usted hacer sus
ensayos de imitación de Gide y saciar
la endemoniada delicia del inconformis¬
mo, darse el envenenado placer de pasar
por delante de todos los valores estéti¬
cos consagrados e irles repitiendo un
satánico non serviam. La mitología le
ofrece además mil otros asuntos capaces
de satisfacer al mitómano más empe¬
dernido.
O, si no, ensaye a escribir un tercer
Caín . . . 45.
Una sola cosa le suplico: que cuando
haya descrito alguna de estas vesánicas
figuras, acuda a algún buen profesor
crítico literario a ver si su trágica pro¬
ducción, aun prescindiendo de la cien¬
cia histórica, en el mero campo de la
estética, es capaz de competir aun con
la mesura serena del Edipo en Colono,
del ciego ya sublimado por la resigna¬
ción y redimido por la piedad — obra
cumbre de Sófocles — , por no hablar de
las grandes producciones cristianas que
han ido conmoviendo a todos los hom¬
bres normales durante siglos.
Terminamos con la frase verdadera
que un día se le escapó a don Roberto
Andrade: «¿Hay mayor contento que
dar la mano a un amigo para que se
salve de un precipicio, aunque desde
luego sepamos que no se ha de mostrar
agradecido?».
45 El primer Caín lo escribió Roberto
Andrade. El segundo, réplica muy erudita
y literaria de aquel, es atribuido a los doc¬
tores Rafael M. y Nicolás Arízaga.
Revista de libros
América — Piedra Martel, Grupo América, Perera, Secretaría
Municipal de Quito, Lizaso, de Céspedes, Garneau.
Derecho — Varela y Morales, Pineda León. '
Religión — Hogan, Hornaert s. J., Emmerich, Barbieri.
Otros libros recibidos.
América
® La historia de la independencia cubana
ofrece caracteres y episodios de nobilísima
estirpe espiritual; y su bibliografía crece
en virtud del esfuerzo de los letrados y de
la cooperación de las mayores entidades cul¬
turales de la república. El genera Manuel
Piedra Martel, coronel del ejército liber¬
tador de Cuba, ha dado a la estampa en la
Editorial Minerva, de la Habana, sus me¬
morias históricas. Llevan el nombre de
Mis primeros treinta años y van precedidas
de un prólogo salido de la excelente pluma
de Emeterio S. Santovenia, grandemente
conocido en los círculos intelectuales de
su patria. El estilo de la obra es ameno
y ofrece al lector el panorama glorioso de
aquellos días de libertad.
• El Grupo America, de Quito , ha conti¬
nuado la publicación de las conferencias
pronunciadas bajo sus auspicios. Como de¬
mostración de la actividad intelectual del
Ecuador merecen amplio elogio. En el vo¬
lumen ii se hallan los ensayos de los si¬
guientes escritores de la nación hermana:
Ignacio Lasso, Aurelio García, Juan Pablo
Muñoz Sanz, Carlos Salazar Flor, y Julio
Endara. Justifica nuestra alabanza la varie¬
dad de los temas, puesto que incluyen no
solo preocupaciones literarias sino diserta¬
ciones científicas.
• El doctor Ambrosio Perera ha publicado
en Caracas un estudio de carácter histórico
titulado El Tocuyo conquistado y conquis¬
tador. Quedan relatados ahí algunos episo¬
dios de la conquista española y citados al¬
gunos de los nombres ilustres de la época.
Largamente elogiaremos todo escrito que
tienda a relatar la vida de cada una de las
regiones geográficas americanas, y dé ellas
como escenario histórico. La patria es el
conjunto de todas ellas.
• La Secretaria municipal de Quito ha
continuado su tenaz empeño de restaurar
la fisonomía de los tiempos idos. De las la¬
bores patrocinadas por el concejo de la ca¬
pital ecuatoriana nos hemos ocupado en oca¬
siones diversas, pues bien merecen el aplau¬
so de todos los fieles amantes del pasado
de Américia. Ahora queremos referírteos
a la Gaceta Municipal, cuyas entregas son
siempre reveladoras de claras hazañas y no¬
bles memorias ; llegue a sus directores y
colaboradores la manifestación de nuestra
justísima alabanza.
® Uno de los buenos escritores cubanos ac¬
tuales, D. Fel,x Lizaso, nos ha hecho lle¬
gar su discreto ensayo sobre Martí, espíritu
de la guerra justa. Es un nuevo homenaje
al procer y fundador de la repúbica, y una
contribución bien apreciable a la historia
de Cuba. La Colección Ensayos, de la Ha¬
bana, al publicar este escrito aumenta sus
títulos a la consideración de los hombres
de pensamiento, pues de la pluma de D.
Félix Lizaso han salido siempre páginas de
elevada orientación.
• Una de las publicaciones más recientes
del ministerio de educación de Cuba, en la
dirección de cultura, es la titulada De Baya-
mo a San Lorenzo, que se debe a D. Car¬
los Manuel de Céspedes. La selección y el
prólogo han sido realizados por D. Andrés
de Piedra-Bueno, cuyos esfuerzos en favor
de la cultura cubana han sido aplaudidos
allí y enaltecidos fuera de la patria. Este
labro hace pensar inmediatamente en el
vigoroso empuje de los fundadores de la
nacionalidad: en Céspedes, en Maceo, en
Martí. Ellos hicieron posible la libertad
de un pueblo laborioso, inteligente y bueno.
Manuel José Forero
® F. X. Garneau, Histoire du Cañada
(8® edición, 2 volúmenes. en 8®), Editions
de L'Abre; Montreal; Canadá) — Esta obra
es un monumento de piedad para con la
patria y el abolengo de la familia Garneau.
Un día el joven notario F. X. Garneau fue
insultado por un adversario de su patria
y de su nación. Resolvió responder con
obras. Estudia la historia, y en 1845, la
publica en tres volúmenes. Obtuvo la glo¬
ria de ser el primer verdadero historiador
de envergadura del Canadá francés. Falta¬
ban sinembargo muchos documentos, había
REVISTA J AVERIAN A
189
que retocar muchos pormenores. El hijo
volvió sobre la obra del padre y publico
en 1882 la cuarta edición. Nuevamente fue¬
ron indispensables con el progreso de la
ciencia y las observaciones críticas nuevos
retoques. La obra no caerá en desuso. El
nieto, en 1944, nos brinda la octava edición.
Siempre renovada, esta obra sigue siendo
la obra de un maestro preocupado de la
verdad, que comprendió cómo los muertos
siguen enseñando siempre a los vivos.
Jean Genest
Derecho
9 Félix Varela y Morales, Observacio¬
nes sobre la constitución política de la
monarquía española (Editorial de la^ Uni¬
versidad de La Habana, 1944; 199 págs.).
Corresponde esta publicación al volumen
viii de las obras de Félix Varela y Morales
de la interesante serie de obras de autores
cubanos que se publican bajo la dirección de
la Universidad de La Habana. Esta obra se
basa en la edición que vio la luz en la mis¬
ma ciudad en la Imprenta de D. Pedro No-
lasco Palmer, en el año de 1821, adicionada
con algunos trabajos y noticias de índole po¬
lítica relacionadas con el notable habanero.
El Padre Varela, entusiasta propugnador
de las ideas emancipadoras muy en boga por
aquellos años, catedrático de la clase de
constitución del Seminario de San Carlos
de La Habana, no desaprovecha la opor¬
tunidad que le prestan estas para hacer en
sus comentarios a la constitución política de
la monarquía española (promulgada en el
año de 1812) la más cálida y razonada de¬
fensa de los principios democráticos, expli¬
cando y comentando los conceptos de liber¬
tad, igualdad, y soberanía, defendiendo la
necesidad de la división de los poderes; la
de sujetar los caprichos del monarca a cá¬
nones inviolables puesto que este no tiene
sino aquellos derechos que el pueblo le ha
cedido para el mayor bien de la comunidad.
Es posiblemente ésta, una de las primeras
obras de derecho constitucional escritas por
un americano en la que se expone,, en . el
estilo pomposo de la época, los principios
filosófico-políticos que condujeron a la eman¬
cipación de América. Doctrinas y princi¬
pios que caducados en parte por la mezcla
con doctrinas erróneas de la revolución
francesa, este maestro revolucionario supo
respaldar con una vida a la altura de sus
palabras.
• Principios de Derecho Mercantil, por el
doctor Pedro Pineda León (Talleres Tipo¬
gráficos de C. A. Artes Gráficas, Caracas
Venezuela, 1943; 89 528 págs.) — Esta obra,
que es un completo tratado sobre derecho
mercantil, que recomendamos por su cla¬
ridad y eficiencia a los profesores y estu¬
diantes de la materia, debe ser la recopila¬
ción de las conferencias dictadas en clase
por su autor doctor Pedro Pineda León,
ilustre profesor de la Universidad de Los
Andes, — Mérida Venezuela — y publicis¬
ta de vasta trayectoria. Con muy acertado
criterio, con la experiencia que da el re¬
gentar una cátedra universitaria durante más
de diez años, el autor ha ordenado su obra
de lo general a lo particular; de los princi¬
pios generales, historia del derecho mercan¬
til, de las fuentes y fundamentos de éste al
análisis detenido de las disposiciones legales
vigentes en Venezuela desde el punto de
vista del código civil y el código de comer¬
cio del país. Nos da una noción de lo que
es un comerciante, sobre los actos de co¬
mercio, firma, contabilidad, corresponden¬
cia, cámaras de comercio y en general so¬
bre el conjunto de preceptos legales, reglas
y principios de carácter jurídico que tienen
relación con los comerciantes, con las co¬
sas del comercio y demás actos de la vida
mercantil. Sea esta la oportunidad de ren¬
dir nuestro homenaje a aquellos profesores
que se preocupan por recopilar sus sabias
enseñanzas en textos que han de servir
luego a profesores y alumnos haciendo de
esta manera más cómoda y asequible la
ardua tarea de la enseñanza .
Jaime Alvar ez
Pedagogía
# Les précurseurs du Burean International
d'Education , Rosello P. (Ginebra, 1943: Pu¬
blicaciones de la oficina internacional de
educación, N? 80)— Por primera vez en la
historia, los hombres de Estado no han es¬
perado el final de la guerra para formular
planes más o menos audaces respecto de la
futura organización mundial de la educación.
Por esto el nuevo volumen que acaba de
aparecer en la colección de publicaciones de
la oficina internacional de educación pre¬
senta un grande interés.
Este estudio histórico, elaborad^ por el
subdirector de la oficina, nos enseña que la
colaboración internacional en materia de edu¬
cación cuenta con una serie de precursores.
El autor nos habla de trece de ellos, sin
pretender haber agotado su número. Y es¬
to a pesar de haberse limitado a los precur¬
sores de un centro mundial de educación,
dejando a otros el estudio de los movimien¬
tos en favor de la colaboración internacio¬
nal en materia educativa a través de los
congresos, asociaciones juveniles, etc.
Es curioso comprobar que el primero de
los precursores de la oficina aparece después
de una grave crisis mundial, al final de la
revolución francesa y de las guerras napo¬
leónicas, o sea a raíz de la Santa Alianza.
En 1919 se habló también mucho de colabo¬
ración internacional en el terreno padagó-
gico. Diríase que, después de los conflictos
guerreros el mundo vuelve sus ojos angus¬
tiados hacia la educación, con objeto, si no
de reparar todo el mal, por lo menos con el
deseo de preparar hombres capaces de tra¬
bajar en paz y armonía.
190
REVISTA DE LIBROS
Los demás precursores vivieron casi to¬
dos a finales del siglo xrx y principios del
xx. en el momento en que la influencia del
Estado sobre la educación aumenta sin cesar
y en que las relaciones entre los pueblos se
estrechan cada vez más.
Después de haber caracterizado, en la
primera parte de su obra, la vida de estos
hombre de visión genial, el señor Rossello
dedica su segunda parte al análisis sistemá¬
tico de los problemas educativos que se
plantean en el plano internacional, a la na¬
turaleza de las actividades de los organis¬
mos preconizados para resolver dichos pro¬
blemas y finalmente a las causas que deter¬
minaron el fracaso de dichos proyectos. El
deber actual de la oficina — que puede estar
legítimamente orgullosa de sus antepasa¬
dos — consiste en aprovechar las experien¬
cias de ayer para evitar nuevos errores y
llevar a buen término, con desinterés y en¬
tusiasmo, la alta misión que tiene en su
manos.
• Antonio Sagarda, El Colegio del Uru¬
guay (Buenos Aires, 1943) — El Colegio del
Uruguay es conocido suficientemente como
uno de los prestigiosos planteles educacio¬
nales de Sur América; ya de él se han es¬
crito folletos, páginas históricas, evocacio¬
nes, discursos laudatorios del notable ins¬
tituto y han salido a luz elegantes números
conmemorativos; pero hasta ahora nadie ha¬
bía emprendido la tarea de hacer una
verdadera historia de sus 93 años de exis¬
tencia. El señor Sagarda ha tomado sobre
sus hombros el ofrecernos al fin una ver¬
dadera monografía del colegio, asumiendo la
responsabilidad de un estudio total, histórico
y crítico del mismo. Abunda naturalmente
en documentación y la dirige hacia el fin
que se ha propuesto: demostrar cuál fue la
obra de los primeros directores; cómo fue
elaborándose el «plan Larroque» (1854-63) ;
qué^ gravitación e influencia tuvo el cambio
político que se operó en el país después de
Pavón; qué causas determinaron el naci¬
miento — en 1877 — de la Sociedad Popular
Educacionista «La Fraternidad» con su «Ca¬
sa de internos» como una prolongación, con¬
tinuidad e integración del Colegio; cuál ha
sido y es la influencia de esta institución en
el orden intelectual, cívico y moral de Ur-
quiza, y otros problemas interesantes para
los que conviven con los problemas educa¬
cionales y aún más para los que deben su
formación intelectual al renombrado Cole¬
gio del Uruguay.
Religión
• Hogan Estanislao o. p.. Madre de la
Divina Gracia. Traducido del original in¬
glés por el R. P. Juan Corominas, s. J.
(Montevideo, Editorial Mosca Hnos., 1944,
en 8? 133 págs.) — «Divulgar la devoción a
María Santísima, no a través de formas sen¬
timentales, sino a la luz de la verdad teo¬
lógica» — como se expresa en el prólogo
el Excmo. Sr. Barbieri, Arzobispo de Mon¬
tevideo — es el fin de este libro. El autor
se propuso comentar la invocación de las
letanías lauretanas : Madre de la Divina Gra¬
cia, para mostrar por este medio la pleni¬
tud de gracia que fue concedida a la San¬
tísima Virgen y el oficio que Dios le con¬
fió de ser la dispensadora de todas las gra-
dias. La parte doctrinal está basada princi¬
palmente en los admirables estudios del
Padre Terrién s. J. y del Padre Hugón
O. p. sobre el mismo tema; representa, pues,
la sustancia del dogma católico en el trata¬
do de mariología, expresada con sentimien¬
tos de filial piedad y comunicativa unción.
Nos ha llamado la atención el capítulo i:
«Introducción para católicos y no católicos»
en que se descubre el fuego de celo y devo¬
ción hacia la Madre de Dios y de los hom¬
bres que el autor quiere prender en el co¬
razón de todos sus lectores.
• Hoornaert G., s. j., Sembradora de
Rosas (Bibliotheca ComiHensis — Serie As¬
cética — Administración de Sal Terrae, San¬
tander, 1943, en 8? 147 págs.) — No es una
nueva biografía de Santa Teresita del Niño
Jesús. Es un estudio de los principales as¬
pectos de su vida en que al lado de intere¬
santes datos biográficos, muchos de ellos
poco conocidos, se entremezclan acertados
comentarios ascéticos. Muy conocido es ya
el P • Hoornaert por sus publicaciones as¬
céticas y se ha dedicado a la dirección es¬
piritual de almas escogidas. Por eso es im¬
posible leer este hermoso libro sin que,
al mismo tiempo que el deseo de ser de¬
votos y amigos de la admirable «Santita», no
se experimente también un impulso a le¬
vantar el nivel de la propia vida espiritual.
El último capítulo del libro: «Camino triun.
fal», es una bella página de apologética ca¬
tólica, que demuestra cómo, aun en estos
años de tan profundo indiferentismo reli¬
gioso, no faltan luminosos resplandores de
espiritualidad que confortan los ánimos cre¬
yentes.
® Emmerich sor Ana Catalina, Las reve¬
laciones de la Pasión y Muerte de Jesús
Con prefacio de Juan Carlos Moreno y la
Vida de la Sierva de Dios, por Clemente
Brentano (Editorial Difusión, Buenos Ai¬
res, en 12? 245 págs.) — No hay obligación
de aceptar como verdades de fe las reve¬
laciones que se contienen en este libro; pero»
la prudencia y el respeto a una persona re¬
ligiosa, muerta en olor de santidad, exi¬
gen que tampoco se desprecien ni mucho me¬
nos se califiquen de ilusiones o engaños.
La narración evangélica es muy parca en
detalles acerca de la vida y pasión de Nues¬
tro Señor Jesucristo. Y, naturalmente, to¬
do cristiano desearía conocer minuciosa¬
mente todas las circunstancias del di¬
vino drama de la redención. «Las revelacio¬
nes de Sor Catalina Emmerich» refieren»
REVISTA JAVERJAN
191
multitud de esos detalles, muy interesantes,
descritos con la nitidez y viveza de quien
narra lo que ve. El haber intervenido en la
trascripción de las revelaciones la mano del
célebre poeta romántico, Clemente Bren-
tano, sería motivo para desconfiar un tan¬
to de la autenticidad de lo que leemos, pe¬
ro hay que tener presente que, según consta
por testimonios fidedignos, lo que Brentano
redactaba oyendo a la vidente y traducía
del dialecto provinciano al alemán culto,
lo releía ante ella y hacía las rectificacio¬
nes que ella le indicaba. Quien lea este li¬
bro con espíritu libre de prejuicios y con el
criterio justo con que deben apreciarse las
revelaciones privadas, como ya lo aconseja¬
ba San Pablo, encontrará sin duda un gran
provecho con el conocimiento más comple¬
to de la Pasión de Cristo y el mayor afec¬
to y agradecimiento que necesariamente ex¬
perimentará para con el Divino Salvador.
• Barbteri Antonio M. Mons., Pastoral
sobre Acción Católica (Mosca Hnos., Mon¬
tevideo, 1944; en 8? 100 págs.)— Con ocasión
del adviento de 1943, el Excmo. Sr. Dr.
Antonio M. Barbieri, Arzobispo de Mon¬
tevideo, ya muy conocido en el campo de
la literatura católica por sus muchas y ex¬
celentes publicaciones, escribió una carta
pastoral sobre los pricipales puntos que in¬
teresan a la Acción Católica. Cada uno de
esos puntos fue comentado en sendas con¬
ferencias radiadas, por los asesores .ecle¬
siásticos de dicha institución. El folleto que
juzgamos contiene el texto de la pastoral
y de esos comentarios. Basta leer el titulo
de los capítulos para comprender su im¬
portancia e interés, sobretodo si se cónsi-
dera que no son tanto lecciones teóricas
cuanto enseñanzas recogidas en él trabajo
y organización de la A. C. durante largos
años. Después del texto de la pastoral lee¬
mos: «La formación de la piedad^ primer
fundamento para el socio de Acción Cató¬
lica». «La formación intelectual».^ «La for¬
mación moral». «La Acción Católica y su
unión con la jerarquía». «La Acción Católi¬
ca y la política». «La misión del clero en
la Acción Católica». No dudamos que este
libro de Monseñor Barbieri prestará in-
valuable servicio en los organismos y cen¬
tros de Acción Católica.
Florencio Alvar ez
Otros lilros recibidos
También hemos recibido las siguientes pu¬
blicaciones que agradecemos:
* La recepción del senado del Perú al Vi¬
cepresidente de los Estados Unidos de Amé¬
rica , Discursos del Dr. Brandariz y del Sr.
Wallacb; (en 89 14 págs., Empresa Editora
Peruana) .
* Morato Rodrtguez Octavio, Esta guerra
'y nuestro porvenir (en 8® 20 págs., Tip.
Atlántida, Montevideo) .
* R,vas Raimundo, Santajé de Bogotá (en
89 24 págs., Talleres Gráficos Sur, Monte¬
video) .
* Cordero y León Rigoberto, Surmenage
(en 89 24 págs., Imprenta Cosmopolita,
Quito) .
* Universidad de la Habana (en 8° 32 págs.,
Editorial Universidad Espiritual) .
* Palacios L. Alfredo, Juventud y Ar-
gentinidad (en 89 34 págs., Talleres Gráficos
El Sol, La Plata; R. A.).
* Universidad Nacional de La Plata; Ju¬
ventud y Ar gentinidad, discurso del Dr.
Alfredo L. Palacios (en 89 34 págs.. Talle¬
res Gráficos El Sol, La Plata, R. A.).
* De la Guardia Ricardo Alfonso, Discur
so en la inauguración de la primera confe¬
rencia de ministros y directores de educa¬
ción de las repúblicas americanas (folleto de
10 páginas, Imprenta Nacional de Panamá).
* Maritain Jacques, Porqué no somos ra¬
cistas ni antisemitas (en 89 24 págs.. Infor¬
mación Católica Internacional; Buenos
Aires) .
* Marygrove College bulletin. Catalogue *
number 1944-1945, (folleto en 8®, 80 pags.,
Detroit; Michigan).
* Eichelberger Clark M., Proposals for
the united nations ckarter. What was done
ad Dumbarton Oaks (en 8® 32 págs., Com-
missión to study the organization of peace).
* Universidad de La Habana, Una carta
inédita de José Marti (en 89 18 pags., Im¬
prenta de la Universidad de La Habana) .
* Boston College bulletin, The law school
i(en 89 52 págs., Editorial Boston College
Newton, Massachusetts) .
* Stevenson Gokb R. y Padilla Ezequiel,
La política del buen vecino y los mexicanos
e» Texas, (en 8? 24 págs., Serie de pro¬
blemas nacionales e internacionales de
México) .
* Aftalion Enr,qub R El derecho como
objeto y la ciencia del derecho (en 8 30
págs., Imprenta de la Universidad de La
Plata) .
* Ministerio de educación de Ecuador,
Apuntes biográficos del Dr. Francisco Cam¬
pos (en 89 20 págs., Talleres Gráficos de
educación, Guayaquil) .
* Grimau Enrique, Amor, piedad y per¬
dón (en 89 12 págs.).
* Aguayo Carlos Guillermo, Aspectos de
¡a oceanografía biológica (en 8® 46 págs.,
publicación separada de la Universidad de
La Habana).
* Facultades de filosofía y teología de San
Miguel, Fascículos de la biblioteca (en 89
50 págs., Editorial Espasa-Calpe, Argen¬
tina S. A., Buenos Aires).
* Facultades de filosofía y teología de San
Miguel, Fascículos de la biblioteca N® 16,
(en 89 50 págs., Editorial Espasa-Calpe,,
Argentina S. A.; Buenos Aires).
I
Libros colombianos
ffKBmmmmnátanmMmaammmmmmmmmexmmmMmuamaswBEamtmmmKxm
Ibáñez, Uribe White.
Rogamos a los autores colombianos que nos envíen sus publicaciones para anunciarlas
oportunamente.
R Ibañez Jaime, Cada voz lleva su angus¬
tia (en 89 336 págs., Edit. Santafé, Bogotá
1944) — Tal vez la característica más im¬
portante de esta obra sea su misma indefi¬
nición o vaguedad: no se sabe si es poema
o novela y según el propio autor, dónde co¬
mience o dónde acabe; tampoco se vislum¬
bra si los personajes son reales o simbólicos,
es decir expresión encarnada de las fuerzas
elementales de la tierra, ni si tiene un fin
docente o puramente artístico. Tales ma¬
ravillas se han dicho del autor y de la
obra, que con unas cuantas observaciones
negativas, no se opacará tan limpia gloria
literaria. Dentro de unos cuantos años, cuan¬
do ya no exista lo que nuestros abuelos lla¬
maron pomposamente la república de Co¬
lombia, es decir, en el momento de la pía-,
nificación total, impuesto ya el overol a
los cuerpos y almas de todos los colom¬
bianos, la novela de Jaime Ibáñez, profu¬
samente ilustrada, será el texto obligato¬
rio de lectura en las escuelas campesinas
regentadas por el soviet local. Allí apren¬
derán los niños muchas y tristes cosas: hu¬
bo una época, felizmente liquidada, en que
sus padres, víctimas de feroz feudalismo,
fueron parias; el cura, ente mitológico pa¬
ra esas fechas, a trueque de rezongar cua¬
tro latines hurtaba la última gallinita al
labriego moribundo etc. Si n0 me engaño,
en el trasfondo actúan las tesis comunistas
del joven profesor Antonio García, a quien
debe su concepto de la vida. Pero inten¬
temos hacer la receta del poema, saga o
novela en cuestión, para facilitar a otras
inteligencias juveniles la tarea de fabricar¬
los en serie: mézclese una fuerte dosis de
literatura indigenista ecuatoriana, con ma¬
terialismo crudo hasta que el pobre no acier¬
te a vislumbrar arriba o abajo, ni una ceja
de luz: condiméntese con un poco de siquia¬
tría, pnirismo y teorías sobre el delincuen¬
te nato; insértense unas cuantas descripcio¬
nes de úlceras carcomidas, vómitos y toco¬
logía de los perros, pero en forma lenta y
morosa hasta dejar en mantillas a Emilio
Zolá; cuezase todo en una llama de ar¬
diente romanticismo sepulcral, con ciertas
invocaciones a la tierra y delicados aires de
Tagore y tendremos Cada voz lleva su an¬
gustia. El sincero entusiasmo por la tierra
que manifiesta el autor se hubiera explaya¬
do durante el siglo xix en un gratísimo e
inofensivo remanso de octavas reales y no en
candente prosa. Eso sí, puedo afirmar: los in¬
dios que digan y sientan lo que les atribuye
Ibáñez, que me los claven en la frente. Vaya
un ejemplo: ¿Campesinos colombianos que
no creen en el rezo, que no saben cómo se
hace la maniobra, que no han aprendido a de¬
cir: «el pan nuestro de cada día dánosle hoy»;
que deben subir al páramo en escena de
aquelarre y muertos de miedo para dirigirse
a «Papá lindo»? Eso no existe en Colom¬
bia y se llama cuento chino. Perdón si me
excedí en la censura. Pero da grima ver
un excelente ingenio como el de Ibáñez,
víctima del esnobismo, vale decir, de una
moda artística ligada a un sistema seco y
monstruoso. No haga caso de los aplausos
de secta, diría yo a don Jaime y cultive el
arte puro que con ello su nombre lucirá sin
eclípse y educará al pueblo a quien pre¬
tende servir pues la belleza es por sí mis¬
ma purificadora y educadora.
F. G.
R Uribe White Enrique, Rubayata de
Ornar Khayyám (Nueva versión en ende-
casílibos, Bogotá. 1944) — Quien recuerde la
controversia artística surgida en 1936 a pro¬
pósito de la traducción de Khayyán en ale¬
jandrinos, hecha por el actual director de
la Biblioteca Nacional, no puede menos
de alegrarse de ella, por la feliz palinodia
aparecida no hace mucho en una maravillo¬
sa versión que solo en su aspecto material
y tipográfico es ya un prodigio de arte y
buen gusto. Las ilustraciones de Luis Me*
léndez aquietan al más quisquilloso. IJn-
be White no traduce directamente al poela-
ostrónomo de Bagdad, sino a su traductor
inglés Fitzgerald quien a su vez resumió,
depuró y mejoró el original. Tenemos pues
una traducción de traducción pero para ma¬
yor muestra de honestidad intelectual cote¬
jada^ estrofa por estrofa con la del poeta
ingles y hecha con tal brío, artificio y maes¬
tría en la técnica del verso y animada por
tan discreta inspiración poética, que sea lo
que fuere de Khayyám, tenemos ahora sí
en definitiva, carne de nuestra carne y hue¬
so de nuestro hueso castellano, esa poesía
sutil, obsesionada por el fatalismo y el in¬
finito, desencantada y epicúrea, que se atri¬
buye al bueno de Ornar bin Ibrahim Al-
Khayyám . Lo que es importante notar es que
se nos entrega lo más sustancial de los
rubai (toda la obra sería imposible) con
biografía, juicios de autores destacados y
justificación de procedimientos para la ver¬
sión, en tal manera que el lector español
se puede formar un juicio exacto del céle¬
bre poema. Entre nosotros, los artistas que
toman a conciencia su obra, la perfeccio¬
nan y depuran, se autocritican y reconocen
sus yerros, son contadísimos.
F. G.
I
A nuestros amigos
Rafael Maya, que hacía algún
tiempo estaba ausente de nuestras
páginas, es indiscutiblemente la
primera figura literaria del país.
Para nuestros lectores del extran¬
jero diremos además que última¬
mente ha entrado al Parlamento,
que es Decano de la Facultad de
Filosofía y Letras de la Javeriana
Femenina, profesor de Literatura,
y colaborador de las principales re¬
vistas colombianas. Su obra poé¬
tica comprende: El Rincón de las
imágenes ; La vida en la sombra;
Coros del mediodía; Después del
silencio; Alabanzas del hombre
y de la tierra, y dos volúmenes
de Poesías. El último libro de Ma¬
ya, Consideraciones críticas sobre
la Literatura Colombiana, es una
de las más perspicaces revisiones
de nuestra literatura, de una soli¬
dez doctrinal y de una honorabili¬
dad profesional casi extrañas en
los días que vivimos.
* * *
Vicente D avila, médico y letra¬
do de hondas y amplias inquietu¬
des continentales, es ya conocido
de los lectores de Revista Javeria-
NA. En el presente número conti¬
núa dándonos en ameno estilo sus
visiones de Méjico colonial, serie
de artículos que han venido apare¬
ciendo en nuestra Revista y que
han llamado la atención del públi¬
co culto de nuestra América.
* * *
El Padre Eduardo Ospina, que
está ya para terminar su estupenda
interpretación de la línea ascenden¬
te de la arquitectura cristiana, se
ocupa esta vez de la obra artística
de la señora Andrée de Groot, cu¬
yos cuadros se expusieron en la
biblioteca nacional hace poco. La
crítica en que descuella nuestro
colaborador ilustre no podía menos
de resultar favorable a un espíri
tu de tan refinados quilates artísti¬
cos como la señora de Groot.
* * *
El Decano de la Facultad de De¬
recho Canónico de la Pontificia
Universidad Javeriana, P. José Ma¬
ría Uría S. J ., cuyo renombre pro¬
fesional acreditan sus obras monu¬
mentales sobre Derecho Romano
y Derecho Canónico, comenta y
anota las disposiciones más recien¬
tes sobre problemas jurídicos matri¬
moniales emanadas de la Santa Se¬
de. Por el interés con que siguen
numerosos lectores y profesionales
este artículo, nos damos cuenta de
su actualidad. La razón de su in¬
terrupción fue haber tenido cola¬
boración sobre tema jurídico canó-
' nico de doctísimos amigos nuestros,
y no queríamos abandonar nues¬
tra consigna de variedad e interés
general en gracia de los lectores.
* * *
Bajo el seudónimo de Julián de
Ballesteros viene escribiendo en
nuestra Revista hace algunos años
un distinguido hombre de letras
chileno, autor por cierto de varios
hermosos libros, y destacada per¬
sonalidad que entre todas las vir¬
il 37)
tudes parece tener predilección
por la modestia.
* * •
Un colaborador ecuatoriano que
firma bajo el seudónimo de Manuel
del Alcázar , que no parece estar
a oscuras de la historia de su país,
sintió hondamente herido su senti¬
miento patriótico al ver tratada por
uno de los Andrades la figura de
García Moreno en forma que dista
mucho de la impavidez que dan
la verdad y su posesión. Es pues
un artículo polémico, y como tal
rotundo, afirmativo y cálido, pe¬
ro eso sí, documentado, como po¬
drán apreciar nuestros lectores.
Revista Javeriana recoge con emo¬
ción católica, grancolombiana, este
retazo de historia del país herma¬
no.
* * *
Entre las colaboraciones próxi¬
mas a aparecer figura un ensayo
crítico sobre Letras Colombianas
de Baldomero Sanín Gano, del P.
José J. Ortega Torres s. s.; estu¬
dio en torno al último libro del
Profesor López de Mesa por el
P. Francisco José González s. J.;
investigación histórica sobre los
orígenes del Comunismo en Co¬
lombia y su primera revolución
frustrada de las bananeras, por Ar¬
turo Abella Rodríguez; interesante
monografía acerca de la Literatu¬
ra adolorida del judaismo, por Hi¬
pólito Jerez s. J.; crónicas de Ve¬
nezuela y Ecuador; Importancia
de los estudios humanísticos en la
educación, por el profesor Juan de
Groot; La Mujer en la India, es¬
tudio sociológico de nuestro dis¬
tinguido colaborador ya desapare¬
cido, Bernard Wildenhues s J.
# * #
Con bastante retraso recibimos
del ministerio de correos una co¬
municación en que se nos da cuen¬
ta que el gobierno de los Estados
Unidos prohibía la circulación del
número de abril de 1944, de Revis¬
ta Javeriana, en todo el territorio
de la Unión. Preguntamos a la sec¬
ción correspondiente de Washing¬
ton la razón de esa prohibición, ya
que nuestra revista no persigue fin
alguno político, y hemos recibido
la siguiente respuesta:
«La edición mencionada se en¬
contró que contenía material ten¬
diente a influir secciones de este
país contra nuestros aliados, y di¬
cho material se estimó que era pro¬
paganda dentro del significado de
ese término tal como lo define la
Ley de Registración de Agentes
Extranjeros de 1938, corregida, y
por eso la publicación fue prohibi¬
da».
Desde luego Revista Javeriana
responde por las secciones edito¬
riales y por los artículos emanados
de su dirección y redacción. La res¬
ponsabilidad de los artículos, como
es lo corriente en esta clase de pu¬
blicaciones, pertenece totalmente a
sus autores.
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£1 Mensajero (oiembiano del Corazón de Jesús
REVISTA MENSUAL, ORGANO DEL APOSTOLADO DE LA ORACION
La revista que no debe faltar en ningún hogar católico.
Suscrición anual $ 1-50
APARTADO NACIONAL 445 - BOGOTA
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f
(138)
(VIDA NACIONAL . Viene de ¡a página 134 )
aun: aquellos ballets que, como
Scherezade, poseen argumento, y
un argumento que se traspa-
renta sin ayuda de programa, en
esos ballets, decimos, la música y
la danza lo dominan todo. Así, el
argumento no es otra cosa que la
demostración del ingenio encarga¬
do de adaptarlo a la partitura y a
la danza. El espectador, pues, de¬
be poner como base, su devoción
musical y un mínimum, por lo me¬
nos, de imaginación, para desen¬
trañar el significado simbólico de
cada ballet. De lo contrario Las Sil-
fides, v. gr., — el ballet por exce¬
lencia entre paréntesis — carecev-
ría de valor. Por ello se sostiene,
o mejor, se destaca el concepto de
la limitación para los públicos que
tiene el ballet.
No podemos exigirle al aficiona¬
do a los toros el mismo afecto por
el ballet. Y la realidad nos inhibe
de acudir a documentación. ¿Aca¬
so le dirá lo mismo a un «llanero»,
Ghopin, en la escena, que Domin¬
go Ortega con un miura al frente,
en la arena? Evidentemente que
no. Eso explica por qué en la tem¬
porada de la discutible Conchita
Cintrón y en la de ese gran fiasco
de Belmonte hijo, hubiera turistas
que pagaron avión y boleta a pre¬
cias inenarrables. Y en cambio,
para el ballet, no se ha dado el caso
de viajeros artísticos, si se permite
la expresión. Pero es que hay más:
no es ya tratándose de llaneros o
de turistas circunvecinos ; mucho
aficionado bogotano que se deja
magullar en la consecución de bi¬
llete para los toros, no se da por
entendido ante la llegada de un ba¬
llet. Y esto sin contar los que tam¬
bién darían hasta la cabeza, por
asistir a una cosa denominada Fan¬
tasías o Bocetos de color — como su
nombre lo indica — espectáculos
sencillamente antihigiénicos para
el gusto artístico. Debemos incli¬
narnos ante esa realidad inexora¬
ble por quién sabe cuánto tiempo,
o cuántos siglos.
En gracia del renombre cultural
de Bogotá, debe comentarse el he¬
cho económico en relación con el
ballet. El precio de una luneta, diez
pesos, es muy alto para nosotros.
Los empresarios, seguramente, en¬
trevieron un dorado botín para sus
arcas. Sospecharon que en las fun¬
ciones de apertura se desbordaría
el público sobre el Colón y calcu¬
laron la suma. Mal cálculo. El pú¬
blico no se desbordó, porque así
fueran casi incontenibles sus de¬
seos, el desembolso no estaba al
alcance de cualquiera. Y los em¬
presarios, inopinadamente, vieron
la sala desocupada en múltiples
ocasiones. Y, además, vieron al
frente dos semanas más de con¬
trato para abonados y el consiguien¬
te desastre. Hay que hablar claro,
como se habla aquí, psra que no se
nos venga ahora con el celebérri¬
mo cartel, «temporada cultural».
Cuando el precio bajó, el teatro
se llenó hasta los bordes, sin nece¬
sidad de apreciar aquello de «tem¬
porada cultural». ¿Acaso, a la com¬
pañía, la dirección cultural le au¬
mentó la subvención, para rebajar
los precios? ¿Acaso, la primera
parte de la temporada no era cul¬
tural, habiendo sido patrocinada
por la misma dirección? Ya que
la entidad nombrada nos hizo el
beneficio — y muy sinceramente es
de agradecérsele — de apoyar la
Contra Artritismo, Reumatismo, Gota, tome ACIDURINA.
(Producto J. G. B.).
(13B)
actuación del ballet, se hubiera he¬
cho digna de mayor gratitud, con¬
trolando a los señores empresarios.
Así, entre otras cosas, el Colón se
habría visto ocupado totalmente,
desde la primera hasta la última
representación.
Con el ballet ha iniciado el Co¬
lón, de manera brillante, la cele¬
bración de su cincuentenario. Se
dice que ha iniciado, porque es de
esperarse nuevos programas para
los meses, o el mes, realmente co¬
rrespondiente a la fecha del cin¬
cuentenario. De no hacerse así, la
festividad se habría festinado sin
razones visibles. Entendemos que
la orquesta sinfónica nacional, pre¬
para conciertos especiales con di¬
cho motivo, en los cuales tomarán
parte artistas de renombre, algu¬
nos ya conocidos en Bogotá, y otros,
susceptibles de importación, si así
puede decirse. Es ya una noticia,
que muchos aspiran ver comple¬
mentada, o condimentada, con la
traída de un conjunto de alta come¬
dia. Hace ya sus días que en el
Colón no actúa un buen conjunto
teatral. Desde Margarita Xirgu,
Josefina Díaz, y Eugenia Zúfoü,
— esto no fue ayer — todo ha pasa¬
do por el Colón, menos una compa¬
ñía de cartel. Revisando periódicos
de Buenos Aires y de Méjico, se
ve, con mucho de envidia, la agi¬
tación teatral de aquellas ciudades.
¿No será posible conseguir la veni¬
da de alguna de las buenas compa¬
ñías que allí triunfan?
* * *
Se sabe que la compañía nacio¬
nal de ópera, se disolvió. La de co¬
medias Renacimiento dirigida por
Antonio Alvarez Lleras — bajo cu¬
ya experta mano se logró algo de
buen teatro — también falleció. La
de teatro nacional, auspiciada por
el ministerio de educación, corrió
igual suerte. ¿ Fatum ? ¿Falta de
ambiente? ¿Mediocridad? Parece
que todo ello trabaja contra el ar¬
te nacional. Lo peor del asunto, es
que más vale ayudarle a bien mo¬
rir, que aconsejar una medicina
jamás aplicada.
* *
El cronista teatral de La Roton¬
da, periódico que se edita en fran¬
cés, en el Canadá, aplaude el éxi¬
to obtenido por la última tempo¬
rada de ópera, realizada en Otawa.
Sobresalieron en su actuación Lili
Pons, Ezio Pinza, Salvatore Bac-
caloni y Niño Martini, la primera
y el último, bastante conocidos del
público. De todo lo que oyó el cro¬
nista a los actores y críticos en los
lujosos salones del Chateau Lau -
rier, extrajo y retuvo las siguien¬
tes consideraciones teatrales, de
interés para los aficionados, de las
cuales extractamos:
«El artista es una persona emi¬
nentemente sensible que se da en¬
teramente en cada representación;
es necesario que aprenda a aban¬
donarse al corazón; la educación
del artista debe procurarle una do¬
sis de hipersensibilidad que lo sa¬
cuda en presencia de la natura¬
leza; no hay actores principales ni
secundarios en una pieza, sino gen¬
tes que viven y un director que se
fatiga; los actores y cantantes son
una especie de parásitos nutridos
por la belleza que otros producen;
el apuntador — le soufflewr ; — es
rey y dueño de la escena, y des¬
pués de la centésima representa¬
ción es el león soberbio y genero¬
so; finalmente: los empresarios
son las gentes más amables del
mundo cuando usted les solicita
una entrevista; pero, por Dios, no
les pida usted entrada de favor...».
(140)
El avance protestante
y la Jerarquía hispanoamericana
por Juan Alvarez, S. J.
El problema protestante, que ha
revestido gravedad y trascenden¬
cia continental por querer de los
propios protestantes, ha despertado
en los últimos cuatro años a los
católicos de todo el continente, mu¬
chos de los cuales, dormían tran¬
quilamente en posesión de su fe.
Ya se han analizado ampliamente
las causas de esta nueva irrupción,
verificada en el más inoportuno de
los momentos.
Para quienes dudaban de la ame¬
naza protestante quedaron disipa¬
das las dudas con las numerosas y
documentadas pruebas que toda la
prensa del continente ha dado. Re¬
vista Javeriana por medio de una
información penosamente recogida,
dada la incuria de nuestros cató¬
licos para toda obra conjunta y en
particular para la estadística, logró
demostrar al país y lo continúa ha¬
ciendo, la realidad del peligro de
la división religiosa. En el número
de noviembre, último de 1944, se
puso una vez más de relieve el pro¬
greso realizado en ese año por la
herejía. En el primer número de
este año, publicamos las cifras de
los avances protestantes en uno de
nuestros departamentos, el Valle,
que no son precisamente tranquili¬
zadoras.
Queremos ahora confirmar la
gravedad y actualidad del problema
planteado por los pastores protes¬
tantes y por sus sectas, enumeran¬
do algunos de los documentos que
la jerarquía católica de este conti¬
nente ha publicado últimamente.
Por vía de introducción, y para
justificar con cifras el hecho de que
todo el episcopado católico de Amé¬
rica se haya levantado en defensa
de la grey sorprendida por falsos
pastores, pondré en primer lugar
una breve estadística del avance
protestante en algunos países.
En México, la penetración pro¬
testante más fuerte había tenido lu¬
gar entre 1890 y 1916. En 1900 el
número de prosélitos era de 52.000.
En 1910 eran ya los protestantes
68.839. En 1921 ascienden las ci¬
fras a 73.951. Ya en 1930 la cifra
casi se duplica: son 130.322. En
1940 suman los prosélitos protestan¬
tes de México 175.766.
Las estadísticas de Colombia son
todavía más elocuentes. Desde lué-
go, como ya lo afirmamos, nuestras
cifras son enteramente reducidas
por carecer de información comple¬
ta. Pero quizás la incuria tropical
va a tener aquí efecto magnético
por la primera vez. Solo hemos lo¬
grado información completa de la
actividad de los presbiterianos, en
diez centros. Pues bien, los presbi¬
terianos, en solo diez centros de Co¬
lombia, y en el término de un año,
han hecho más prosélitos ahora, que
en los 74 años corridos entre 1856
y 1930. De 9 prosélitos por año, su¬
bió en esta última época a 600, y
esto únicamente en 10 centros. La
alianza misionera cristiana ganaba
un promedio de 6 prosélitos por
año; ahora, en solo diez centios
colombianos, logran un promedio
anual de 64 adeptos por pastor. Los
* * *
(141)
bautistas del sur, establecidos en
Barranquilla en 1943, al año habían
conquistado 400 adeptos. Ginco ins¬
titutos bíblicos tenían los protes¬
tantes en Colombia el año de 1943;
hoy cuentan con 8 de esos institu¬
tos y 200 alumnos. En 1943 publi¬
cábamos la estadística de escuelas
protestantes: eran 55 y calculába¬
mos el número de alumnos en
2.532. Hoy podemos informar que
solo en el departamento del Valle
son 76 esas escuelas, y que solo allí
los alumnos superan la cifra de
2.000.
De Argentina poseemos las si¬
guientes estadísticas: en la ciudad
de Buenos Aires poseían las sec¬
tas en 1935 tan solo 32 templos o
sitios de culto; en junio de 1943 esa
cifra se había elevado a 137. En la
República Argentina poseían 2 se¬
minarios; en cinco años son ya 7.
Sabemos de otros países, Brasil
por ejemplo, donde el avance pro¬
testante es alarmante. Según obser¬
vaciones de Mr. J. Merle Davis en
libro reciente, el protestantismo en
aquel país se está desarrollando
con más rapidez que en ninguna
otra parte del mundo. Y el obispo
norteamericano Mons. John Mark
Cannon, nos comunica sus impre¬
siones de un viaje reciente con es¬
tas palabras: «Uno de los más agu¬
dos obstáculos alzados contra nos¬
otros es la invasión protestante del
Brasil, que se ha acrecentado de
manera alarmante desde que fueron
expulsado del Japón y de Oriente
ios ministros protestantes».
Igual afirmación podría hacerse
de casi todos los demás países la¬
tinoamericanos. Y si por un mo¬
mento llegamos a hacernos la ilu¬
sión de que la venida de mensaje¬
ros evangélicos de los Estados Uni¬
dos iba a ser controlada, queda¬
mos informados de lo contrario por
la reciente publicación hecha por
Mr. Willard Johnson, asesor del
presidente de la Confederación Na¬
cional de Cristianos y Judíos, don¬
de consta que se han expedido 76
pasaportes a misioneros protes¬
tantes.
La voz de la Jerarquía
Los pastores de la Iglesia cató¬
lica de todo el continente han lla¬
mado la atención de los gobiernos
y de los fieles acerca de esta cosa
rara que nosotros no entendemos y
que probablemente nunca podremos
entender: misioneros para con¬
vertir a Iberoamérica. Porque no
es solo el episcopado latinoameri¬
cano ; también el norteamericano
ha dejado oír su voz en este con¬
cierto comedido de protesta por se¬
mejante falta de consideración. En
el mensaje colectivo enviado por
los obispos católicos norteamerica¬
nos a sus hermanos de Iberoaméri¬
ca, en noviembre de 1942, encontra¬
mos estos conceptos:
«Enviamos nuestra cordial salu¬
tación a nuestros hermanos los ar¬
zobispos y obispos de Iberoaméri¬
ca. Hemos sido confortados por
eventos recientes que son promesas
sinceras de una mejor comprensión
por parte de nuestro país hacia los
pueblos de México, Centro y Sur
América. Los ciudadanos de esas
naciones están ligados a nosotros
por los vínculos íntimos de la reli¬
gión. No son únicamente nuestro
vecinos, son nuestros hermanos que
profesan la misma fe. Todo intento
hecho para despojarlos de su reli¬
gión. No son únicamente nuestros
para ofrecerles ün sustituto a la
misma, causa profundo resenti¬
miento tanto entre estos pueblos,
como entre los católicos de los Es¬
tados Unidos. Tales intentos han
probado ser factor de disturbios
en nuestras relaciones internacio¬
nales. La tradición, el espíritu, la
historia y la cultura de estas nacio¬
nes son católicas. . . Expresamos la
(1«)
esperanza de que los errores del
pasado que se cometieron en detri¬
mento de la dignidad de nuestros
hermanos del sur, de su cultura y
de su religión, no serán repetidos».
Méjico — Prescindiendo de docu¬
mentos anteriores, como las cartas
de los obispos de Tamaulipas, Te-
huantepec, etc., poseemos varias
pastorales de fecha recientisima
acerca de la campana protestante;
los obispos de las diócesis norte¬
ñas, limítrofes con los Estados Uni¬
dos, lanzaron una pastoral colec¬
tiva en febrero de 1944 en contra
del protestantismo. La firman el
Excmo. señor Arzobispo de Du-
rango don José UVI. González, y los
Obispos de Chihuahua, Sonora, Ta¬
maulipas y Sinaloa. En noviembre
de 1944 salió a luz la pastoral del
Excmo. señor Arzobispo de Méji¬
co, don Luis M. Martínez, con mo¬
tivo de la festividad de Cristo Rey,
contra la propaganda protestante.
Sobre el mismo tema publica una
pastoral el Excmo. señor don José
Garibi Rivera, Arzobispo de Gua-
dalajara. «Es en verdad digno de
asombro, dice el prelado, cómo las
sociedades bíblicas, cual si se tra¬
tara de evangelizar a un país paga¬
no, han votado miles y aún millo¬
nes de dólares para lograr que
Méjico deje su fe, y se eche en bra¬
zos del protestantismo». El Excmo.
señor don Pedro Vera y Zuria, Ar¬
zobispo de Puebla, publica una pas¬
toral para contrarrestar toda pro¬
paganda protestante. El Excmo.
señor Obispo de Potosí, publica el
19 de julio de 1944, una circular pa¬
ra precaver a los fieles de la inten¬
sa propaganda del protestantismo.
Recientemente, en junio de 1944, se
reunió en la ciudad de Gómez Pa¬
lacio, Dgo., el congreso católico de
afirmación de la fe y defensa con¬
tra la herejía. Durante tres días
de estudio intenso del problema, se
llegó a conclusiones concretas. En¬
tre ellas destacamos el juramento
que los asistentes hicieron ante los
prelados mejicanos: «Que somos y
queremos ser siempre hasta la
muerte, católicos, apostólicos, ro¬
manos. — Lo juramos /».
América C cutral — En Costa Rica
apareció la pastoral del Excmo. se¬
ñor Vicario Apostólico de Limón
contra las sectas protestantes que
aunándose para atacar a la Iglesia,
al Papa y al clero, pretenden de
esa manera «convertirnos al evan¬
gelio». En Nicaragua, el Excmo. se¬
ñor Arzobispo de Managua, don
José Antonio Lezcano, junto con
el Excmo. señor don Canuto Reyes
y Balladares, Obispo de Granada,
publicó una protesta y refutación
contra los bautistas, quienes acusa¬
ron al episcopado Iberoamericano
de haber pedido al gobierno de los
Estados Unidos que suprimiera la
propaganda proselitista en América
Latina.
Antillas — Con fecha 17 de febre¬
ro de 1944 publicó una carta pasto¬
ral el Excmo. señor doctor Manuel
Arteaga y Betancourt, Arzobispo de
La Habana, llamando la atención
sobre algunos de los peligros pre¬
sentes. Sobre la propaganda protes¬
tante dice el celoso prelado: «Que¬
remos quejarnos sin amargura, pe¬
ro sí con toda justicia, de que los
evangelizadores en Cuba de las
múltiples confesiones en que se di¬
vidió el protestantismo, procuren
hacer prosélitos en la familia cu¬
bana tradicionalmente católica, a
fuerza de dadivas ; pero sobre to¬
do mueve esta queja el que para
hacer propaganda se utilicen con¬
ceptos que ofenden y hieren el sen¬
timiento del mismo pueblo».
A estas protestas se ha sumado
el Excmo. señor Obispo de San
Juan de Puerto Rico. A propósito
del problema educativo que se
planteó el año pasado a los católi¬
cos, a cuya agravación contribuye-
(143)
ron los protestantes, dice el prela-
* do: «Puerto Rico profesa ser un
pueblo cristiano. JNo se comprende
entonces cómo un pueblo pueda ser
cristiano sin educar a su niñez y
juventud en las enseñanzas de Cris¬
to, y hasta oponiéndose a que esta
niñez y esa juventud sean educa¬
das en tales enseñanzas. . . Si en
el país hay grupos religiosos que no
quieren aceptar la oportunidad de
enseñar a los estudiantes, cuyos pa¬
dres así lo pidieron, las creencias
religiosas que representan, eso pa¬
recerá absurdo ; pero ese es un
asunto propio y exclusivo de ellos.
Pero esos grupos no tienen dere¬
cho alguno a oponerse a que los ca¬
tólicos pidan y enseñen la doctri¬
na católica a los estudiantes cató¬
licos». Una vez más se prueba que
los misioneros protestantes, antes
que cristianos son anticatólicos.
Colombia — Varias son las pasto¬
rales que acerca del peligro protes¬
tante ha dirigido a sus fieles el
Excmo. señor doctor Ismael Per-
domo, Arzobispo de Bogotá. En la
más amplia e importante de ellas
decía su excelencia: «Toda la cam¬
paña protestante se propone desalo¬
jar al catolicismo, destruyendo
nuestra unidad religiosa y procu¬
rando introducir el elemento disol¬
vente de sus errores ... Es una hu¬
millación para los colombianos,
que somos católicos, el aparecer
como unos ignorantes en religión
de modo que haya necesidad de
que vengan misioneros extranjeros
a enseñarnos su religión. . . Agré¬
gase a lo dicho el que la campaña
protestante tiene que producir ne¬
cesariamente luchas y conflictos re¬
ligiosos, porque ni los obispos ni
el clero pueden mirar impasibles
el que se trate de engañar a los
fieles y apartarlos de la verdad».
La primera de esas pastorales apa¬
reció en 1929; la segunda en 1940,
y la tercera en 1942.
El venerable episcopado colom¬
biano, reunido en Bogotá, lanzó su
carta pastoral colectiva el domingo
de Pentecostés de 1944, llena de
admirables enseñanzas sobre las
notas distintivas de la Iglesia de
Cristo, en oposición a los errores
protestantes. «Es sabido de todos
vosotros, dicen los prelados colom¬
bianos, cómo se han empeñado en
los últimos tiempos en difundir
entre nosotros el error aquellos hi¬
jos extraviados de Dios, que deseo?
nociendo la autoridad de la única
verdadera Iglesia se denominan a
sí mismos protestantes». Y más ade¬
lante: «Cuando se trata de evange¬
lizar un país católico como Colom¬
bia, que conoce a Cristo antes que
el país donde tienen su origen los
que se apiadan de nosotros, cuan¬
do tienen en torno suyo, en su pro¬
pia patria, millones y millones de
verdaderos paganos, entonces son
el señor y la señora Strachan (no el
Vicario de Jesucristo) los que en¬
vían misioneros a convertirnos».
En octubre de 1944, lanzaron
una pastoral conjunta sobre los pe¬
ligros protestante y comunista los
Excmos. señores Arzobispo de Po-
payán y Obispo de Cali. Y entre
muchas otras cartas pastorales ema¬
nadas de la jerarquía colombiana,
citaremos la primera pastoral del
Excmo. señor doctor Bernardo Bo¬
tero Alvarez, Obispo de Santa
Marta: «Se presentan entre nos¬
otros muchos asalariados que han
venido a ganar aquí los sueldos que
ganaban en terrenos de donde los
arrojó la guerra ; son industriales
alquilados al enemigo de Dios, que
no logran dar religión a nadie, pe¬
ro sí arrebatarla a los incautos pa¬
ra arrojarlos a la apostasía y al
ateísmo. . . Ni Dios ni la patria les
deben nada».
Ecuador — El Excmo. señor Ar¬
zobispo de Quito, doctor don Car¬
los María de la Torre, denunció
(144)
en reciente documento la labor des¬
cristianizados de la radiodifusora
protestante que funciona en dicha
ciudad. «Los proselitistas extranje¬
ros están envenenando con medios
modernos la conciencia católica de
Suramérica», dice su excelencia.
Por su parte el Excmo. señor doc¬
tor Daniel Hermida, dio a conocer
en reciente pastoral el peligro que
afronta su diócesis de Cuenca, y
en el auto que la acompaña, dice:
«Damos la voz de alerta a nuestros
amados hijos en Cristo para que
se abstengan de oír pláticas de los
protestantes... pues son ministros
de sectas condenadas por la Iglesia
y su doctrina es también conde¬
nada».
Perú — El más trascendental do¬
cumento de la jerarquía católica
del Perú en frente a la conquista
de la herejía es la pastoral colectiva
de principios de 1944. «Debemos
ponernos sobre aviso contra un pe¬
ligro común y grave que amenaza
seriamente la pureza y la unidad
de nuestra fe religiosa. Nos refe¬
rimos a la propaganda protestante.
Los pueblos latinoamericanos reci¬
bieron hace más de 400 años la luz
del evangelio, de los misioneros que
les envió la madre patria. . . Si
nuestros pueblos están saturados de
la más antigua y gloriosa de las
culturas cristianas, ¿qué preten¬
de en su terquedad la propaganda
protestante al infiltrarse entre sus
pacíficos moradores, que nacieron
y se mecieron en la fe católica?. . .
Ignoran quizás que el evangelio es,
hace siglos, la sangre de nuestra
cultura, el alma de nuestra civiliza¬
ción, la corona de nuestros grandes
proceres?...». La pastoral la fir¬
man todos los arzobispos, obispos,
vicarios apostólicos y prefectos
apostólicos del país hermano.
Confirman los prelados su aser¬
to de que el protestantismo aten¬
ta contra la nacionalidad, apoyados
en las palabras del célebre carde¬
nal de Río de Janeiro, eminentísi¬
mo don Sebastián Leme: «Recor¬
damos a los católicos brasileños,
que descristianizar a nuestra pa¬
tria por el neopaganismo, o des¬
catolizarla por el protestantismo,
es desnacionalizarla; es violentar
el espíritu de sus tradiciones secu¬
lares, atacando al Brasil en las fuer¬
zas vivas que cimentaron su nacio¬
nalidad; es peligro formidable que
nos amenaza en nuestra propia uni¬
dad y existencia política».
x
Paraguay — El Excmo. señor Ar¬
zobispo de Asunción, doctor don
Juan Sinforiano Bogarín, publicó
una pastoral el 15 de agosto de 1943,
sobre idéntico tema. Después de
manifestar su gran preocupación
sobre este asunto, añade: «Para na¬
die es un secreto que, de un tiempo
a esta parte, se viene haciendo una
propaganda intensa en los pueblos
católicos de este continente por
parte de quienes, parece, desean ha¬
cer desaparecer nuestra religión y
suplantarla por otra, que no es pre¬
cisamente la fundada por Nuestro
Señor Jesucristo y enseñada por
sus apóstoles. Aquellos a que Nos
referimos recorren las ciudades y
pueblos predicando sus doctrinas
y hablando, en forma despectiva, de
las prácticas religiosas de los ver¬
daderos adoradores de Dios, como
son los habitantes de la América
Latina. . . Es de tener en cuenta el
desconocimiento con que se proce¬
de en esta misión desoladora. Los
pueblos latino-americanos recibie¬
ron hace más de 400 años, la luz del
evangelio, de los sacerdotes misio¬
neros que les envió la católica Es¬
paña, sacerdotes que echaron los
ANTIPALUDICO BEBE, antianémico poderoso (J. G. B.)
(145)
«cimientos espirituales de la fe cris¬
tiana entre los habitantes de este
mundo de Colón. . .».
Y en este año de 1944 ha emitido
el mismo Excmo. señor Arzobispo
Bogarín, un auto pastoral en que
condena dos instituciones estableci¬
das en la capital «bajo el engañoso
pretexto de protección a la niñez. . .
Téngase por extensiva esta decla¬
ración a toda la propaganda heré¬
tica, especialmente la protestante,
tan en boga ahora en nuestra pa¬
tria. . . ».
Uruguay — En el Uruguay es don¬
de menos se hace sentir el protes¬
tantismo. Una de sus manifesta¬
ciones recientes ha sido su ataque
a la Acción Católica, táctica que
han puesto en práctica reciente¬
mente los protestantes en Méjico,
en Brasil, y en Puerto Rico. Entre
las muy preciosas pastorales del
Excmo. Sr. Barbieri, una de las más
destacadas figuras de la jerarquía
continental, lo mismo que en las de
los otros excmos. obispos urugua¬
yos, no hemos encontrado ningún
documento reciente relativo al te¬
ma que nos ocupa. Ello es prueba
clara de que el protestantismo no
hace labor intensa en ese país. El
último documento que hemos en¬
contrado es la disposición del síno¬
do diocesano de Montevideo de
1925, en que se llama la atención
sobre el peligro y se recuerdan las
disposiciones canónicas al respecto.
Chile — El más importante docu¬
mento del episcopado chileno en los
últimos años acerca de la campaña
protestante, es la pastoral colectiva
de noviembre de 1941, en que se re¬
chaza con igual firmeza el mensaje
de los pastores mercenarios. La
carta la firman todos los arzobispos
obispos, vicarios y prefectos apos¬
tólicos de la nación.
Argentina — Este es uno de los
países claves en el plan de cam¬
paña proselitista protestante. El
Excmo. señor doctor don Leopoldo
Buteler, Obispo de Río Cuarto, al
analizar la posición del protestan¬
tismo invasor ante la constitución
del país, comenta: «Por todo esto
miramos con desazón la invasión
de los pastores protestantes. Tie¬
nen estos seudoprofetas la intención
no declarada, pero perfectamente
manifestada de desintegrarnos en
el concepto religioso». ¿Qué decir
de quienes «quieren quitarnos a los
argentinos la religión católica pa¬
ra sumirnos en la negra noche de
la disidencia protestante... para
llegar a la indiferencia primero, y
después al ateísmo y al comu¬
nismo?».
Varios países quedan por fuera
de esta crónica porque carecemos
de datos al respecto. Pero segura¬
mente existen documentos episco¬
pales, ya que por ejemplo, Vene¬
zuela y Bolivia, son dos de los paí¬
ses más trabajados por el protes¬
tantismo en el continente.
No es pues una alarma estéril,
ni se trata de aprensiones injusti¬
ficadas. Esta voz unánime de nues¬
tra jerarquía es para nosotros una
pauta indeclinable, porque los obis¬
pos son los sucesores de los após¬
toles, son los auténticos pastores
de la almas, son los defensores del
sagrado depósito de la fe, y a ellos
quiere seguirlos Hispanoamérica,
bautizada hace cuatro siglos.
KOLA GRANULADA J.G.B. (Tarrifo rojo) da fuerza, vigor, energías.
(146)
Crónica de la Universidad
Dos cartas sobre la Facultad
de Medicina
Ante la insistente campaña ade¬
lantada desde la página universita¬
ria de El Liberal contra la Facul¬
tad de Medicina de la Universidad
Javeriana, tendiente a sembrar el
desconcierto entre el público, a des¬
acreditar su labor docente, a mos¬
trarla como una inciativa fracasa¬
da apelando al lenguaje sectario,
apasionado y carente de toda ver- „
dad, el R. P. Félix Restrepo, Rec¬
tor de la Universidad, dirigió al se¬
ñor director del mencionado diario
una extensa carta de rectificación.
Por su parte los alumnos de cuarto
año hicieron otro tanto. Insertamos
a continuación estos dos importan¬
tes documentos que fueron opor¬
tunamente publicados por la pren¬
sa de la capital.
Carta del R. P. Rector
Bogotá, marzo 9 de 1945.
Señor Director de El Liberal. Presente.
Estimado señor Director:
En las ediciones de su periódico números
3.386 y 3,393, corespondientes a los días 25
del pasado mes de febrero y 5 de los co¬
rrientes, página doce, bajo los titulares «En
forma arbitraria la Javeriana ha rechaza¬
do alumnos periodistas» y «La Javeriana de
Medicina», se hacen a la Universidad Jave¬
riana, Facultad de Medicina y a sus direc¬
tores, cargos que afectan la buena reputa¬
ción de que, a Dios gracias, goza esta
Universidad. Consisten ellos en afirmar que
en nuestra Facultad de Medicina se carece
de elementos para la enseñanza, lo que
«hace imposible terminar siquiera mediana¬
mente los estudios en esa Facultad». Se
afirma que los directores de la Javeriana «no
sienten el menor reato de conciencia cuan¬
do especulan con la enseñanza» ; «se dedi¬
can impunemente a este tráfico» y «humillan
su prestigio y su tradición en tan bajos me¬
nesteres».
per Alonso Orliz Lozano
Se acusa a los directores de incitar a sus
alumnos a que por medios violentos se apo¬
deren del Hospital de San José, compro¬
metiendo en esta acción intrépida a dis¬
tinguidos profesionales, como los doctores
Roberto Franco, José María Montoya, Mi¬
guel Antonio Rueda Galvis y Joaquín Grillo.
Sin provocar polémicas, me veo obligado,
como rector de la Universidad Javeriana,
entidad con personería jurídica reconocida
en forma legal, y como su vocero, a im¬
pugnar las afirmaciones que ha publicado
El Liberal en las fechas indicadas, aco¬
giéndome al nuevo estatuto legal sobre pren¬
sa, la ley 29 de 1944, en la confianza de
que el señor Director publicará esta rec¬
tificación en los términos de la ley, y en la
misma página universitaria, sin tener en
cuenta el espacio que ocupe la presente;
pues dado el carácter tendencioso de los
cargos, la ley me concede amplitud sufi¬
ciente. (Art. 19 de la ley 29 de 1944, in¬
ciso 2).
La Facultad de Medicina ha sido dotada de
los siguientes elementos :
1? — Anfiteatro equipado con 20 mesas de
disección, de granito, una nevera para 25
cadáveres y cuatro tanques de formol con
capacidad para 40 cadáveres.
2® — Un laboratorio de química con todos
los elementos necesarios para los trabajos
prácticos, reactivos, material de vidrio, etc.;
y un gasógeno para 65 mecheros. Todos los
alumnos de química general y de química
biológica tienen puesto individual para sus
prácticas.
3? — Laboratorio de física con los más
modernos aparatos, tales como oxicalorí-
metros, polarímetros, etc.
49 — Para la clase de dibujo anatómico una
colección completa de figuras plásticas, cuer¬
po humano, cerebro, etc.
59 — Laboratorio de fisiología con 18 se¬
ries de aparatos, neumógrafos, cardiógra¬
fos, aparatos para respiración artificial,
Van Slyke, electrocardiógrafo, metabolismo
basal, etc.
69 — Laboratorio de histología, equipado
actualmente con 13 microscopios, micróto-
mos, estufas para parafina, etc. Están en
camino para llegar otros 20 microscopios.
79 — Laboratorio de bacteriología, dotado
de estufas, homo, nevera, centrífuga; des-
(147)
fijador de agua ; microscopios, autoclaves,
filtro Chamberlain, etc.
89 — Laboratorio completo de parasitología.
9° — Laboratorios de materia médica y far¬
macología con sus elementos necesarios pa¬
ra una práctica diaria de 60 alumnos.
Todos los anteriores elementos están a
disposición de quien desee conocerlos. El
señor rector de la Universidad Nacional,
el decano de la Facultad Nacional de Me¬
dicina y otros distinguidos médicos los visi¬
taron el año pasado y no pudieron menos
de expresar su satisfacción por lo completo
de este equipo.
Así, pues, la enseñanza no se da al aire
libre; y dado el interés y la consagración
a los estudios de nuestros alumnos, sí se
puede muy bien terminar la carrera en la
Facultad de Medicina de la Universidad Ja-
veriana, máxime si se tiene en cuenta el
selecto profesorado que es honra de estos
claustros .
Las publicaciones que hoy rectifico, co¬
mo se ve, no están ajustadas a la realidad
y ellas desconocen la palabra oficial en con¬
trario, como quiera que el señor ministro de
educación nacional, doctor Absalón Fer¬
nández de Soto, en oficio número 38.854,
fechado el 11 de diciembre de 1942 y dirigido
al suscrito, dice:
«En la visita que hice a la nueva facultad
en asocio de usted y de su decano, doctor Jo¬
sé del Carmen Acosta, tuve oportunidad de
informarme de que el plan de organización,
es análogo al de la Facultad de Medicina de
la Universidad Nacional, y que lo está rea¬
lizando de modo satisfactorio, contando pa¬
ra ello con las aulas necesarias a los estudios
teóricos y con laboratorios y anfiteatro pa¬
ra los estudios prácticos. El anfiteatro re¬
cientemente construido, tiene capacidad su¬
ficiente para los trabajos experimentales del
centenar de estudiantes matriculados y está
siendo dotado con todos los elementos cien¬
tíficos indispensables a su objeto».
Si esto dijo el señor ministro de educa¬
ción hace dos años, cuando apenas se ini¬
ciaban los estudios de medicina en la Ja-
veriana, en la fecha se encuentra todavía
mejor dotada la facultad para dar una en¬
señanza científica, y a este propósito los
directores de la Facultad de Medicina no
esquivan poner todos sus esfuerzos, como los
han puesto, para que la institución nada deje
qué desear.
Rechazo, pues, por injuriosos, los cargos
de traficantes con la enseñanza y he de¬
mostrado lo inexacto de ellos.
„ En cuanto se refiere a las publicaciones
hechas en la edición del 5 de los corrientes,
estas han sido rectificadas oportunamente
por los doctores Roberto Franco, Joaquín
Grillo, José María Montoya y Miguel An¬
tonio Rueda Galvis, en carta dirigida a us¬
ted y que ha sido publicada en la prensa de
esta ciudad, con lo cual dichos doctores
me han relevado de hacerlo.
Varias veces, señor Director, le he lla¬
mado a usted, amistosamente la atención
hacia la actitud contradictoria de su diario,
el cual por una parte se ha mostrado, y creo
que sinceramente — amigo de estos claustros
pontificios, con frecuencia informando am¬
pliamente sobre sus actividades, y ha hecho
el elogio de ellos, uno en página editorial,
y por otra parte entrega una página semanal
a ciertos jóvenes agresivos, que constan¬
temente están atacándonos de la manera
más inicua y menos conforme con la ver¬
dad y con la tolerancia que debe reinar en
un país que se precia de defender la li¬
bertad y la democracia. ¿Por qué no po¬
ner punto final a estos ataques?
¿Por qué seguir fomentando odios entre
los estudiantes, en vez de contribuir a la
buena inteligencia entre ellos? ¿Por qué ati¬
zar las pasiones, en vez de iluminar las
inteligencias y aunar las voluntades en ser¬
vicio de la patria común?
Siempre me ha dicho usted que la página
universitaria es autónoma y que El Liberal
no puede responder por lo que en ella se
escribe; pero, en primer lugar, en su mano
está, señor Director, poner a los estudiantes
que la dirigen, las condiciones que usted
crea convenientes, por lo menos que respe¬
ten la verdad, la caballerosidad y la jus¬
ticia, y en segundo lugar, la nueva ley de
prensa no permite que el Director de un
periódico salve su responsabilidad por lo
que se escribe en sus diversas secciones.
Permítame, pues, estimado señor Direc¬
tor, que de la manera más cordial le haga
un llamamiento en favor de la paz y del
compañerismo entre los estudiantes de las
diversas escuelas de esta capital, para que
acabemos de una vez con estas pugnas que
desdicen de un país civilizado.
Del señor Director, atentamente,
Félix Restrepo, s. j.
Rector de la Pontificia Universidad
Católica Javeriana
Carta de los alumnos
Bogotá, marzo 16 de 1946.
Señor Director de El Liberal. La ciudad.
Con tenaz insistencia han venido apare¬
ciendo en su periódico tendenciosos ataques
a la Facultad de Medicina de la Universi¬
dad Javeriana, ataques que han provocado
la más franca protesta de parte de las per¬
sonas que saben hasta qué punto son falsos
e injustos los cargos. Y nosotros como es¬
tudiantes de cuarto año de dicha Facultad,
nos sentimos obligados a protestar enérgica¬
mente por tan irresponsables publicaciones
que sabemos son el producto de resentimien¬
tos y odios personales.
(148)
No aspiramos a respaldarnos en la ley
29 de 1944 sobre los delitos de prensa con
el fin de que usted dé publicidad a esta car¬
ta, sino que confiamos en sus dotes de ca¬
ballerosidad esperanzados en que sabrá
poner cortapisa a los ultrajes inferidos a
nuestra facultad.
No podemos explicarnos por qué a los
javerianos se nos quiere privar de la libertad
de escoger la universidad que en nuestro
concepto respalda mejor los afanes estu¬
diantiles, así como fueron libres los es¬
tudiantes de la Facultad Nacional de Medi¬
cina para escoger las aulas oficiales y satis¬
facer en ellas los anhelos de llegar a ser
profesionales que sirvan más tarde a la so¬
ciedad .
La Universidad Javeriana siempre se ha
distinguido por la seriedad y disciplina de sus
estudios y esta la razón por la cual nadie
podrá decirnos que fue poco feliz nuestro
ingreso a las aulas pontificias.
Cuando quisimos acudir a la Facultad Na¬
cional de Medicina, fuimos rechazados por
circunstancias que no es oportuno recordar
para no prender más la hoguera de los re¬
sentimientos. Fue entonces cuando la Com¬
pañía de Jesús con la colaboración decidida
de un distinguido grupo de profesionales
quiso prestar un gran servicio a la patria con
la fundación de una nueva facultad de me¬
dicina y no se temieron entonces las mil di¬
ficultades que se presentarían para la do¬
tación completa de laboratorios, anfiteatros
y en general todo el material necesario para
los estudios de medicina, y hoy día la Uni¬
versidad Javeriana no le reconoce ventaja
alguna a otros facultades, pues la nuestra
se encuentra bien provista de todos los
elementos necesarios para la instrucción de
sus educandos.
El hecho de que algunos estudiantes de la
Javeriana hayan abandonado sus claustros
no puede tomarse lógicamente como un fra¬
caso. Porque si existe la lógica proponemos
el siguiente dilema: o nuestros antiguos
compañeros fueron recibidos en la Univer¬
sidad Nacional con la aceptación de los es¬
tudios hechos en la Javeriana lo cual pro¬
baría que estaban bien preparados desde que
fueron aceptados, y entonces nuestros estu¬
dios no desmerecieron en nada de los de la
Facultad Nacional de Medicina, o la Facul¬
tad del Estado no está a la altura de la Ja¬
veriana. Desconocer este hecho es hacer po¬
co honor a la Universidad que hoy es tan
tenazmente defendida y elogiada por los co¬
laboradores del periódico que está bajo su
dirección.
Además, el '-respaldo franco, público y
decidido de eminentísimos médicos a la Fa¬
cultad de Medicina de la Universidad Jave¬
riana no significa otra cosa sino que nos¬
otros estamos cumpliendo con exceso lo
expuesto por el plan de estudios oficiales de
medicina. Nuestro profesorado no deja nada
qué desear; basta enunciar los nombres de
algunos maestros para demostrar la profun¬
didad y seriedad de nuestros estudios.
¿Quién puede con justicia llamar traficante
de la educación a José del Carmen Acosta?
¿No resulta insensato desconocer la ciencia
de Pedro José Almánzar? ¿Se imagina usted,
señor Director, que Miguel Jiménez Ló¬
pez se prestaría a engañar vilmente a la
juventud? ¿Podría usted o su colaborador
universitario pensar que Félix Restrepo cam¬
biaría promociones de curso por un vil puña¬
do de metal? ¿O se podría adelantar un jui¬
cio adverso a los conocimientos científicos de
Néstor Santacoloma, José Vicente Az-
cuénaga Chacón, Kalman Mezey, Juan Pa¬
blo Llinás, Manuel Sánchez Herrera y tan¬
tos otros? ¿O se pensará que muchos de
estos profesionales que son al mismo tiem¬
po maestros insignes en la Facultad Nacional
de Medicina son menos competentes cuan¬
do se trata de dar sus enseñanzas a los
universitarios javerianos? Es que, señor Di¬
rector, si queremos ser libres como dijo
Núñez, tenemos que empezar por ser justos.
¿Será justo tildar de enemigos de la Uni¬
versidad Nacional a hombres como Roberto
Franco, José María Montoya, Joaquín Gri¬
llo, etc.; y en general a la Sociedad de Ci¬
rugía porque nos han facilitado desarrollar
nuestras prácticas clínicas en el Hospital
de San José? ¿O será que nosotros n0 so¬
mos tan colombianos como los alumnos de
la Universidad Nacional para que no tenga¬
mos sus mismos derechos e idénticas aspira¬
ciones? No, la Sociedad de Cirugía merece
un aplauso general de la sociedad por la la¬
bor desinteresada y patriótica que piensa
desarrollar facilitando a todas las universi¬
dades elementos hospitalarios necesarios para
la labor docente en beneficio de los enfer¬
mos de Colombia.
Muchas otras consideraciones podríamos
poner de presente para demostrar como son
de injustos y faltos de fundamento los ata¬
ques que se han venido adelantando contra
la Facultad Javeriana de Medicina pero
no queremos extendernos más de lo debido.
Sólo esperamos con orgullo de ser javerianos
que nuestros gratuitos enemigos visiten nues¬
tros laboratorios y dependencias para que se
convenzan de la falta de razón de sus opi¬
niones.
Señor Director,
Miguel I. Tovar A., Alejo Hakim Dow ,
Alberto Jamis M.> Daniel Lozano L Jot-
ge Segura V., Juan Rafael A., Hernando
Aguirre B.t Fabio Buitrago G.y Eduardo
Acosta Bendeck, Alvaro Lobo G.> Alfonso
Navia T., Alfonso Portilla /?., Jesús Ma¬
ridando C., Hernando Guerrero V ., Alber¬
to Forero G., Guillermo Martín C ., Ma¬
nuel Pineros , Edgar Silva B Hernando
Vásquez O., Pablo Narváez F., Gerardo
(149)
Obonaga H Luis C. Moncayo N.f Gui¬
llermo Suárez E Noel Gutiérrez, Edmond
Saaibi S., Jaime Pérez R., Germán Palo¬
mares de F., Alonso Gutiérrez U Ismael
Hernández P., Isaías Ramón , Manuel Ro-
dulfo Cuervo, Luis Parra V.
Estadística en 1945
Durante el año de 1945 ingre¬
só a la Universidad el siguiente
numero de alumnos: derecho 285;
medicina 260; filosofía y letras 18;
facultades femeninas 163 de las
cuales 47 viven en el Hogar Uni¬
versitario; derecho canónico 9;
teología 56; filosofía 91 y ciencias
18. Asesoría de impuestos 18. De
los 134 alumnos de las ecle¬
siásticas 95 son colombianos ; 29
ecuatorianos ; 9 venezolanos ; 10 es¬
pañoles ; 4 panameños ; 4 canadien¬
ses ; 1 salvadoreño ; 1 nicaragüen¬
se; 1 boliviano y 1 alemán. De es¬
tos 24 pertenecen al clero secular;
120 son jesuítas; 2 salvatorianos ;
1 a la Congregación del Corazón de
María; 1 monfortiano; 1 al Semi¬
nario de Misiones de Yarumal; 2
a la Compañía de San Juan y 4
laicos.
Resaltados de los concursos para becas
De acuerdo con los resultados
obtenidos por los alumnos que se
presentaron a concurso para la ad¬
judicación de becas en el primer
año de medicina, fueron favoreci¬
dos en la forma siguiente los se¬
ñores: Ernesto Lozano Valenzuela
y Enrique Cabrera M. con media
beca y Fernando Cerón con un
cuarto de beca. Para primer año
de derecho resultaron gananciosos
en el concurso con la matrícula del
«mes del gerente 1944» el señor
Agustín María Cuevas Fernández
y también con matrícula completa
el señor Alvaro Gardeazábal. Ade¬
más obtuvieron media beca los se¬
ñores Miguel Quiñones, José Ma¬
nuel Baute e Ismael Enrique Rol-
dán.
Curso de asesoría de impuestos
El 1® de marzo se dio principio*
al curso de asesoría de impuestos
de este año, bajo la dirección de
los expertos profesores Jaime Tru-
jillo y Santiago Caro el primero de
los cuales dicta asesoría y el se¬
gundo análisis de balances. Se ma¬
tricularon 18 alumnos.
Representantes al Congreso
La nómina de representantes ja-
verianos al congreso se ha aumen¬
tado notablemente este año. Según
los resultados de las últimas elec¬
ciones populares ocuparán su cu*
rul en la cámara baja los antiguos
javerianos Alvaro Gómez Hurta¬
do, Jorge Leiva, Fernando Urda-
neta Laverde, y Antonio Ordóñez,
elegidos por el círculo electoral de
Cundinamarca ; Rafael Ortiz Gon¬
zález por Santander; Lucio Pabón
Núñez por el Norte de Santander;
Samuel Arbeláez y Alfonso Boni¬
lla Gutiérrez por el Tolima; Jaco-
bo Pinedo Barros por el Magda¬
lena.
Diputados a la Asamblea
Igualmente fueron elegidos di¬
putados a la asamblea los javeria¬
nos Néstor Ibarra Yáñez por el
Norte de Santander y Edgar Reina
y Oscar Parra Terreros por el Va¬
lle. Con este motivo entre el R. P.
Rector y el antiguo javeriano Os¬
car Parra T. se cruzaron los men¬
sajes que incluimos a continuación.
«Cali. Marzo 6 de 1945. Félix Res¬
trepo. Universidad Javeriana. Bo¬
gotá. Representaremos orgullosa-
mente Javeriana en asamblea de¬
partamental, Edgar Reina por con-
servatismo, suscrito por liberalis¬
mo. Guardaremos cátedra lealtad,
decencia enseña Javeriana. Salu¬
dólos. Oscar Parra Terreros». Este
telegrama fue contestado por eí
P. Rector en los siguientes térmi¬
nos: «Bogotá, marzo 7 de 1945. Os-
(150)
car Parra Terreros. Cali. Cordial-
mente celebramos presencia tuya
Edgar Reina asamblea departamen¬
tal. Universidad Javeriana siéntese
altamente honrada tan distinguida
representación. Saludos. Rector
Javeriana».
Grados
Del curso de vacaciones obtuvie¬
ron su diploma de competencia pe-
Revista de
En lujosa presentación y dentro
de un amplio horizonte cultural,
ha iniciado su primera entrega Re¬
vista de América, fundada por
Eduardo Santos y dirigida por Ger¬
mán Arciniegas y Roberto García
Peña. La colaboración variada de
numerosos escritores colombianos
y de algunos de fuera representa
una buena muestra de la cultura
entre nosotros, que contribuirá a
mantener ese prestigio de letrados
y pensadores que con razón nos
atribuyen en ultrapuertos. Llama¬
mos la atención acerca del edito¬
rial de la primera entrega titulado
La hora de América, lo mismo que
sobre los siguientes artículos: In¬
troducción a la vida de Mosquera,
por Alberto Lleras Camargo; El
Canadá y nuestro continente de J.
B. Irving; Traición a la cultura, del
escritor católico brasileño Jorge de
Lima, lo mismo que sobre el poema
de José Umaña Bernal titulado
Nocturno del Libertador .
* * *
Ciencia y fe, es la revista trimes¬
tral que empezó a publicar el año
pasado el cuerpo de profesores de
las Facultades de Filosofía y Teo¬
logía del Colegio Máximo de San
Miguel, en Buenos Aires. Es suce-
sora de la famosa revista Stromata,
y continúa la obra de los Fascícu¬
los del mismo colegio publicados
en los años anteriores. El nombre
dagógica, con especialización en fi¬
losofía y ciencias sociales, la Ma¬
dre Josefina Vélez, religiosa del Sa¬
grado Corazón y la Madre Elisa
Dávila de la misma Comunidad,
diploma de competencia pedagógi¬
ca, con aptitud para la enseñanza
de ciencias sociales, y la señorita
Mercedes Gómez Fonce diploma
de profesora, con especialización
en literatura y geografía.
revistas
de la revista nos da el fin que se^
proponen sus editores, que como di¬
ce el artículo de presentación: «no
es sino el de todo filósofo cristia¬
no: afrontar todos los problemas fi¬
losóficos, que para ser genuinamen-
te tales han de ser parejamente vi¬
tales, no con la vitalidad glacial del
que todo lo contempla a través de
la pura abstracción, sino con la en¬
tereza y generosidad del filósofo
que es al mismo tiempo cristiano»..
La nueva publicación que ya lle¬
va publicadas cuatro entregas, es
sin duda el más alto exponente de
alta cultura religiosa en nuestra
América española. Estudios como
Filosofía de la religión según Max
Scheller, o el de La Eucaristía en la
teología, la filosofía, la historia y el
arte, dan idea de que la ciencia y
sus más modernos métodos se han
aclimatado ya en nuestra América.
Las diversas secciones de la revis¬
ta, con el tema especial tratado más
por extenso en cada número, es¬
tán servidas con gran acopio de ma¬
terial y agilidad periodística. Esta
bella revista hace honor a la cien¬
cia y a la fe, y contribuirá a demos¬
trar en nuestro medio tan ignaro
en materia de alta cultura religio¬
sa, la seriedad con que la Iglesia
católica afronta los grandes proble¬
mas de la vida y las incógnitas re¬
cientes que le plantea la historia,
contemporánea.
(151)
The Americas, revista trimestral
de la historia cultural interameri¬
cana, es el nuevo órgano de la Aca¬
demia de historia franciscana nor¬
teamericana. De su orientación ne¬
tamente desprevenida y científica
está resultando ya un esclareci¬
miento de amanecer sobre temas
tan trascendentales como la obra
franciscana de las antiguas colonias
españolas que hoy forman el sur
de los Estados Unidos y Méjico.
La sección documental es de enor¬
me interés y el estudio concienzu¬
do de la bibliografía, escrito por
hábiles comentadores, va a pres¬
tar un servicio invaluable a la in¬
vestigación histórica de la época
todavía oscura que llamamos co¬
lonial.
* * *
« V erbum (revista trimestral de
las Facultades Católicas de Rio de
Janeiro) será el título de nuestra
revista. En él se resume un progra¬
ma. En su aspecto interior V erbum,
la palabra humana, es idea, hija de
la inteligencia, imagen de la reali¬
dad. Con ella construye el hombre
el edificio del saber, hace del co¬
nocimiento, de la filosofía y de la
ciencia, un bien social, comunica¬
ble e intrasmisible». Así explica el
P. Leonel Franca S. J. la razón ín¬
tima de esta publicación, fruto es¬
pontáneo de la actividad universi¬
taria, ya que como dice él mismo:
«Una universidad no se aísla como
un islote perdido en la inmensidad
de los mares», busca conexión con
sus hermanos en la ciencia, para
formar la comunidad de inteligen¬
cias y de corazones.
Basta enumerar algunas de las
firmas que colaboran en esta mag¬
nífica revista brasileña, para pen¬
sar que con V erbum ha nacido un
impulso de alta cultura católica:
Además de sus directores, P. Leo¬
nel Franca, y Eduardo Lustosa,
colaborador este último muy apre-
v.
ciado de Revista Javeriana; el P.
Paul Siweck, antiguo profesor de
la Gregoriana de Roma, escritor
de fama universal ; Serafín Leite
S. J., el mejor historiador con que
cuenta hoy el Brasil, etc. etc.
* * *
Minerva, revista continental de
filosofía, es bimestral y apareció en
mayo-junio de 1944. Bajo la direc¬
ción de Mario Bunge, pretende ser
«la única estrictamente filosófica
escrita en castellano». Esfuerzo de
un idealista que debe luchar en un
medio bastante apático por estos
menesteres desinteresados. Por eso
afirma en su primera entrega: «El
éxito de la empresa que inicia Mi¬
nerva depende exclusivamente del
apoyo que encuentre en los estudio¬
sos y amigos de la filosofía». La
revista suscita la discusión por la
misma amplitud de su criterio, y
eso es precisamente lo que buscan
sus directores. Ojalá que no se
pierda en el vacío tan laudable es¬
fuerzo.
*■ * *
Digesto católico, es la nueva re¬
vista que el C atholic Digest ha em¬
pezado a publicar en castellano en
Buenos Aires. Es una revista de
revistas por el estilo de Seleccio¬
nes, donde se publican los más in¬
teresantes artículos de la prensa ca¬
tólica del continente. En los pri¬
meros números se ha dado prefe¬
rencia especial a revistas norteame¬
ricanas, pero los editores se pro¬
ponen ser cada vez más latinoame¬
ricanos. Creemos sinceramente que
esta revista llena una necesidad de
nuestro tiempo, y deseamos que to¬
do el mundo católico de habla his¬
pana muestre su interés por ella
suscribiéndose y apoyándola en to¬
da forma. El precio para Colombia
es de $ 3,00 al año. La dirección es :
Digesto Católico, Avenida R. Sáenz
Peña 730, Buenos Aires.
(152)
ro-tr
— -~ •> A A ^ A A
>atlA«i»(ll4>* <fc dfc«fca>«H> ^ <IV4fc «vjfcufc
Ca//e 10, número 6-57 - Teléfono 53-75
Commentaria in Codicem luris Canonici
Tal es el título de la obra monumental que ha co¬
menzado a publicar el B. P. José MC Uría s. j., doc¬
tor en derecho canónico y Decano de la misma fa¬
cultad de la Pontificia Universidad Católica Jave-
riana, en Bogotá. El autor, conocido ya en el mun¬
do jurídico por sus obras de Filosofía del Derecho
y Derecho Romano , emplea en ésta de modo aptísi¬
mo, el método exegético-histórico de tal suerte que
no se contenta con declarar amplia y lúcidamente
el sentido de los cánones, sino que presenta la evo¬
lución histórica de cada instituto. De aquí que no
dude el P. Uría en aducir en cada paso las fuentes,
con lo cual, si bien resulta la obra voluminosa, pres¬
ta por otra parte un buen servicio al clero hispano¬
americano — a quien especialmente se dirige la
obra — ya que no abundan en nuestras bibliotecas
las colecciones de fuentes del Derecho Canónico.
Por su método, por la extensión misma de la obra
y por su claridad, no dudamos en calificarla de
monumental .
El l.er tomo completo consta de 800 páginas aproximadamente
De estos comentarios solo se editaron 500 ejemplares
PRECIO DEL PRIMER TOMO $ 12.00
Pedidos: al Gerente de la EDITORIAL PAX
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